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La primera cumbre entre Meloni y Macron marca un posible punto de inflexión en las relaciones bilaterales

Política - junio 8, 2025

Más de dos años después del inicio del gobierno Meloni, el 3 de junio se celebró por fin la primera cumbre bilateral oficial entre el primer ministro italiano y el presidente francés Emmanuel Macron, lo que marcó un hito significativo en las relaciones diplomáticas franco-italianas. Hasta ese momento, los contactos entre ambos dirigentes se habían limitado a ocasiones informales, reflejo de una prolongada fase de distanciamiento político que a menudo desembocaba en fricciones reales. Por ello, la reunión se interpretó como un intento de superar las tensiones del pasado reciente. La iniciativa, según fuentes francesas, fue promovida por el propio Macron, con el objetivo de relanzar el diálogo bilateral. Al término de la cumbre, también se anunció la celebración de una nueva reunión en Francia en 2026, señal de una progresiva normalización de las relaciones.

PRECEDENTES Y DIVERGENCIAS

Desde el inicio del gobierno Meloni, las relaciones entre Italia y Francia se han deteriorado, marcadas por frecuentes roces públicos, divergencias estratégicas en el seno de la UE y un enfriamiento de la cooperación bilateral. El primer episodio crítico se remonta a noviembre de 2022, cuando la negativa de Italia a acoger al barco Ocean Viking llevó al ministro francés Darmanin a definir la postura del gobierno como “inaceptable” y a suspender la redistribución de refugiados. Esto marcó una ruptura en la colaboración tradicional sobre los migrantes. Mientras tanto, Italia ha adoptado una línea más asertiva en Europa, con el Plan Mattei y un papel central en la reforma del Pacto de la UE sobre Inmigración, despertando la desconfianza de París. Los malentendidos se han agravado con opciones diplomáticas excluyentes, como la reunión Macron-Scholz-Zelensky en el Elíseo (febrero de 2023), que irritó a Roma por la exclusión. También en 2023, las críticas francesas se endurecieron, con acusaciones contra la política italiana definidas como “inhumanas” por el partido de Macron, mientras que Meloni respondió atribuyendo las tensiones a cálculos internos vinculados al desafío con Le Pen. A pesar de episodios de cooperación técnica, el enfrentamiento alcanzó su punto álgido en el G7 de junio de 2024, cuando la referencia al aborto en el documento final fue vista por Italia como una instrumentalización con fines electorales franceses. Las posturas también divergen en los expedientes internacionales: Roma se distanció de la “voluntad” de enviar tropas a Ucrania, suscitando la ira de Macron, que acusó a Meloni de difundir “fake news”. Así pues, la relación entre ambos países se ha vuelto estructuralmente conflictiva en los últimos años, marcada por diferencias ideológicas y opciones unilaterales, con escasa convergencia en torno a una visión común de Europa.

LOS TEMAS DE LA REUNIÓN BILATERAL

Durante la cumbre se abordaron numerosos temas de relevancia económica, industrial e internacional. En ámbitos como la competitividad, la política industrial, la transición energética y la cooperación en los sectores siderúrgico y automovilístico, surgió una convergencia sustancial. Sin embargo, siguen existiendo divergencias en cuestiones estratégicas, sobre todo en lo relativo a la seguridad europea, el apoyo a Ucrania y la gestión del proceso de paz. El presidente Macron reiteró su apoyo a la “coalición de voluntarios”, mientras que Italia expresó sus reservas, prefiriendo enfoques multilaterales menos expuestos desde el punto de vista operativo. No obstante, la declaración conjunta reafirmó el apoyo incondicional a Ucrania, así como la voluntad de reforzar la defensa europea a nivel industrial y tecnológico. También se debatieron las relaciones transatlánticas y la crisis de Oriente Próximo. Hubo marcadas diferencias sobre el conflicto israelo-palestino: mientras Macron reiteró su compromiso con la solución de “dos pueblos, dos Estados” y un posible reconocimiento de Palestina, la postura italiana fue más cauta, supeditando cualquier decisión al posible apoyo estadounidense. En resumen, la cumbre representó un importante intento de relanzar las relaciones bilaterales, condicionadas hasta ahora por fricciones ideológicas y divergencias estratégicas. A pesar de los persistentes desacuerdos, el diálogo iniciado señala una voluntad compartida de reforzar la cooperación en cuestiones clave para la estabilidad de la Unión Europea, abriendo la posibilidad de una evolución hacia una mayor convergencia política.