
Los expertos están cada vez más preocupados desde hace 15 años
Italia está experimentando una transformación climática cada vez más evidente y preocupante. Según el «Índice Climático 2025» -elaborado por Sole 24 Ore a partir de datos de 3B Meteo-, los cambios registrados en los últimos 15 años en las 107 capitales italianas son signo de una tendencia ya consolidada: la intensificación de los fenómenos climáticos extremos, un aumento constante de las temperaturas y una alteración radical del ciclo estacional.
Suben las temperaturas y aumentan las noches tropicales
Uno de los aspectos más significativos que destaca el estudio se refiere al marcado aumento de las temperaturas, sobre todo en las ciudades del norte de Italia, donde la media diaria ha aumentado 2,4 °C respecto a 2010. Este aumento también se corresponde con un fuerte incremento de las llamadas «noches tropicales», en las que la temperatura mínima no baja de 20 °C: hoy se registran casi 80 al año, frente a las 44 de hace quince años. 2024 resultó ser el año más caluroso jamás registrado desde la era preindustrial, culminando en una histórica ola de calor entre el 8 y el 15 de agosto, que afectó especialmente al valle del Po y a las regiones centrales, con máximas superiores a 35 °C. Las olas de calor, definidas como periodos de al menos tres días consecutivos con temperaturas superiores a 30 °C, pasaron de 9 en 2010 a 17 en 2024 sólo en el Norte, con un total de más de 52 días de calor extremo.
Calor extremo también en el centro y sur de Italia
El centro y el sur de Italia tampoco están exentos. En los últimos 15 años, el número medio de olas de calor al año ha aumentado de 13 a 20. Los picos de calor extremo -días en que las temperaturas superan los 35 °C- han aumentado significativamente: en el Sur han pasado de 6,4 a 17,6 episodios al año, mientras que en el Centro han pasado de 6,8 a 19,3. Lo que antes era un fenómeno raro en el Norte ahora se ha vuelto frecuente, con más de 11 episodios de calor extremo al año, frente a menos de 2 en 2010.
Inviernos cada vez más suaves y anticiclones persistentes
Otro efecto evidente del cambio climático en Italia es la suavización de los inviernos. Los días fríos, con temperaturas máximas inferiores a 3 °C, han disminuido drásticamente: en el norte, la media de días al año ha pasado de 28 en 2010 a sólo 5 en 2024. De hecho, en los dos últimos inviernos, el valle del Po no ha registrado ninguna nevada. La mayor frecuencia de periodos anticiclónicos contribuye además a una situación climática anómala. Estos periodos, caracterizados por la ausencia de lluvia, viento y niebla, provocan el estancamiento del aire y una mayor persistencia de los contaminantes. En la actualidad, hay una media de más de 70 días consecutivos de «aire en calma» en las capitales italianas: 92 en el Norte, 70 en el Centro y 50 en el Sur.
Lluvias más intensas e inundaciones frecuentes
A pesar del descenso de las precipitaciones en términos de días de lluvia, su intensidad está aumentando. Llueve con menos frecuencia, pero cuando lo hace, los episodios son violentos y se concentran en pocas horas, con consecuencias devastadoras. Por ello, las inundaciones son cada vez más frecuentes. Entre los casos más recientes y significativos están las inundaciones de Emilia-Romaña del 17-19 de septiembre de 2024, con más de 360 mm de lluvia, de los cuales 285 cayeron en sólo 24 horas, y la del 19-20 de octubre, donde en seis horas cayó una cantidad de agua equivalente a dos tercios de la precipitación media mensual. A finales de octubre, Val di Cecina también sufrió lluvias torrenciales de más de 100 mm en pocas horas. Fue llamativo el suceso del 13 de noviembre en Giarre, Sicilia, donde cayeron más de 500 mm de lluvia en sólo 12 horas.
La urgencia de la adaptación
Estos datos dibujan un panorama alarmante para Italia. La frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos están cambiando profundamente la geografía climática del país, imponiendo la necesidad de estrategias de adaptación y mitigación cada vez más incisivas. Desde la adaptación de las infraestructuras urbanas hasta la protección del territorio y la gestión de los recursos hídricos, las instituciones están llamadas a responder a una emergencia que ya no es sólo medioambiental, sino también social y económica. El cambio climático ya no es una hipótesis lejana: es la nueva realidad a la que Italia -y el mundo entero- deben enfrentarse.