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El fin de la era Timmermans

Política - septiembre 4, 2023

El Vicepresidente Ejecutivo de la Comisión Europea y responsable del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, ha presentado su dimisión para presentarse a las próximas elecciones generales que se celebrarán en los Países Bajos el próximo mes de noviembre.

Por ello, en los últimos días de agosto de 2023 Timmermans comunicó a la Presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, su decisión de abandonar el cargo.

En esta ocasión, la Presidenta de la Comisión expresó toda su gratitud y reconocimiento hacia la labor de Timmermans durante su largo mandato como miembro de la Comisión. Declaró lo siguiente: «Agradezco a Frans Timmermans su apasionado e incansable trabajo para hacer realidad el Pacto Verde Europeo. Ha sido un miembro clave de mi Colegio de Comisarios. Gracias a su excelente contribución y a su firme compromiso personal, hemos dado grandes pasos hacia el cumplimiento de los objetivos de la UE de convertirse en el primer continente neutro desde el punto de vista climático, y hacia el aumento de los niveles de ambición climática a escala mundial. La contribución de Frans Timmermans a la labor de la Comisión y al proyecto europeo va más allá del Pacto Verde Europeo. Ha contribuido a dar forma a muchas de las iniciativas de la Comisión, con un auténtico estilo colegiado».

Timmermans deja el cargo diez meses antes del final de su mandato. El ex comisario también fue vicepresidente primero de la Comisión Europea en 2014-2019, responsable de la mejora de la legislación, las relaciones interinstitucionales, el Estado de Derecho y la Carta de los Derechos Fundamentales, antes de asumir la responsabilidad del Pacto Verde Europeo en el actual mandato de la Comisión de la UE. En este puesto, coordinó la ambiciosa agenda legislativa de la Comisión Europea para convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro en 2050 y representó a la UE en las negociaciones internacionales sobre cambio climático. También coordinó los trabajos de la Comisión Europea sobre la estrategia de la UE para la biodiversidad, un futuro de contaminación cero y la economía circular.

La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, asignó el cargo de Vicepresidente Ejecutivo para el Pacto Verde Europeo al Vicepresidente Maroš Šefčovič. También ha decidido asignar temporalmente la responsabilidad de la cartera de Política de Acción por el Clima al Vicepresidente Šefčovič hasta el nombramiento de un nuevo Miembro de la Comisión de nacionalidad neerlandesa. Maroš Šefčovič es miembro del partido Socialistas y Demócratas y tiene una experiencia decenal en la Comisión de la UE. Es vicepresidente de Energy Union desde 2014. Además, durante el periodo comprendido entre 2010 y 2014, fue Vicepresidente de la Comisión Europea para Relaciones Interinstitucionales y Administración y fue brevemente Comisario de Educación, Formación, Cultura y Juventud desde 2009. Šefčovič es un antiguo diplomático eslovaco que ha trabajado en Zimbabue, Canadá y como embajador eslovaco en Israel (1999-2002). También fue Representante Permanente de la República Eslovaca ante la Unión Europea (2004-2009).

Durante estos días, pues, Šefčovič asume este importantísimo papel dentro de la Unión Europea, convirtiéndose en el máximo responsable de la política climática europea en uno de sus momentos históricos más complejos.

De hecho, es precisamente en este último periodo cuando la política medioambiental ha asumido una centralidad cada vez mayor en el debate público, creando una división entre los extremistas climáticos, que desearían una transición inmediata y abrupta, y en cambio un ala formada por partidarios de una transición verde más cautelosa, que tenga en cuenta todas las variables de la sociedad, a fin de lograr una transición que sea sostenible tanto desde el punto de vista medioambiental como social.

