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El comercio entre la UE y Taiwán a través de los obstáculos conocidos y las nuevas oportunidades

Comercio y Economía - enero 9, 2024

El libre comercio es uno de los objetivos fundamentales de la política económica mundial, pero cuando se trata de las relaciones comerciales entre la Unión Europea (UE) y Taiwán, surgen varios obstáculos que socavan el flujo comercial.

Aunque la Unión Europea mantiene relaciones comerciales con muchas naciones, su postura oficial respecto a Taiwán es ambigua debido a las tensiones entre la isla y la República Popular China, lo que genera el primer obstáculo real a un intercambio con gran potencial comercial y económico. La conocida situación geopolítica de la zona hace que China considere a Taiwán parte de su territorio y dificulta cualquier intento de un país u organización de establecer lazos oficiales con Taipei. La UE, preocupada por no perjudicar sus relaciones con China, evita establecer relaciones comerciales formales con Taiwán, pero tal situación crea un importante obstáculo al libre comercio, negando inevitablemente la posibilidad de negociar acuerdos bilaterales más profundos y de facilitar el intercambio de bienes y servicios entre ambas partes.

Aunque la UE y Taiwán han mantenido históricamente relaciones comerciales, también existen barreras aduaneras y normativas que complican el flujo de mercancías. De hecho, los aranceles a la importación impuestos por ambas partes pueden hacer que los productos sean menos competitivos en el mercado, limitando su accesibilidad mutua. Además, las diferencias en la normativa y las normas de calidad pueden exigir adaptaciones costosas y complicadas para las empresas que quieran operar en ambos mercados. Superar estas barreras exigiría un esfuerzo concertado para alinear las políticas comerciales y simplificar los procedimientos aduaneros. Sin embargo, sin un acuerdo político más amplio, será difícil avanzar en esta dirección, por necesaria que sea.

La UE ha subrayado su intención de reforzar las relaciones comerciales con Asia, pero en este contexto, China es un actor clave, ya que Pekín sigue siendo el principal socio comercial del viejo continente en Asia y la propia Unión Europea, puede mostrarse reacia a tomar medidas que puedan poner en peligro esta relación. La competencia con otros países afecta a los esfuerzos por mejorar el libre comercio con Taiwán, pero la isla, por otra parte, busca diversificar sus socios comerciales, reduciendo la dependencia económica de China. Reforzar los lazos con la UE sería estratégico para Taiwán, pero la percepción de comprometer las relaciones con China representa un reto importante y difícil de resolver para Europa.

Las disparidades económicas y estructurales entre la UE y Taiwán constituyen otro obstáculo no menos importante. Mientras que la Unión Europea es un bloque económico homogéneo con una moneda común, Taiwán es una isla con una fuerte dependencia de las exportaciones y una economía orientada a la producción. Estas diferencias pueden dificultar el establecimiento de reglas y normas que satisfagan a ambas partes. Además, las diferencias de tamaño y estructura de los respectivos mercados pueden afectar a la competitividad de las empresas. Superar estas barreras requeriría un diálogo en profundidad y una cooperación estratégica para garantizar que se tienen en cuenta los intereses de ambas partes.

A pesar de los obstáculos, existen importantes oportunidades para mejorar las relaciones comerciales entre la Unión Europea y Taiwán. Ambos pueden beneficiarse de la diversificación de sus fuentes económicas y de la colaboración en ámbitos clave como la tecnología, la innovación y el desarrollo sostenible. Superar los retos exigirá un planteamiento equilibrado, que tenga en cuenta factores políticos, económicos y estructurales. Un diálogo abierto y constructivo entre las partes implicadas podría conducir a avances significativos para facilitar el libre comercio y crear un entorno más favorable para las empresas y los consumidores tanto en Europa como en Taiwán. Incluso en esta situación, la Comunidad Europea se ve obligada a elegir entre unas relaciones diplomáticas de gran importancia estratégica, como las que mantiene con China, y una colaboración comercial de considerable potencial económico, como la que mantiene con Taiwán. La elección será difícil pero necesaria y deberá hacerse con relativa rapidez.