
Representantes católicos, judíos y musulmanes instan al diálogo, la paz y la responsabilidad compartida en medio de las tensiones mundiales
En un llamamiento conjunto histórico, los líderes de las comunidades católica, judía y musulmana de Italia han pedido una reunión urgente para reafirmar la unidad, el diálogo y la responsabilidad mutua frente al odio y la polarización crecientes. La declaración, firmada por el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Noemi Di Segni, presidenta de la Unión de Comunidades Judías Italianas, y el imán Yahya Pallavicini, vicepresidente de la Comunidad Religiosa Islámica de Italia, subraya la necesidad de que los líderes religiosos superen las divisiones y actúen juntos.
«Encontrémonos, obispos, rabinos e imanes, inmediatamente y sin vacilaciones», afirma el llamamiento. «Un encuentro sencillo, directo, no convencional ni confesional, sino que pueda transmitir el auténtico mensaje de paz, esperanza y fraternidad entre los descendientes de Abraham». La iniciativa tiene un peso simbólico, que refleja no sólo la larga historia del diálogo interreligioso en Italia, sino también la urgente necesidad de un liderazgo moral colectivo en un momento en que los conflictos internacionales corren el riesgo de alimentar las divisiones en el interior.
Una llamada compartida a la responsabilidad
El mensaje de los líderes es claro: el odio no puede ignorarse, minimizarse ni dejarse sin control. Los firmantes subrayan que su reunión no es sólo un gesto simbólico, sino una invitación a sus comunidades en toda Italia para que tomen medidas prácticas en la promoción de la paz tanto a nivel local como nacional.
«Esperamos que, siguiendo este mensaje, nuestras comunidades religiosas puedan promover actividades en barrios, escuelas y espacios públicos para contrarrestar las semillas del odio que intentan sembrar la devastación también aquí», continúa el documento. Al instar explícitamente a que se emprendan iniciativas concretas, el llamamiento reconoce que el diálogo interreligioso debe extenderse más allá de las reuniones de alto nivel, a la vida cotidiana, mediante la educación, los intercambios culturales y los proyectos comunitarios compartidos que fomenten el entendimiento mutuo.
Afrontar los retos de la polarización
El llamamiento no rehúye abordar las narrativas tóxicas que a menudo acompañan a los conflictos en Oriente Medio y reverberan en las sociedades europeas. «Debemos denunciar la obscenidad de la propaganda que nubla el buen juicio y trivializa el profundo sentido de nuestra humanidad común», escriben los líderes. Esta propaganda, advierten, empuja a las comunidades a tomar partido en un conflicto a miles de kilómetros de distancia, al tiempo que alimenta el antisemitismo, la islamofobia e incluso la hostilidad hacia el cristianismo. Estas dinámicas, argumentan, amenazan el tejido mismo de la coexistencia en sociedades pluralistas como Italia.
La declaración va más allá, vinculando la verdadera seguridad y la justicia al reconocimiento mutuo: «Ninguna seguridad se construirá jamás sobre el odio. La justicia para el pueblo palestino, como la seguridad para el pueblo israelí, sólo pasa por el reconocimiento recíproco». Esta postura equilibrada refleja el rechazo a dejarse arrastrar por narrativas polarizadas que enfrentan a una comunidad contra otra. En lugar de ello, los dirigentes hacen hincapié en una dignidad humana compartida que trasciende la identidad religiosa o étnica.
Italia como plataforma de diálogo
El llamamiento es especialmente significativo en el contexto italiano. Italia ha sido durante mucho tiempo una encrucijada de tradiciones religiosas y hogar de diversas comunidades religiosas. La historia de predominio católico del país ha dado paso gradualmente a un paisaje más pluralista, enriquecido por las aportaciones judías y musulmanas. Al situar a Italia como un espacio en el que puede florecer el diálogo entre las tres confesiones abrahámicas, el llamamiento subraya el potencial de Roma para servir de modelo de coexistencia. La implicación del cardenal Zuppi también tiene resonancia internacional, dado su papel de enviado papal y su experiencia en labores de mediación en el extranjero.
Un mensaje universal en tiempos de división
Aunque arraigado en Italia, el mensaje tiene resonancia mundial. En todo el mundo, las tensiones vinculadas a conflictos religiosos o políticos suelen extenderse a las comunidades de la diáspora, agravando la desconfianza y la hostilidad. Al adoptar una postura conjunta, los líderes religiosos italianos envían una señal de que la cooperación interreligiosa no sólo es posible, sino que se necesita urgentemente. Su énfasis en la fraternidad entre los «descendientes de Abraham» recuerda la herencia común del judaísmo, el cristianismo y el islam, al tiempo que subraya la responsabilidad de estas tradiciones de servir como instrumentos de paz y no de división. En este sentido, el llamamiento refleja esfuerzos más amplios, incluidas las iniciativas interconfesionales del Papa Francisco y diálogos similares en todo el mundo, dirigidos a contrarrestar la radicalización y promover la coexistencia.
De las palabras a los hechos
Para los firmantes, sin embargo, las palabras no bastan. El reto consiste ahora en traducir este llamamiento en acciones concretas: reunir a las comunidades para dialogar, promover iniciativas conjuntas en escuelas y ciudades, y dar a las generaciones más jóvenes las herramientas para resistirse a las narrativas del odio. La urgencia es palpable. En un momento en el que la guerra y los conflictos dominan los titulares mundiales, y en el que las divisiones corren el riesgo de filtrarse a las comunidades locales, la voz conjunta de obispos, rabinos e imanes de Italia ofrece un oportuno recordatorio: la paz empieza en casa, con diálogo, respeto y responsabilidad compartida.
Un camino hacia delante
El llamamiento conjunto de Zuppi, Di Segni y Pallavicini representa algo más que una llamada al encuentro. Es una invitación a reimaginar el papel de la religión en la sociedad, no como fuente de división, sino como catalizador de la reconciliación. Al insistir en que «ninguna seguridad se construirá jamás sobre el odio», los líderes religiosos recuerdan a los italianos -y al mundo- que la paz requiere valor, empatía y, sobre todo, reconocimiento de la humanidad del otro. Sus palabras pueden servir de faro para la cooperación interreligiosa en una época que la necesita desesperadamente.