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Rusia-Ucrania: El juego entre Oriente y Occidente se cierne sobre el diálogo

El 12 de mayo, pocos días después de su elección al trono pontificio, el nuevo Papa León XIV se reunió con representantes de los medios de comunicación internacionales instándoles a ser verdaderos pacificadores en su trabajo: «desarmemos las palabras y ayudemos a desarmar la tierra», dijo el Pontífice. Al mismo tiempo, se difundió la noticia de una conversación telefónica entre el Santo Padre y el primer ministro ucraniano Zelensky, que supuestamente se centró en la necesidad de lograr una paz justa para Kiev, así como en la liberación de presos y el regreso de los niños ucranianos deportados a Rusia. Sobre este asunto, Zelensky también habría pedido la ayuda directa de la diplomacia vaticana para abrir un canal y permitir el retorno. Del mismo modo, el primer ministro habría explicado al Pontífice los términos del alto el fuego de 30 días, además de reiterar la absoluta disposición de Kiev a continuar con las negociaciones en cualquiera de sus formas, incluso con conversaciones directas. No se trata de un simple diálogo ritual, sobre todo si lo enmarcamos en la dinámica internacional que se está desencadenando en estas horas y que podría -en los próximos días, o más probablemente en las próximas semanas- escribir un nuevo capítulo en la historia del conflicto entre Rusia y Ucrania.

EL CÉSAR

Se trata de una cuestión que no se limita a las fronteras nacionales, sino que está afectando fuertemente a los límites y características del equilibrio internacional. Con la última «cumbre de los dispuestos» y la propuesta de un alto el fuego de 30 días, se iba a abrir un nuevo canal y una nueva posibilidad de diálogo y encuentro para emprender el camino hacia la resolución del conflicto. Desgraciadamente, como suele ocurrir en estos casos, la situación es mucho más compleja de lo que cabe imaginar. Podríamos decir que se parece a una partida de póquer, pero dado que entre los jugadores del asunto se encuentran la Rusia de Vladimir Putin y los EEUU de Donald Trump, quizá la metáfora del ajedrez sea mucho más apropiada.

UN JUEGO DE AJEDREZ

La apertura del juego está ciertamente representada por el llamamiento a un alto el fuego incondicional de 30 días realizado tras la Cumbre de los dispuestos directamente por el Primer Ministro francés, Emmanuel Macron, tras llegar a un acuerdo con el Canciller alemán, Friedrich Merz, su homólogo británico, Keir Starmer, y el Primer Ministro polaco, Donald Tusk. Una decisión que esta vez, tras meses de indecisión y observación desde la barrera, cuenta también con el apoyo de Estados Unidos. El contramovimiento ruso vino dictado sin duda por este nuevo realineamiento, casi una soldadura de la Alianza Atlántica tan cuestionada en los últimos meses. Vladimir Putin querría llevar la cuestión un poco más lejos (aunque habrá que ver si a las palabras siguen los hechos) planteando la posibilidad de iniciar negociaciones directas con Ucrania ya esta semana con la mediación del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Rusia casi parece querer descubrir su versión, por lo que, tras la invitación, EEUU aconsejó inmediatamente a Zelensky que aceptara, para poner a prueba las verdaderas intenciones del Kremlin.

EL PAPEL DE TURQUÍA

Por supuesto, la elección de Putin de implicar al primer ministro turco no es casual. En primer lugar, hay que recordar cuál era la posición de Erdogan respecto a Moscú durante el conflicto. Además de haber estado mucho más cerca de su aliado comercial, el primer ministro turco en esta coyuntura también puede ser útil a Putin para reducir la presencia estadounidense en la escena internacional, tanto en lo que respecta a la implicación directa del presidente Trump como al papel (considerado marginal) desempeñado hasta ahora por el enviado de la Casa Blanca, Steve Witkoff.

LOS RESULTADOS DEL ACERCAMIENTO

Que se reanuden las conversaciones y se detengan las hostilidades (aunque sea temporalmente) es sin duda deseable. El calendario de este alto el fuego y de las posibles reuniones en la cumbre no está bien definido por el momento, como tampoco lo están los bandos que desempeñarían los distintos actores. Lo que es seguro es que la Cumbre de los dispuestos intentará de algún modo labrarse un papel, que, sin embargo, podría quedar marginado por el renovado interés estadounidense o por el protagonismo -transmitido por Rusia- del primer ministro turco.