
El papel de Irlanda en las políticas climáticas de la Unión Europea ha sido un tema de creciente importancia en los últimos años. Sin embargo, la viabilidad de lograr la descarbonización manteniendo el crecimiento económico sigue siendo muy cuestionable, sobre todo dada la resistencia de la UE a la energía nuclear. A pesar de los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono y ampliar las energías renovables, el sector agrícola irlandés, la dependencia de los combustibles fósiles y las ineficiencias de la vivienda presentan obstáculos importantes que no pueden superarse fácilmente. Además, los impuestos sobre el carbono, a menudo pregonados como solución, pueden hacer más mal que bien, al gravar a los ciudadanos de a pie y a las empresas sin conseguir reducciones significativas de las emisiones.
Este artículo explora el papel de Irlanda en las políticas de cambio climático de la UE, las importantes limitaciones de su enfoque actual y las difíciles compensaciones que los responsables políticos siguen ignorando.
Las políticas de la UE sobre el cambio climático y los compromisos de Irlanda
La UE se ha posicionado como líder mundial en la acción por el clima, con objetivos ambiciosos en el marco del Pacto Verde Europeo y el paquete Fit for 55, que pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Sin embargo, estos objetivos a menudo parecen más aspiracionales que realistas, sobre todo para un país como Irlanda, que carece de un sector de energía nuclear y depende en gran medida de la agricultura y el transporte. Los principales compromisos de Irlanda en virtud de las políticas climáticas de la UE incluyen:
- Conseguir emisiones netas cero para 2050 según la Ley Europea del Clima.
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en más de un 50% para 2030.
- Ampliar la energía renovable al 80% de la producción de electricidad para 2030.
- Eliminar progresivamente la generación de electricidad a partir de turba y carbón en favor de la energía eólica y solar.
A pesar de estos compromisos, Irlanda ha tenido siempre dificultades para cumplir los objetivos de reducción de emisiones impuestos por la UE. La excesiva dependencia de energías renovables intermitentes, como la eólica, suscita serias preocupaciones sobre la estabilidad de la red y la seguridad energética, sobre todo sin la nuclear como fuente de energía de carga base.
Éxitos en los esfuerzos climáticos de Irlanda – ¿Pero a qué precio?
Expansión de las energías renovables
Irlanda ha aumentado su dependencia de la energía eólica, con más del 40% de su electricidad generada a partir de energía eólica. Sin embargo, la falta de una generación de base constante significa que la dependencia del gas importado sigue siendo alta, y los periodos de baja producción eólica siguen planteando grandes retos. La insistencia del gobierno en descartar la energía nuclear fuerza a Irlanda a una situación precaria en la que los costes de la energía siguen siendo volátiles y la fiabilidad de la red está cada vez más en peligro.
El Impuesto sobre el Carbono: ¿Una carga para los ciudadanos?
Irlanda fue uno de los primeros países de la UE en introducir un impuesto sobre el carbono en 2010, que aumentó progresivamente hasta 41 euros por tonelada en 2024, con planes para alcanzar los 100 euros por tonelada en 2030. Aunque los responsables políticos afirman que este impuesto incentiva las opciones más ecológicas, en realidad supone una carga excesiva para los hogares y las empresas que ya están luchando con los elevados costes de la energía. Los impuestos sobre el carbono afectan desproporcionadamente a las personas con rentas más bajas, mientras que tienen escaso impacto en los grandes contaminadores, que pueden limitarse a absorber los costes o repercutirlos en los consumidores.
Avances legislativos con resultados inciertos
La Ley de Acción Climática y Desarrollo con Baja Emisión de Carbono (2021) proporciona un marco jurídicamente vinculante para las políticas climáticas de Irlanda, pero su eficacia sigue siendo discutible. Sin energía nuclear ni grandes avances tecnológicos, no está claro cómo Irlanda cumplirá estos objetivos de emisiones legalmente vinculantes sin paralizar su economía o deslocalizar las emisiones a otros países.
Los retos climáticos de Irlanda en el contexto de la UE
Agricultura y emisiones de metano: ¿Un problema sin solución?
Uno de los mayores retos para Irlanda es su sector agrícola, que representa casi el 38% del total de las emisiones nacionales, debido principalmente al metano procedente del ganado. A pesar de los llamamientos a reducir la cabaña ganadera nacional, esto es política y económicamente inviable, dada la dependencia económica de Irlanda de las exportaciones de productos lácteos y carne de vacuno. Las soluciones propuestas incluyen:
- Reducir la cabaña ganadera nacional: un planteamiento poco realista y económicamente devastador.