Frans Timmermans es considerado el padre del «Pacto Verde». En este sentido, a lo largo de su mandato siempre ha insistido en la necesidad casi obsesiva de realizar una transición ecológica y medioambiental lo más rápidamente posible. Bajo su dirección, la Comisión Europea quiso imponer objetivos medioambientales poco realistas. De hecho, el objetivo global del conocido Green Deal europeo es lograr cero nuevas emisiones netas para el año 2050. Se trata de un objetivo ambicioso que, de cumplirse, podría convertir a Europa en el primer continente del mundo con cero emisiones.

Para ello, se presentaron una serie de medidas, algunas de ellas muy drásticas, también bajo el fuerte empuje de Timmermans.

Un ejemplo es la directiva relativa a las casas ecológicas, para promover un plan de renovación y construcción de viviendas capaces de reducir el consumo de energía y las emisiones. De nuevo, el llamado «Pacto Verde Industrial», que se centra en el sector industrial y pretende reforzar la competitividad de la industria europea con balance cero y acelerar la transición hacia la neutralidad climática creando un entorno más propicio para aumentar la capacidad de producción de la UE de tecnologías y productos con balance cero.

Por último, también es fundamental el objetivo, recogido en el Pacto Verde europeo general, de lograr al menos una reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, o en un plazo inferior a diez años.

Estas son sólo algunas de las propuestas presentadas hasta ahora por la Comisión y, por tanto, por Timmermans.

Soluciones, sin embargo, que plantean no pocos problemas a los ciudadanos y empresas de la Unión Europea. De hecho, mientras se alcanzan estos objetivos impuestos desde la cúpula de las instituciones europeas, no se ha abordado en absoluto el peso de las consecuencias que estos cambios producirían en el conjunto de la ciudadanía europea, teniendo en cuenta que estos resultados quieren alcanzarse perentoriamente en un plazo muy corto de tiempo. Imponer una directiva a las viviendas significa obligar a los ciudadanos a afrontar costes exorbitantes para renovar o reformar sus casas, del mismo modo que obligar a las industrias a reducir drásticamente las emisiones eligiendo otras vías de trabajo podría razonablemente producir cierres de empresas y, en consecuencia, pérdidas de empleo para millones de personas que trabajan en el sector industrial. Todas estas dramáticas consecuencias no se han evaluado en absoluto, queriendo imponer una prioridad climática sobre una prioridad política y social.

Sin embargo, hoy está bastante extendido en Europa el apoyo a un camino más lento y gradual para llegar a un ecosistema ecológico sostenible en todos los aspectos. Este es precisamente el punto de vista de los partidos de la derecha europea, que esperemos, especialmente con las próximas elecciones, hagan que las políticas de la UE sean más responsables y tengan más sentido común.

Por lo tanto, podríamos decir con razón que la dimisión de Timmermans no es en absoluto una derrota o una pérdida para lograr una Europa verde, sino que podría ser el primer paso para lograr un cambio en las medidas a tomar en materia medioambiental.

Y es que la salida de escena del llamado padre del Green Deal europeo podría suponer un verdadero cambio en la agenda medioambiental europea en un futuro próximo. Una agenda que ya no debe hacerse en etapas forzadas, portavoces de un ecologismo extremista e irracional.

La palabra clave tendrá que ser pragmatismo. Todo esto significa, pues, avanzar sí hacia la creación de una Europa de impacto cero, pero a través de un proceso gradual que no destruya la serenidad y la estabilidad económica de millones de ciudadanos y empresas. Por otra parte, nada bueno puede salir de algo hecho de golpe. Y esto es aún más cierto cuando se trata de asuntos en los que intervienen múltiples partes y múltiples intereses. El medio ambiente y su protección y defensa siguen siendo una prioridad en la agenda política europea. Pero para llegar a una Europa verdaderamente verde y sostenible, es esencial que pensemos también en todos los que forman parte de ella.

Las próximas elecciones al Parlamento Europeo en 2024 dejarán claro si el viento puede cambiar, empujando hacia la derecha como ya ha sucedido en muchos Estados miembros de la UE, y puede haber por fin una oportunidad de lograr excelentes resultados climáticos, gradualmente y sin sufrimiento para los ciudadanos y para la competitividad europea.