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Italia ha concedido la mayoría de las nacionalidades a extranjeros

Política - abril 7, 2024

En 2022, principalmente personas originarias de Albania (38 mil), Marruecos (31 mil) y Rumanía (16 mil) se convirtieron en ciudadanos italianos. Estas tres naciones representan el 40% del total de adquisiciones

Según los últimos datos publicados por Eurostat, durante 2022, el número de ciudadanos extranjeros que obtuvieron la ciudadanía italiana creció significativamente, alcanzando un total de 213.716 individuos. Esta cifra representa un aumento del 76% con respecto al año anterior, cuando sólo 121.457 personas habían adquirido la nacionalidad italiana. Esta tendencia creciente se puso de manifiesto en un informe de la Fundación IsmuEts, que destacó cómo en 2022 el 4,3% de los extranjeros residentes en Italia obtuvieron la nacionalidad italiana, en claro contraste con la media de toda la Unión Europea , que se situó en el 2,6%.

A nivel europeo, en 2022, casi un millón de personas obtuvieron la ciudadanía de países de la Unión Europea, registrando un aumento del 20% en comparación con el año anterior, lo que equivale aproximadamente a 163.100 personas más. Italia se confirmó como el país que concedió el mayor número de nuevas ciudadanías, lo que representa el 22% del total de la UE, seguida de España (181.581 ciudadanías, equivalentes al 18% del total de la UE) y Alemania (166.640 ciudadanías , el 17% del total de la UE). Cabe destacar que Italia también registró el mayor aumento de ciudadanías concedidas a residentes no italianos en 2022 en comparación con el año anterior, con un incremento de 92.200 personas, seguida de España con +37.600 y Alemania con +36.600. Por el contrario, se observaron descensos significativos en Francia (-15.900), Países Bajos (-9.300) y Portugal (-3.700).

En cuanto al origen de los nuevos ciudadanos italianos en 2022, resulta que la mayoría de ellos proceden de Albania (38 mil), seguidos de Marruecos (31 mil) y Rumanía (16 mil), que juntos representan el 40% de las nuevas adquisiciones. Además, se observó un aumento significativo de las naturalizaciones de ciudadanos de Argentina, Brasil, Moldavia y Ucrania, con incrementos de más del doble en comparación con el año anterior. Analizando el contexto europeo, los principales países de origen de los nuevos ciudadanos de la UE son Marruecos (112.700 ciudadanías concedidas), Siria (90.400) y Albania (50.300).

Desde el punto de vista demográfico, en 2022 la edad media de las personas que obtuvieron la ciudadanía en los países de la UE fue de 31 años, siendo Grecia el país con la edad media más baja, donde la mitad de los nuevos ciudadanos tienen menos de 21 años. Por el contrario, Chipre tiene la media de edad más alta, 42 años. De estos nuevos ciudadanos, el 39% tiene menos de 25 años, mientras que el 41% se sitúa en la franja de edad de 25 a 44 años y el 20% restante tiene 45 años o más. En concreto, el 26% de los nuevos ciudadanos de la UE son menores de 15 años. Los porcentajes más altos se dan en Francia (34%), Letonia (33%), España (32%) y Bélgica (31%).

Centrándonos en la población joven de nuevos ciudadanos italianos, en 2022 el 26% se sitúa en el grupo de edad de 0 a 14 años. Si consideramos también el grupo de edad entre 15 y 19 años, el porcentaje se eleva al 37% de todas las naturalizaciones. En cuanto al origen de los niños italianos, se observa que la mayoría de ellos proceden principalmente de Pakistán (44%), Bangladesh (42%), Egipto (41%) y Marruecos (39%), mientras que los porcentajes más bajos se registran entre los brasileños (5%), los argentinos (7%) y los ucranianos (10%).

Los datos relativos a las naturalizaciones en Italia en 2022 indican un aumento significativo del número de nuevos ciudadanos, con una gran variedad de orígenes y una fuerte presencia de jóvenes y niños entre los que han adquirido la ciudadanía italiana, lo que refleja la creciente diversidad e inclusión en la sociedad italiana.La situación italiana ayuda a comprender el profundo cambio que se está produciendo en la sociedad europea e internacional, con una globalización creciente y difícil de frenar que, sin embargo, debe ser controlada para garantizar la seguridad social y la preservación de las culturas nacionales.