fbpx

Los conservadores deben defender la soberanía de los Estados europeos

Política - agosto 23, 2023

Los conservadores europeos deben defender la soberanía del Estado. Abogamos por unas fronteras más fuertes, defendemos las posturas de nuestras naciones por encima de las agendas extranjeras y celebramos la diversidad de nuestros países dentro de la preservación de nuestros valores tradicionales. Estas son las piedras angulares de nuestras identidades nacionales, los cimientos de nuestra soberanía y los pilares de la civilización occidental.

Así pues, corresponde a los conservadores europeos preservar la integridad territorial de nuestros países. Ese concepto básico de unidad geográfica es lo que hace que una nación sea un Estado -cultural y jurídicamente-, cada uno con su propia diversidad, pero centrado en esa idea esencial de un pueblo y una identidad por encima de nuestras diferencias.

Sin embargo, Europa parece embarcarse en una nueva ola de fragmentación política que amenaza el núcleo mismo de nuestro sistema supranacional de Estados soberanos. Una vez más, España está en el epicentro de esta tribalización europea. Pero esta vez su integridad territorial se debilita con la aquiescencia -incluso complicidad- del Gobierno socialista dirigido por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez ya había llegado a desagradables acuerdos con los partidos que defienden las causas secesionistas. En 2019, negoció la abstención de Euskal Harria Bildu del País Vasco. Bildu tiene vínculos probados con la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA), ya desaparecida, que abogaba por la separación del País Vasco (y otras regiones, como Navarra) con el uso de medios violentos. Bildu llegó a incluir en sus listas para las elecciones regionales y locales de mayo a antiguos terroristas condenados, pero no arrepentidos.

El presidente del Gobierno también indultó a los separatistas catalanes responsables del intento de golpe de Estado de 2017. El gobierno español ha reformado el Código Penal para suavizar los cargos de traición relacionados con la secesión y la sedición. Era de esperar, dado que los votos de la izquierda catalana -del partido Esquerra Republicana (ERC)- también resultaron indispensables para convertir a Sánchez en Presidente del Gobierno.

Estas decisiones han hecho mella en la convivencia pacífica entre los españoles. Las tensiones entre Madrid y Cataluña y el País Vasco han alcanzado nuevas cotas, no vistas desde los tiempos de Francisco Franco. Los partidos políticos progresistas, no han hecho más que agitar el ya tenso ambiente llamando repetidamente a España «nación de naciones.» Esta noción errónea asume que la disolución territorial de España es inevitable. Asume que la fragmentación del país es inherente. Concede a los separatistas que los lazos entre españoles diferentes son inexistentes.

Al menos desde el lado progresista del espectro político, la batalla por la integridad territorial no merece la pena. La soberanía no es un problema para la izquierda española. Para algunos parece más fácil desatender la crítica constructiva, y evitar cuestionar el dominio de las mal entendidas agendas internacionales de desarrollo que -en nombre de una mal entendida idea de justicia social- abogan por satisfacer las reivindicaciones de los grupos que quieren romper el Estado.

Tras las elecciones generales del 23 de julio, los separatistas han cobrado impulso, a pesar de su caída en el número de diputados. El Partido Socialista de Sánchez, que quedó segundo en las elecciones generales, negocia ahora con el prófugo Carles Puigdemont, que lideró el referéndum ilegal de 2017. Sánchez consiguió no sólo su abstención, sino su voto favorable, en la elección del presidente del Congreso español. Esto indicaba su voluntad de hacer concesiones importantes. Una de ellas incluye el euskera, el gallego y el catalán como lenguas válidas para los procedimientos parlamentarios y como lenguas oficiales de la Unión Europea.

Se está politizando la propia lengua en aras de romper la nación, cuando deberían ser patrimonio cultural de todos los españoles. Y qué ironía. La izquierda progresista que defiende con vehemencia la diversidad de todo tipo está facilitando la segregación de la sociedad española por lenguas y regiones.

La soberanía de España está en peligro. Parafraseando a la profesora Marlene Wind, Europa vuelve a «tribalizarse». Europa debe desempeñar un papel para frenar estas renovadas aspiraciones secesionistas, y los conservadores europeos deberían tomar la iniciativa.