- Fomentar la adopción de técnicas agrícolas sostenibles, aunque éstas siguen sin estar probadas a gran escala.
- Promover la forestación y la captación de carbono del suelo, pero estas medidas por sí solas no pueden compensar las emisiones de un sector que constituye la columna vertebral de la economía irlandesa.
Transporte y dependencia de los combustibles fósiles: No hay solución fácil
El sector del transporte de Irlanda sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, y contribuye en torno al 20% de las emisiones nacionales. A diferencia de muchos países europeos, Irlanda ha tardado en adoptar soluciones de transporte público debido a la escasa inversión en infraestructuras y a la dispersión de la población rural. El impulso a la adopción generalizada de vehículos eléctricos ( VE) se enfrenta a numerosos obstáculos, como el elevado coste de los VE, las inadecuadas redes de recarga y la dependencia de la electricidad que todavía se genera a partir de combustibles fósiles.
Vivienda e ineficiencia energética: ¿Esperanzas poco realistas?
La ineficiencia del parque inmobiliario irlandés es un problema bien conocido, pero la rehabilitación de las viviendas es un proceso lento y costoso. Aunque el gobierno ha introducido programas de subvenciones a la rehabilitación, la magnitud de las obras necesarias es asombrosa, y muchos propietarios no pueden permitirse las mejoras necesarias. Sin energía nuclear ni otras fuentes de energía fiables, la red irlandesa sigue siendo vulnerable, y es poco probable que los precios de la energía bajen en un futuro próximo.
El papel de Irlanda en la configuración de la política climática de la UE: ¿Un ejercicio inútil?
Como Estado miembro, Irlanda no se limita a seguir las políticas climáticas de la UE, sino que influye activamente en ellas. Sin embargo, dada su estructura económica y sus realidades geográficas, Irlanda se encuentra a menudo abogando por:
- Flexibilidad en los objetivos de emisiones de la agricultura, pero con un éxito limitado.
- Aumento de la financiación de proyectos de energías renovables, aunque sin la nuclear, ésta sigue siendo una solución incompleta.
- Un marco de transición justa que garantice que las comunidades rurales y agrícolas no se vean desproporcionadamente afectadas, aunque muchos se preguntan si esto es factible.
Aunque Irlanda apoya los impuestos fronterizos sobre el carbono, que pretenden evitar la fuga de carbono de las importaciones con altas emisiones, es poco probable que estas medidas compensen los problemas más generales causados por una estrategia de descarbonización desequilibrada que excluye la energía nuclear.
Perspectivas de futuro: ¿Es sostenible la estrategia climática de Irlanda?
Con la UE intensificando su impulso hacia la neutralidad climática, Irlanda se enfrenta a un camino cada vez más difícil. Quedan por resolver varias cuestiones fundamentales:
a. Aumentar la energía renovable, pero sin un plan de apoyo
Los ambiciosos planes irlandeses de expansión de la energía eólica marina pueden ofrecer cierto alivio, pero la falta de una fuente fiable de energía de base significa que la seguridad energética sigue en peligro. A menos que se reconsidere la energía nuclear, Irlanda seguirá dependiendo de los combustibles fósiles como respaldo, lo que socavará sus objetivos climáticos.
b. La agricultura: ¿Un sector en crisis?
Los llamamientos a reducir las emisiones agrícolas sin una alternativa viable corren el riesgo de perjudicar a la economía rural irlandesa, al tiempo que no aportan beneficios climáticos significativos. La suposición de que las nuevas tecnologías aportarán soluciones a tiempo dista mucho de ser cierta.
c. Impuesto sobre el carbono: ¿Más daño que bien?
Si los impuestos sobre el carbono siguen aumentando, la carga económica sobre los hogares y las empresas puede llegar a ser insostenible. En lugar de imponer los costes a los consumidores, los responsables políticos deberían considerar enfoques alternativos, como incentivar la inversión nuclear o la innovación tecnológica en la captura de carbono. El papel de Irlanda en las políticas de cambio climático de la UE está plagado de contradicciones. Aunque el gobierno se ha comprometido a alcanzar unos objetivos ambiciosos de reducción de emisiones, su rechazo a la energía nuclear, su dependencia de unos impuestos sobre el carbono ineficaces y unas políticas agrícolas poco realistas hacen que alcanzar estos objetivos sea muy improbable sin graves consecuencias económicas. Sin grandes cambios políticos, Irlanda puede encontrarse en lo peor de ambos mundos: no cumplir los objetivos climáticos de la UE y, al mismo tiempo, imponer costes paralizantes a su economía. Es hora de adoptar un enfoque más pragmático y tecnológicamente diverso de la política climática.