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Proyecto vital para la seguridad energética de Europa Central, bloqueado por culpa de Rumanía

Energía - mayo 14, 2025

El Corredor Vertical de Gas Natural, un importante proyecto estratégico para la seguridad energética de los países de Europa Central y Sudoriental, se enfrenta, casi tres años después de su inicio, a pesar del apoyo político y financiero declarado de la Unión Europea y EEUU, a importantes obstáculos en su ejecución. Para quienes no estén familiarizados con este proyecto, debemos responder a la pregunta: ¿qué es este Corredor Vertical? Pues bien, el Corredor Vertical es un sistema integrado de gasoductos que permitiría transportar gas natural desde Grecia (a través de las terminales de GNL de Alexandroupolis), pasando por Bulgaria y Rumanía, hasta Moldavia, Ucrania, Hungría y Eslovaquia. El objetivo de este proyecto de infraestructura energética es reducir la dependencia europea del gas procedente de la Federación Rusa, en un contexto de tensiones geopolíticas agudizadas tras la invasión de Ucrania.

A finales de 2022, se anunció la firma de un acuerdo de cooperación entre Grecia, Bulgaria, Rumanía y Hungría, que puso en marcha la iniciativa de construir un sistema integrado de gasoductos, denominado posteriormente Corredor Vertical de Gas Natural. En un contexto marcado por la crisis energética agravada por el conflicto entre Rusia y Ucrania y la dependencia del gas ruso por parte de Hungría y Eslovaquia, eliminar la dependencia del gas ruso se ha convertido en una prioridad estratégica para la Unión Europea.

Este denominado «Corredor Vertical de Gas» está diseñado para extenderse a lo largo de más de 1.000 kilómetros, con capacidad para invertir el flujo de gas natural, desde las fuentes del sur (Grecia) hasta los puntos de consumo del norte (Hungría, Eslovaquia, Moldavia y, no menos importante, Ucrania). El objetivo es reforzar la seguridad energética de los países del centro y sureste de Europa. Junto con Grecia, Bulgaria, Rumania y Hungría, Eslovaquia, Moldavia y Ucrania también participan en el proyecto, que también financia Estados Unidos a través de USAID. Aunque el proyecto fue acogido inicialmente con entusiasmo y declaraciones optimistas de los funcionarios, está encontrando grandes dificultades, parecidas a una «leyenda urbana», debido a las incertidumbres geopolíticas y al hecho de que Europa sigue beneficiándose del gas ruso a precios competitivos suministrado a través de Turquía y del gasoducto Turkstream.

Por parte griega, DESFA SA (operador del sistema nacional de gas griego) y Gastrade, que transporta gas natural licuado (GNL) desde la estación FSRU de Alexandroupoli. El consorcio ICGB, que gestiona el gasoducto Interconector Grecia-Bulgaria (IGB), reúne también, en pie de igualdad, a la empresa estatal búlgara BEH y al operador estatal griego DEPA, en cooperación con la empresa italiana Edison. En Bulgaria, el operador estatal Bulgartransgaz se encarga de gestionar la red nacional, mientras que en los demás países participan operadores nacionales de transporte de gas.

Unos días antes de la Feria Internacional de Salónica 2024, los representantes de los operadores del Corredor Vertical se reunieron (en Salónica) para reafirmar la necesidad de hacer un uso óptimo de la infraestructura existente e identificar soluciones para superar los cuellos de botella en la ruta del Corredor Vertical. A pesar de una declaración conjunta firmada por nueve empresas, no se menciona el hecho de que la prueba de mercado realizada en julio para Grecia no generó casi ningún interés: los beneficiarios potenciales no han reservado capacidad para los próximos 15 años. Los críticos de varias regiones también señalan la reticencia de los importadores de gas, lo que añade más incertidumbre al progreso del proyecto.

A pesar de estas señales decepcionantes, los operadores creen que la realización del Corredor Vertical sigue siendo esencial, y describen la iniciativa como de gran importancia estratégica que supera las fluctuaciones del mercado a corto plazo. En este contexto, las miradas se vuelven hacia la Comisión Europea, a la que los operadores solicitan una financiación del 50% a través del programa Repower de la UE para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos y lograr la transición verde. A finales del año pasado, en octubre, los operadores de gas de los países implicados en el proyecto se reunieron en Budapest, en el marco de la iniciativa CESEC para la interconexión energética en Europa Central y Oriental, para discutir los detalles de la financiación del Corredor Vertical.

Costes y presupuesto de las obras del Corredor Vertical

Aunque no se ha anunciado oficialmente el importe exacto de la modernización de los sistemas de transmisión, las estimaciones del coste total de las obras rondan los 450 millones de euros. Al mismo tiempo, en Bulgaria se han anunciado inversiones de más de 300 millones de euros, lo que sugiere que el presupuesto final podría ser aún mayor. En este marco, los operadores de gas esperan que la Comisión Europea contribuya significativamente a la financiación, reduciendo los costes de la transición energética.

