fbpx

Propaganda rusa en los Balcanes: información, desinformación y fake news

Política - febrero 9, 2024

El conflicto entre Rusia y Ucrania dura ya casi un año. En los últimos doce meses se ha analizado ampliamente el modus operandi y el impacto de la propaganda rusa en los países implicados directa e indirectamente en el conflicto. Se ha prestado mucha atención a la información, a los medios que prestan servicios de comunicación y al impacto generado en las distintas comunidades. El resultado es un panorama complejo, a veces confuso, que sin embargo permite importantes reflexiones sobre cómo los nuevos medios de comunicación son capaces de suscitar consenso incluso frente a narrativas distorsionadas y noticias falsas. En los Balcanes, por ejemplo, hay que hacer diferentes consideraciones: cada país, ya sea por su historia o por el paquete diario de información que se le proporciona, ha reaccionado de manera diferente a la propaganda. Depende mucho del uso que se haga de los medios de comunicación, de cómo los protagonistas cuenten «la verdad», de la voluntad de profundizar en la información recibida, etc. También hay que abrir un paréntesis antes de proceder a un examen en profundidad del impacto que la propaganda rusa ha tenido en los Balcanes durante el último periodo. Cada día circula una cantidad indefinida de noticias: las redes sociales han acelerado el proceso de difusión, haciendo que los usuarios tengan que perseguir las noticias. Las críticas surgen cuando, al enfrentarse a una información a menudo incompleta o al menos poco profunda, los usuarios se desestabilizan y luchan por obtener una visión de conjunto clara y precisa. Por lo tanto, es fácil comprender cómo, debido a la rapidez con la que se entra en contacto con las noticias y a la falta de pericia con la que se difunden, la producción de noticias falsas ha encontrado un terreno fértil. Inculcar la duda, en resumen, nunca ha sido tan fácil. Lo sorprendente es que todo esto ocurre a menudo incluso en contextos ultramodernos, en los que predomina un alto índice de escolarización y la sociedad avanza a pasos agigantados hacia el metaverso. La paradoja de los años 2000: la impotencia del ser humano, que se considera preparado, pero que ante el avance de lo nuevo se queda sin aliento por lo rápido que avanza la vida.

Propaganda rusa a través de los medios de comunicación: cómo reaccionaron los países de los Balcanes

Así pues, lo nuevo avanza. Sin embargo, viendo lo que ocurre hoy en países como Rusia y Ucrania, parece que el paso del tiempo se ha detenido; o

más bien, que el reloj ha dado marcha atrás. Dado que en 2023 todavía hay muchos conflictos en el mundo, la pérdida de vidas humanas sigue formando parte de la lucha por el poder, ya sea económico o geopolítico. Sin embargo, existe quizás un agravante respecto al pasado: la posibilidad de llegar a mucha gente gracias a la generalización de los dispositivos móviles digitales y de los contenedores web que permiten que las noticias circulen con gran rapidez.

Rusia y Ucrania llevan un año en guerra. Además de las atrocidades y el dolor que transmiten constantemente los medios de comunicación, hay más: está la proliferación de noticias que, deliberada o involuntariamente, crean un conflicto ucraniano alternativo.

En Serbia, por ejemplo, la propaganda comenzó incluso antes de que estallara el conflicto. Lo sabemos gracias a una noticia falsa difundida por los medios de comunicación -controlados casi en su totalidad por el Estado- dos días antes de que comenzara la guerra. Los periódicos escribieron con crudeza, para que no hubiera dudas, que la Ucrania de Zelensky ya había atacado a la Rusia de Putin. Un informe falso ampliamente aceptado como verdad incontrovertible, ya que tanto las instituciones como una gran parte de la propia población serbia consideran al Kremlin una alternativa bienvenida a la Unión Europea. En Bulgaria también se produce un fenómeno similar. De hecho, los servicios secretos búlgaros han hecho saber que políticos, personalidades públicas y periodistas trabajan (algunos con considerables beneficios económicos) de forma minuciosa y específica, precisamente para que llegue un mensaje: Rusia lucha por la libertad. En Bulgaria, tras el estallido del conflicto, las publicaciones sobre el tema aumentaron de unas 39 a 397 diarias, y a menudo los medios búlgaros reproducen íntegramente el contenido oficial de los medios rusos. Pero, ¿cuál fue el resultado? ¿Cuál fue la reacción de la población? Según los resultados de la encuesta del Eurobarómetro del Parlamento Europeo publicada en la primavera de 2022, Bulgaria es el país con mayor porcentaje de ciudadanos con una actitud positiva hacia Rusia. Podemos hacer un argumento similar, pero quizás por razones diferentes, al hablar de la propaganda rusa en Hungría. La dependencia de la energía rusa ha obligado a Hungría a evitar obstaculizar la difusión de noticias seleccionadas, prorrusas o tendenciosas sobre el conflicto. Hungría respaldó las sanciones impuestas a Rusia, pero según el portavoz del gobierno Peter Szijjarto, tal y como informó Russia Today: «No estamos en condiciones de romper la unidad europea en estas cuestiones… nos hemos encontrado a nosotros mismos». El periodista había preguntado a Szijjarto por qué Hungría no había votado «no» a las sanciones; una respuesta directa no habría sido posible. En dirección opuesta va Croacia, que ha tomado medidas antirrusas en el campo de la comunicación desde el estallido del conflicto. Esto también fue en

de acuerdo con las directivas de la Comisión Europea sobre el bloqueo y la prohibición de medios de comunicación rusos en los países europeos. Atajar la desinformación sobre el tema significaba evitar que los distintos medios de comunicación difundieran mensajes distorsionados o falsos. Un último caso relevante puede referirse a Rumanía. Geográficamente no es un país balcánico, pero tiene una larga tradición de influencia rusa en el contexto sociopolítico y cultural, y desempeña un papel estratégico en relación con sus naciones vecinas. La propaganda rusa en Rumanía comenzó en los años 40, pero hoy, con el estallido del conflicto y con muchos sistemas digitales en juego, se ha constatado que la mayoría de la población se informa a través de la televisión y, según una encuesta realizada por el INSCOP, el 55% de los menores de 44 años es consciente de que está expuesto a noticias falsas. Sin embargo, también hay un 42,6% de personas que piensan que no han estado expuestas a noticias falsas: una cifra preocupante que parece ir en aumento. Es cierto que en Rumanía apenas se habla ruso, pero la falta de conocimiento a la hora de informarse -que procede de la televisión, la radio y las redes sociales- es un factor negativo importante. En conclusión, aunque las razones para apoyar la propaganda rusa en algunos países balcánicos sean diferentes, el resultado es el mismo: desinformación. Incluso durante la pandemia de Covid-19 se pudo ver cómo la creación de noticias, vídeos, imágenes y declaraciones editadas con arte podían llevar a una auténtica guerra, llevando a muchos a dudar de todo hasta el punto de gritar conspiración y dejar de tener fe en las instituciones, en la medicina y en los medios de comunicación. Jugar con el miedo, con el desconocimiento y con la posibilidad de perderlo todo -como en el caso de Hungría, que ha visto cómo la inflación se disparaba hasta el 22%- puede ser una estrategia exitosa. La propaganda se basa en generar confusión, y poner orden puede considerarse el punto de partida para frenar el fenómeno.