fbpx

Si no hubiera nacido polaco, me gustaría ser español.

Cultura - octubre 18, 2022

Con estas palabras el Primer Ministro Mateusz Morawiecki inició su discurso en Madrid, durante el acto de VOX «Viva 22», dedicado a la historia de España.

Y, en efecto, tanto la historia de España como la de Polonia representan las dos antiguas alas de una única águila cristiana europea, el ala occidental y el ala oriental, como proclamó persuasivamente el Sr. Morawiecki ante 15.000 asistentes.

En cuanto a España, a principios del siglo IV ya se celebraban concilios cristianos en Sevilla. En 589, durante el tercer Concilio de Toledo, el rey Reccared se convirtió de la herejía arriana al cristianismo.

Los españoles tardaron ocho siglos en expulsar a los musulmanes de la Península Ibérica, que habían invadido en el año 711. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, llamados los «Reyes Católicos», culminaron la obra de sus antepasados reconquistando Granada en enero de 1492.

El año 1492 marcó también el inicio de la evangelización por parte de España de todo el continente americano, así como de muchos otros territorios del mundo. El imperio de España ha sido descrito no como un ejemplo de colonización, sino como la fundación de grandes naciones hermanas con los mismos derechos para sus habitantes que los de la metrópoli (esto se ha denominado «las Españas», en plural, unidas bajo la corona católica hispánica).

En 1813 España derrotó al ejército de Bonaparte, un año antes de la caída del emperador masón. Sin embargo, la revolución liberal que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX precipitó a la gran nación española a la mediocridad dentro de la escena internacional.

El 1 de abril de 1939, el ejército nacional español demostró que aplastar al comunismo en una guerra requería grandes esfuerzos, aunque no era imposible, a pesar de la experiencia previa de Rusia (y los casos posteriores de China, Corea, Vietnam o Cuba).

En cuanto a Polonia, fue bautizada en el año 966, otorgando un vínculo nacional al pueblo que había habitado la tierra durante muchos siglos antes. El príncipe San Casimiro simbolizó para siempre durante el siglo XV el carácter de la nación.

El rey Juan III Sobieski salvó a Europa en 1683, cuando, como comandante en jefe de la Santa Liga, derrotó en Viena a un ejército turco que doblaba en número a los cristianos. El retrato de la Virgen acompañó a las tropas europeas, asegurando su victoria final.

En 1791, Polonia aprobó su primera Constitución escrita, proclamada en nombre de Dios, Uno en la Santísima Trinidad.

La Segunda Guerra Mundial fue testigo de la división de Polonia entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, echando a suertes a la nación como antes de la crucifixión de Nuestro Señor hicieron los soldados romanos. El martirio de Maksymilian Maria Kolbe, Edith Stein y muchos otros fue la semilla de lo que vendría en nuestro tiempo(semen est sanguis Christianorum).

Durante la Guerra Fría, el comunismo ruso no pudo suprimir la fe católica en Polonia, que a finales del siglo pasado resurgió con una fuerza extraordinaria junto con el liderazgo carismático del papa Juan Pablo II y el del sindicato Solidaridad, Lech Walesa.

Ahora, bajo el gobierno del PiS de Morawiecki, Polonia está en alza en Europa y un reciente Estadística de Eurostat sitúa al país como el octavo que más igualdad ha conseguido para su población, muy por encima de la media y especialmente de España, antepenúltima entre las 27 naciones de la Unión, según los mismos datos públicos.

Fuente de la imagen: Dorczeczy.pl

The text was translated by an automatic system