
Contra todo pronóstico, con una remontada silenciosa pero poderosa, Karol Nawrocki ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas, desbaratando la agenda pro-UE del primer ministro Donald Tusk y abriendo un nuevo capítulo en la historia política del país. Esta victoria va mucho más allá de las fronteras nacionales: es un terremoto que sacude Bruselas, marca un punto para la Europa de las naciones y vuelve a poner en primer plano la cuestión de la soberanía.
El Duelo: Nawrocki contra el establishment
En la primera vuelta, cuando las encuestas mostraban al alcalde proeuropeo de Varsovia, Rafał Trzaskowski, en cabeza y celebrado por los medios de comunicación y la clase dirigente, parecía que el resultado estaba casi asegurado. Carismático, políglota, respaldado por las élites internacionales y fuertemente apoyado por el primer ministro Tusk, Trzaskowski fue presentado como el rostro moderno y progresista de Polonia.
Al otro lado estaba Karol Nawrocki, candidato del conservador Partido Ley y Justicia (PiS), subestimado y objeto de burlas. Católico, boxeador aficionado e historiador con un doctorado sobre el comunismo, Nawrocki había dirigido el Instituto del Recuerdo Nacional y fue pintado como el “hombre equivocado” por gran parte de la prensa occidental. Sin embargo, el mensaje de Nawrocki era claro: menos Bruselas, más Varsovia. Menos ideología, más patria.
El regreso nocturno
Tras la primera vuelta, todo apuntaba a una victoria proeuropea. Pero la noche de la segunda vuelta, mientras Trzaskowski lo celebraba prematuramente basándose en los sondeos a pie de urna, Nawrocki advertía: “Ganaremos por la noche y salvaremos a Polonia”. Palabras proféticas.
Los resultados oficiales de la Comisión Electoral Nacional confirmaron una victoria estrecha pero significativa: 50,89% contra 49,11%. Un puñado de votos anuló las expectativas, lo suficiente para aplastar el sueño de Tusk de un presidente partidista. La participación, un récord del 71%, confirmó que los polacos comprendían lo decisivas que eran estas elecciones.
El pueblo contra la élite
El mapa electoral muestra un país dividido: Trzaskowski dominó las grandes ciudades, mientras que Nawrocki ganó en las zonas rurales, el este y las voivodías más pobladas. Los votantes jóvenes menores de 40 años y los mayores de 60 apoyaron a Nawrocki, señal de que su mensaje de dignidad nacional resonaba. No era sólo una batalla entre dos candidatos; era un choque entre dos visiones: un futuro europeo tecnocrático frente a una patria soberana.
El populismo, despreciado durante mucho tiempo por los círculos elitistas, dejó de pedir permiso y dio un puñetazo sobre la mesa. Nawrocki se dirigió a la “Polonia profunda”: los que trabajan, rezan, ahorran, crían a sus hijos y no tienen tiempo para utopías arco iris ni imposiciones climáticas.
Una amarga derrota para Tusk
Donald Tusk es el verdadero perdedor. El hombre que intentó realinear Polonia con Bruselas se enfrenta ahora a un presidente dispuesto a utilizar su poder de veto constitucional para bloquear las políticas liberal-progresistas. Al igual que su predecesor Andrzej Duda, Nawrocki puede resistirse, y probablemente lo hará, a la deriva ideológica del gobierno actual. Y Tusk carece de la mayoría parlamentaria necesaria para anular un veto.
La respuesta de Tusk fue reveladora: anunció una moción de confianza en el Parlamento, un claro intento de salvar la cara y conservar el poder. Pero el mensaje de las encuestas es inequívoco: los ciudadanos están cansados de renunciar a su soberanía y obedecer las directrices de Bruselas y Berlín.
Europa sacudida, la Realpolitik se ajusta
La victoria de Nawrocki pone en tela de juicio la narrativa de una Europa federal inevitable. A pesar de la alarma y las críticas iniciales, incluso Ursula von der Leyen se vio obligada a ajustar su tono, expresando su “confianza en una cooperación continuada con el nuevo presidente” y subrayando la importancia de Polonia en una “Europa más fuerte”. Palabras cuidadosamente elegidas, dictadas por la Realpolitik: sabe que un país de 38 millones de habitantes en el corazón de Europa, un pilar de la OTAN en el flanco oriental, no puede ser ignorado.
Incluso Donald Trump celebró el resultado: “El leal aliado de Trump gana en Polonia, haciendo temblar a toda Europa. Enhorabuena Polonia, has elegido a un ganador”. Nawrocki se une ahora a un frente creciente de líderes patriotas que pretenden reformar Europa desde la base, afirmando el papel de las naciones frente al centralismo supranacional.