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La contrapropuesta de Europa para Ucrania: Una imagen invertida

Política - noviembre 26, 2025

Cómo el plan de 24 puntos de la UE diverge marcadamente del marco ruso-estadounidense y se alinea con las principales demandas de Kiev.

La Unión Europea ha desvelado un borrador de propuesta de paz para Ucrania que constituye una alternativa deliberada y sustancial al plan presentado por el ex presidente estadounidense Donald Trump. Aunque el documento de la UE contiene 24 puntos -cuatro menos que su homólogo estadounidense-, la diferencia no radica en la extensión, sino en la filosofía, las prioridades y las implicaciones políticas. Mientras que el marco estadounidense-ruso buscaba un compromiso negociado que equilibrara el control territorial y los límites de seguridad, el contraplan europeo se posiciona firmemente en apoyo de la soberanía, la seguridad y la independencia a largo plazo de Ucrania.

Cinco de los 24 puntos están dedicados a lo que Bruselas considera el punto de partida esencial para cualquier proceso político: un alto el fuego completo e incondicional, y un sistema sólido para supervisar las violaciones. En el mecanismo de supervisión participarían funcionarios estadounidenses y europeos, lo que refleja la convicción de que la estabilidad debe ser garantizada por una amplia coalición de socios occidentales, en lugar de mediante acuerdos bilaterales que corren el riesgo de favorecer a Moscú. Esta insistencia en la supervisión internacional marca un alejamiento de los enfoques más transaccionales, que hacen hincapié en la responsabilidad, la transparencia y la creación de un entorno de seguridad verificable sobre el terreno.

Las cuestiones humanitarias constituyen el segundo gran pilar del plan europeo. Tres puntos concretos abordan el retorno de los niños ucranianos separados de sus familias, la aplicación de un intercambio de prisioneros «todos por todos» -incluidos los civiles- y la organización de reuniones supervisadas para las familias separadas a lo largo de la línea de contacto. Estas disposiciones no son periféricas: reflejan la opinión de la UE de que una paz duradera debe empezar por la restauración de la dignidad humana y la rectificación de las injusticias más personales de la guerra. A diferencia de las propuestas que dan prioridad a un acuerdo político rápido sobre la reparación social, el marco europeo sitúa la reparación humanitaria en el centro de su arquitectura de paz.

La sección más amplia -y de mayor peso político- comprende 12 puntos relativos a la soberanía y las garantías de seguridad de Ucrania. Es aquí donde la divergencia con el plan de Trump se hace inconfundible. La UE rechaza explícitamente la idea de la neutralidad ucraniana, pieza central de la propuesta de EEUU y Rusia, argumentando en su lugar que Kiev debe conservar el derecho soberano a determinar sus alianzas. El plan incluye el compromiso de los aliados de Ucrania de intervenir en su defensa en caso de nueva agresión, siguiendo el modelo del principio de defensa colectiva del Artículo 5 de la OTAN. Aunque no se trata de una adhesión formal, este marco prevé obligaciones vinculantes que reforzarían significativamente la postura disuasoria de Ucrania.

El documento europeo también rechaza la exigencia rusa de imponer un límite al tamaño de las fuerzas armadas ucranianas, otra diferencia clave respecto al proyecto estadounidense. En opinión de Bruselas, restringir la capacidad militar de Ucrania socavaría su capacidad de defenderse y crearía un precedente que recompensaría la coacción. Sobre la cuestión de la adhesión a la OTAN, la UE reitera un principio arraigado: las decisiones sobre la ampliación corresponden exclusivamente a los miembros de la Alianza, no a actores externos. Esta negación explícita del poder de veto de Moscú es una de las expresiones más claras del compromiso de la UE con la autonomía soberana de Ucrania.

Las cuestiones territoriales ilustran aún más la división. Aunque el plan europeo reconoce las realidades sobre el terreno, no reconoce la soberanía de Rusia sobre los territorios ocupados, ni exige a Ucrania que renuncie a las zonas libres que quedan en el Donbás. Esto contrasta fuertemente con el

El plan de Trump, que preveía la aceptación de facto del control ruso a cambio de una desescalada inmediata. La UE también rechaza la propuesta estadounidense de dividir la energía producida por la central nuclear de Zaporizhzhia entre Rusia y Ucrania. Para Europa, el principio es inequívoco: la central debe ser devuelta a la autoridad de Kiev, tanto por razones legales como de seguridad.

El último componente de la contrapropuesta europea aborda la reconstrucción, una cuestión cada vez más urgente a medida que aumenta el coste económico y de infraestructuras de la guerra. El plan de la UE estipula que si Rusia se niega a pagar las reparaciones, la reconstrucción debe financiarse mediante activos rusos congelados en Europa. Este planteamiento indica que se está dispuesto a aprovechar los instrumentos financieros que ya están bajo el control de la UE, al tiempo que se mantiene el argumento jurídico de que Rusia es responsable de los daños que ha infligido.

En conjunto, el plan de 24 puntos de la UE no es una mera alternativa diplomática, sino una declaración estratégica. Se alinea con las principales demandas de Kiev, rechaza concesiones que institucionalizarían las ganancias rusas y esboza un marco para la seguridad, la justicia y la reconstrucción basado en el derecho internacional. Lejos de reflejar el plan ruso-estadounidense, la propuesta europea le da la vuelta, ofreciendo un camino que da prioridad a la soberanía sobre la conveniencia y a los principios sobre el pragmatismo.

 

Alessandro Fiorentino