La gestión de la migración y las cuestiones de seguridad relacionadas es uno de los principales retos a los que se enfrentan hoy las instituciones europeas. En este contexto, Dinamarca e Italia han desempeñado un papel clave en la promoción de un proceso de actualización del sistema convencional del Consejo de Europa; un proceso que se considera necesario para abordar eficazmente la dinámica contemporánea. La reciente aprobación por veintisiete Estados miembros, el10 de diciembre, de una declaración conjunta sobre el Convenio Europeo de Derechos Humanos representa un paso clave en este proceso. La iniciativa, apoyada con entusiasmo por ambos gobiernos, expresa la necesidad de un equilibrio renovado entre la protección de los derechos fundamentales y la protección de la seguridad pública, especialmente en relación con las decisiones de expulsión y los procedimientos que afectan a ciudadanos extranjeros condenados por delitos graves.
LA DECLARACIÓN CONJUNTA Y EL PAPEL DE LOS DOS LÍDERES EUROPEOS
La aprobación de la declaración durante la Conferencia de Ministros de Justicia en Estrasburgo marca una evolución significativa en el enfoque del Consejo de Europa sobre las cuestiones de migración. Dinamarca, a través de su Primer Ministro, hizo hincapié en la urgencia de garantizar que las personas condenadas por delitos graves puedan ser expulsadas de su territorio nacional. Según la postura danesa, determinadas interpretaciones jurisprudenciales del Convenio Europeo de Derechos Humanos han acabado por obstaculizar tales procedimientos, imponiendo límites considerados excesivamente restrictivos con respecto al objetivo de proteger la seguridad colectiva. El Primer Ministro insistió en la necesidad de recalibrar la relación entre los intereses públicos y los derechos individuales, subrayando que la adaptación del marco normativo actual contribuiría a aumentar la sensación de seguridad de los ciudadanos. Italia se congratuló del apoyo recibido por la declaración, reconociéndola como la consolidación de un proceso diplomático iniciado en meses anteriores. La Primera Ministra destacó que su gobierno ha trabajado para reforzar la dimensión exterior de las políticas migratorias europeas, promoviendo soluciones innovadoras y situando la cuestión en el centro de las prioridades del G7. El amplio apoyo de los Estados miembros se interpretó como una señal política significativa, que confirma la necesidad de reinterpretar la Convención a la luz de los retos actuales, sin comprometer sus principios, sino haciendo más eficaz su aplicación práctica.
MIGRACIÓN, SEGURIDAD Y NECESIDAD DE ACTUALIZAR EL MARCO CONVENCIONAL
La declaración aprobada en Estrasburgo pone de manifiesto el cambiante contexto jurídico y social en el que tiene lugar la aplicación del Convenio Europeo de Derechos Humanos. La cuestión central se refiere a la adecuación de los instrumentos jurídicos existentes para regular las situaciones que afectan a las personas condenadas por delitos graves y su residencia en suelo europeo. Las preocupaciones planteadas por Dinamarca e Italia se refieren a la dificultad, surgida en diversos contextos nacionales, para proceder a la expulsión de personas consideradas peligrosas, debido a la interpretación de las protecciones garantizadas por el Convenio. Los dos dirigentes europeos consideran que el sistema debe actualizarse -respetando sus valores fundacionales- para permitir a los Estados intervenir más eficazmente en materia de seguridad. Este enfoque no pretende debilitar la protección de los derechos fundamentales, sino introducir una mayor claridad en la definición del equilibrio entre las necesidades públicas y los derechos individuales. Concretamente, la idea subyacente es garantizar que el principio de seguridad colectiva no quede desproporcionadamente subordinado a interpretaciones jurídicas que corren el riesgo de producir efectos contrarios a la protección de la población. El enfoque expresado en la declaración, por tanto, representa un intento de conciliar las libertades individuales y las políticas de control de la inmigración, en el marco del Estado de Derecho.
CONTINUIDAD CON INICIATIVAS ANTERIORES Y DESARROLLO DEL DEBATE
La declaración aprobada por el Consejo de Europa se basa en un proceso ya iniciado con la carta abierta sobre los convenios internacionales, promovida por Dinamarca e Italia en mayo de 2025 y firmada por nueve Estados miembros. Este documento anticipaba las preocupaciones que ahora comparte un abanico mucho más amplio de países, proponiendo un debate inicial sobre la cuestión de la adaptación de las normas internacionales a la complejidad de la migración contemporánea. El creciente consenso en torno a estas posiciones indica un cambio de perspectiva en el seno de la organización paneuropea, cada vez más sensible a la necesidad de instrumentos jurídicos capaces de conciliar los derechos individuales y la seguridad. El debate iniciado en Estrasburgo continuará en los próximos meses en colaboración con el Consejo de Europa, con el objetivo de consolidar una posición compartida que pueda formalizarse en la Reunión de Ministros de Asuntos Exteriores prevista para mayo de 2026 en Chisinau (Moldavia). Este plazo representa el momento hacia el que convergen las diversas iniciativas políticas y diplomáticas lanzadas por Italia y Dinamarca, con el fin de definir un nuevo marco interpretativo de la Convención capaz de responder a las necesidades de una época caracterizada por dinámicas migratorias rápidas y complejas.
PRÓXIMOS PASOS
La iniciativa conjunta de Dinamarca e Italia demuestra cómo la cuestión de la seguridad y la gestión de la migración se ha convertido en un caso de prueba para la capacidad del Consejo de Europa de actualizar sus instrumentos normativos. La declaración aprobada en Estrasburgo señala la voluntad generalizada de reconsiderar la aplicación del Convenio Europeo de Derechos Humanos en un contexto profundamente cambiado en comparación con el pasado. El protagonismo de los dos países, la ampliación de la coalición de Estados a favor de un proceso de reforma y la perspectiva de una mayor consolidación del debate en 2026 marcan un momento crucial para la evolución del sistema europeo de protección de los derechos fundamentales y la seguridad colectiva.