Orígenes y evolución del proyecto

Las primeras conversaciones sobre la creación del Corredor Vertical de Gas Natural fueron iniciadas ya en 2014 por tres países: Grecia, Bulgaria y Rumanía. Desde entonces, la iniciativa ha pasado por muchos momentos difíciles, y el gasoducto de interconexión IGB, de 182 km de longitud, inaugurado en 2022, es sólo un segmento completado del proyecto. En esta ecuación, el mayor defensor del proyecto del Corredor Vertical es Bulgaria, a través del operador estatal Bulgartransgaz. Bulgartransgaz quiere que esta ruta en territorio búlgaro se convierta en una alternativa a la actual ruta del gas ruso hacia Europa Occidental, utilizando fuentes alternativas en EEUU, Qatar, Egipto y otros países.

Tras el acuerdo alcanzado en otoño de 2023 (después de la reunión de Tesalónica en octubre), los operadores de gas de los estados implicados en el proyecto planearon que en julio de 2024 se realizarían simultáneamente pruebas de mercado entre las empresas importadoras y comercializadoras de gas para evaluar su disposición a utilizar las capacidades adicionales previstas. En función de los resultados de estas pruebas, se tomaría una decisión sobre las inversiones adicionales para ampliar las conexiones. Así, en una maniobra impugnada, Bulgartransgaz (BTG) decidió seguir adelante con la construcción sin una prueba de mercado, invirtiendo unos 600 millones de BGN (equivalentes a 306 millones de euros sin IVA) sin haber firmado contratos de suministro. Bulgartransgaz argumentó que, como la capacidad es permanente, no hay necesidad de reserva a largo plazo.

Al mismo tiempo, el consorcio ICGB, responsable del gasoducto greco-búlgaro, mostró menos interés del esperado inicialmente. Una de las explicaciones era que la situación podría aclararse con la puesta en marcha de la estación FSRU de Alexandroupoli, pero problemas técnicos, como fugas en la tubería que conecta la plataforma flotante con la zona terrestre, han retrasado su funcionamiento.

Rumanía ha paralizado las inversiones en el Corredor Vertical

En Rumanía, el estudio de mercado, realizado por Transgaz (el operador nacional de gas), arrojó resultados negativos debido a la falta de interés comercial en volúmenes adicionales de gas, lo que llevó a la cancelación del procedimiento de inversión, y siguen sin conocerse los futuros pasos que dará el Estado rumano. En Eslovaquia, el proyecto sólo recibió atención cuando se unió a la iniciativa a principios de 2024. Sin embargo, los operadores de gas eslovacos todavía no han dado pasos concretos para reforzar el enlace con Rumanía. En Hungría, que sigue dependiendo del gas natural ruso, no ha habido signos de intensa movilización por parte de las autoridades, mientras que Moldavia y Ucrania se unieron al proyecto hace relativamente poco. Aunque Bulgaria ha manifestado su intención de empezar a abastecer a estos países (Ucrania, Moldavia, Eslovaquia, Hungría y Ucrania) tras la interrupción del tránsito de gas ruso a través de Ucrania, estos planes se han quedado en deseos incumplidos. En concreto, Bulgaria es el único país que está poniendo en práctica la ampliación de las infraestructuras y el aumento de la capacidad de la red de transporte de gas. Aunque esto requiere grandes inversiones, existe el riesgo de que los resultados no den sus frutos. Los analistas establecen un paralelismo con una situación similar en relación con el contrato con la empresa turca BOTAS, por el que Bulgaria reservó anualmente una capacidad de gas considerable, pero no supo aprovechar esa oportunidad, lo que se tradujo en costes elevados sin una utilización real. Pero el operador de gas BTG es optimista y cree que la situación cambiará cuando el gas ruso deje de transitar por Ucrania, momento en que el gas natural se redirigirá a Europa Occidental desde Grecia y Turquía a través de la infraestructura búlgara.

En Grecia, el proyecto de desarrollo de terminales de regasificación de GNL (para alimentar el Corredor Vertical) avanza, aunque a un ritmo más lento, y persiste la preocupación por la rentabilidad. En una conferencia organizada por The Economist, Maria Rita Galli (Directora de DESFA) señaló que la volatilidad del mercado, exacerbada por la presencia del gas ruso a bajo precio en la región mediterránea, dificulta los compromisos a largo plazo con los proyectos de infraestructuras. Al mismo tiempo, el proyecto del Corredor Vertical parece capaz de aumentar la capacidad del gasoducto greco-búlgaro de 3.000 a 5.000 millones de metros cúbicos al año y Gastrade, en colaboración con Bulgartransgaz, planea desarrollar una segunda terminal flotante en Alexandroupoli.

