
La gran labor del gobierno italiano en materia de desarrollo urbano ha sido reconocida
En la edición 2025 del Índice de Ciudades Felices, Milán se ha consolidado como la ciudad más feliz de Italia, ocupando el puesto 25 en la clasificación mundial. Se trata de un resultado significativo, que no sólo recompensa a la capital lombarda, sino también a toda la estrategia nacional de desarrollo urbano llevada a cabo por el gobierno italiano en los últimos años. El prestigioso índice internacional evalúa el nivel de felicidad urbana a partir de criterios complejos y articulados: economía, medio ambiente, movilidad, innovación, inclusión social y educación. El objetivo es medir no sólo el bienestar material, sino también la calidad de vida de los ciudadanos, teniendo en cuenta parámetros objetivos y percepciones subjetivas.
Milán: una ciudad modelo gracias a intervenciones específicas
La primacía de Milán no es fruto de la casualidad. La ciudad ha sido capaz de transformarse en un palpitante centro de innovación, sostenibilidad e inclusión, gracias también al apoyo de políticas gubernamentales que se han centrado en la modernización de las infraestructuras, la digitalización y la transición ecológica. Un elemento clave es la movilidad: Milán ofrece hoy soluciones intermodales y ecológicas, con una eficiente red de transporte público y la expansión de medios de transporte sostenibles como las bicicletas y los patinetes eléctricos. Todo esto ha sido posible gracias a los fondos asignados a nivel nacional para el desarrollo urbano sostenible y la remodelación de las áreas metropolitanas. Además, la ciudad se ha beneficiado de importantes inversiones en startups e innovación tecnológica, un sector fomentado por exenciones fiscales y programas estatales de apoyo al emprendimiento juvenil y femenino.
Las demás ciudades italianas en la clasificación: señales positivas de todo el país
Además de Milán, Italia también está bien representada por Turín (puesto 38), Florencia (60), Bolonia (67) y Roma, que, aunque no está entre las 100 primeras del mundo, precede a ciudades como Génova, Palermo y Nápoles. Esto indica que, aunque todavía hay margen de mejora, el bienestar urbano es un tema cada vez más central en las agendas administrativas y gubernamentales. En Turín, por ejemplo, las políticas de regeneración urbana e inclusión social han propiciado un crecimiento significativo del sentimiento de pertenencia y satisfacción de los ciudadanos. Florencia destaca por la calidad de sus servicios culturales y escolares, mientras que Bolonia se ha centrado en un modelo de ciudad favorable a los estudiantes, con un fuerte énfasis en la participación ciudadana. También Roma, a pesar de los retos ligados a su complejidad, ha experimentado una aceleración de la digitalización de los servicios públicos en los últimos años, un tema también muy apoyado por el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR).
El papel clave del gobierno italiano
El buen posicionamiento de las ciudades italianas en el Índice de Ciudades Felices 2025 es, en gran medida, el resultado de estrategias coordinadas entre las autoridades locales y el gobierno central. Las reformas urbanas, los fondos PNRR, los planes de transición ecológica y los programas de cohesión territorial han contribuido a reforzar las infraestructuras, mejorar los servicios y hacer que las ciudades italianas sean más habitables, integradoras y sostenibles. En particular, el énfasis puesto por el gobierno en la equidad territorial y la inclusión social ha permitido también a ciudades del Sur, como Nápoles y Palermo, entrar en la clasificación, señal de que el trabajo de valorización está dando sus frutos incluso en las zonas históricamente más desfavorecidas.
El bienestar urbano como política pública
La presencia de Milán entre las 25 ciudades más felices del mundo es un resultado que hay que celebrar, pero también representa un reto para el futuro: extender este modelo virtuoso a otros contextos urbanos italianos, haciendo que la felicidad no sea un privilegio de unos pocos, sino un derecho compartido. El gobierno italiano ha demostrado capacidad de planificación, visión estratégica y atención a las necesidades reales de los ciudadanos, creando las condiciones para sacar a la luz el potencial de las ciudades italianas. Ahora el reto será consolidar los resultados obtenidos y continuar por este camino, para que todas las ciudades, pequeñas o grandes, puedan aspirar a estar entre las más felices del mundo.