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Difícil gestión de la Presidencia belga de la UE: Navegar por la unidad, la crisis y la renovación europeas

Política - febrero 28, 2024

Bélgica es el país que a partir del 1 de enero de este año asumió la presidencia del Consejo de la Unión Europea hasta el 30 de junio de 2024.

Esta práctica, en vigor desde 1952, año en que la República Federal de Alemania ocupó por primera vez la presidencia, se ha mantenido a lo largo de los años, hasta llegar al acuerdo de rotación semestral a partir de 1958.

Desde entonces, los actuales 27 países miembros han emprendido una rotación para hacerse cargo de ella. Para la representación belga es la 13ª vez, tras la presidencia que ostenta España y precediendo a Hungría en esta tarea. En este caso, se espera que estos 3 Estados colaboren estrechamente, creando el «trío», un grupo que decidirá, con propuestas y decisiones, cuál será el futuro de Europa en los próximos meses.

¿En qué consiste la Presidencia del Consejo de la Unión Europea?

El Estado que asume temporalmente la Presidencia de la UE debe asistir y organizar todas las sesiones y reuniones del Consejo de la UE, representarlo ante las demás instituciones que se ocupan del organismo en cuestión, así como llevar a cabo el trabajo normal de la Comunidad. Este año le toca a Bélgica ocuparse de una tarea muy importante de su legislatura, la renovación del Parlamento, con las elecciones europeas que se celebrarán del 6 al 9 de junio de 2024. Pero desde luego no es éste el momento más delicado al que se enfrentará si tenemos en cuenta la situación actual en la que se encuentra Europa en estos momentos.

¿A qué se prepara Bélgica para afrontar los seis meses de su Presidencia?

Cuando se considera que desde hace unos meses nos enfrentamos a una pandemia global (sars covid-19), que la guerra entre Rusia y Ucrania ha desestabilizado los equilibrios principalmente europeos, que el nuevo conflicto bélico en Oriente Medio divide fuertemente a la opinión pública, por no hablar de la inminente necesidad de profundizar en el problema de la crisis energética y medioambiental y de mantener firmes las relaciones comunitarias, las próximas elecciones europeas y la importancia de espolear a la gente para que vote, convenciendo a la mayoría para que participe en una vida política y democrática, muy a menudo ignorada, se convierte en una de las tareas más desabridas a considerar.

El Primer Ministro belga, Alexander de Croo, ha declarado que uno de los aspectos clave que abordará el Gobierno que preside se referirá principalmente al económico, con un refuerzo del bienestar, así como la orientación del crecimiento económico e industrial hacia los valores propios del Green Deal, para ayudar a alcanzar la tan discutida neutralidad climática de aquí a 2050. La prioridad, en cualquier caso, siempre según las declaraciones de De Croo a la prensa, sigue siendo la protección de los ciudadanos, un concepto quizá demasiado azaroso y merecedor de observaciones más profundas con opciones detalladas e incisivas que busquen la concreción cotidiana examinando las necesidades reales de los ciudadanos. Pero también pesa sobre el semestre belga la falta de acuerdo en el último Consejo Europeo, cuando los Estados miembros se encontraron con posiciones diferentes respecto a la revisión del presupuesto, en cuyo caso el país titular de la presidencia deberá utilizar todos los medios a su alcance para persuadir a los representantes europeos y encauzarlos hacia un compromiso que pueda satisfacer las posiciones de todos.

«Antes de expandirnos, tenemos que mejorar nosotros».

En una de sus entrevistas, el dirigente belga habla, de nuevo, de la necesidad de mejorar el trabajo de la Unión Europea en términos de unidad de la UE y de la necesidad de tomar soluciones más rápidamente de lo que se ha hecho hasta ahora. Aparentemente, por tanto, aún hay que mejorar desde el punto de vista burocrático, que se considera demasiado lento y engorroso. Hay que considerar, sin embargo, la cuestión de Europa del Este y los Balcanes, que piden insistentemente formar parte de la Comunidad, pero aparentemente no es una de las prioridades a incluir en la agenda, al menos por ahora.

En el plan del territorio que alberga la sede institucional de la Comunidad Europea, hay 150 medidas puestas en marcha para este semestre, pero, a estas alturas, no es segura la resolución de todos los objetivos planteados. Tal vez el nuevo Estado, que desempeña esta importante función, debería ocuparse de escuchar más para tener más en cuenta las necesidades reales de los ciudadanos.