En Bulgaria se está trabajando para aumentar la capacidad de transporte optimizando tres segmentos de la red: dos puntos de entrada tomados de Grecia (los gasoductos Koulata-Siderokastro y Komotini-Stara Zagora) y un enlace de salida en la frontera con Rumanía (zona de Kardam-Negru Voda). El plan más ambicioso de Bulgaria es ampliar el gasoducto hasta Rumanía, con el objetivo de duplicar la capacidad hasta 10.000 millones de metros cúbicos al año, un proyecto en el que participan socios estadounidenses y austriacos. Sin embargo, incluso en este caso, el interés en las pruebas de mercado para ampliar la capacidad ha sido sorprendentemente bajo, en medio de un entorno de mercado impredecible y precios competitivos para el gas suministrado desde Turquía. Además, Bulgaria planea un aumento del 50% de la capacidad de importación de gas de Grecia a partir de enero de 2026, lo que elevaría la capacidad anual a 8.000 millones de metros cúbicos.

Orientaciones y perspectivas estratégicas de la Comisión Europea

Según los últimos debates y reuniones, la Comisión Europea y los países participantes en el proyecto del Corredor Vertical están intentando identificar soluciones sostenibles para la reanudación del proyecto, con el objetivo de finalizar la iniciativa para 2030, en un momento en que la estrategia europea se centra en reducir la dependencia del gas ruso para 2027. Si el proyecto se lleva a cabo, Grecia podría convertirse en un verdadero punto de referencia energético, garantizando la transmisión de gas a Ucrania, Hungría y Eslovaquia, sobre todo a través de la terminal de GNL de Alexandroupoli. Así, el Corredor Vertical abriría el acceso a nuevos mercados y estimularía el crecimiento económico y el desarrollo de perspectivas geopolíticas de gran alcance.

Tres años después de que Rusia invadiera Ucrania y cortara los flujos a través del territorio ucraniano, la Comisión Europea sigue convencida de la importancia del proyecto, insistiendo en que las soluciones deben basarse en el uso de las infraestructuras existentes y los programas de desarrollo a largo plazo, que actualmente permiten el tránsito de unos 10.000 millones de metros cúbicos de gas, que podrían ampliarse a 20.000-25.000 millones de metros cúbicos anuales en condiciones óptimas. Sin embargo, un impedimento importante es el elevado nivel de las tasas de tránsito aplicadas por Rumanía y la República de Moldavia, que aumentan significativamente los costes de tránsito y hacen que todo el proyecto sea económicamente inviable. Además, también se ha debatido la posibilidad de ampliar el gasoducto de interconexión de Grecia a Bulgaria de 3.000 a 5.000 millones de metros cúbicos, y el ICGB está buscando socios inversores para garantizar una financiación sostenible. Este aumento de la capacidad también ayudaría a diversificar las fuentes de suministro, incluido el GNL adicional de las terminales griegas y los recursos del Caspio, todo ello en un contexto mundial de inestabilidad geopolítica. A nivel administrativo, los esfuerzos de Bruselas se centran en una serie de intervenciones destinadas a hacer operativo el corredor, en particular armonizando las tarifas entre los distintos países, para que las diferencias actuales (más notables en el caso de Rumanía y Moldavia) no obstaculicen el proyecto. La Comisión Europea ha reafirmado su intención de continuar con la puesta en marcha del «Corredor Vertical», limitándose a la utilización de las infraestructuras de gas ya existentes y a la integración de otras instalaciones que surjan en el marco de los programas decenales de desarrollo.

En conclusión, el proyecto pretende crear una ruta alternativa de transporte de gas desde Grecia a través de Bulgaria y Rumania hasta Moldavia, Ucrania, Hungría y Eslovaquia. Sin embargo, las tarifas de tránsito impuestas por Rumania y Moldavia, los elevados costes del transporte de sur a norte y las enormes inversiones necesarias para ampliar la infraestructura son los principales obstáculos para el éxito del proyecto. La iniciativa reúne a operadores de gas de siete países – DESFA y Gastrade de Grecia, Bulgartransgaz e ICGB de Bulgaria, Transgaz de Rumania, FGSZ de Hungría, Eustream de Eslovaquia, VMTG de Moldavia y GTSOU de Ucrania – con el objetivo a largo plazo de convertir el tráfico de gas en hasta 25.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, aunque actualmente sólo se transportan 10.000 millones de metros cúbicos a un coste considerable. Al final, Rumania está resultando ser tanto un eslabón crucial como un obstáculo en la realización del Corredor Vertical, debido a las elevadas tarifas de tránsito impuestas, que aumentan los costes y retrasan el avance del proyecto. Esta situación afecta a toda la ruta, que se bifurcará aún más: por un lado a Hungría y Eslovaquia, y por otro a Moldavia y Ucrania.