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¿Quiénes son los Houthis? El último objetivo de la Administración Trump

Mundo - marzo 27, 2025

Los rebeldes Houthi comenzaron como un movimiento radical relativamente pequeño y localizado en Yemen, pero desde entonces han evolucionado hasta convertirse en un actor importante con amplias consecuencias regionales (y actualmente mundiales). Lo que comenzó como un renacimiento religioso se ha transformado en una insurgencia en toda regla, que ha desestabilizado Yemen, atraído a potencias extranjeras y perturbado el comercio mundial. Sus ambiciones, sus partidarios y su impacto les han convertido en una fuerza que ya no puede ignorarse.

La rebelión se convirtió en una toma de poder

Los orígenes de los Houthis se remontan a los años 90, cuando Hussein Badr al-Din al-Houthi fundó el movimiento para promover el Zaydismo, una rama del Islam chiíta que se encuentra principalmente en el norte de Yemen. Sin embargo, sus objetivos no eran sólo religiosos. Se presentaban como luchadores contra la corrupción, la influencia occidental y la marginación de su comunidad por parte del gobierno yemení. En 2004, las cosas se habían agravado hasta convertirse en un conflicto abierto. El gobierno yemení, dirigido por el entonces presidente Ali Abdullah Saleh, reprimió al grupo, y Hussein al-Houthi murió en los combates. Su hermano, Abdul-Malik al-Houthi, asumió el liderazgo y dirigió el movimiento hacia objetivos políticos y militares aún más agresivos.

Una década después, en 2014, los Houthis aprovecharon el desmoronamiento del aparato político de Yemen y realizaron su jugada más audaz hasta la fecha. Se apoderaron de la capital, Saná. No se trataba de una rebelión más, sino de un golpe de estado en toda regla. De hecho, derrocaron al gobierno reconocido internacionalmente y obligaron al presidente Abdrabbuh Mansur Hadi a huir. Esta toma de poder convirtió a Yemen en un campo de batalla de una lucha geopolítica mayor, con Arabia Saudí liderando una coalición militar para contrarrestar a los Houthis y restaurar el gobierno de Hadi. ¿El resultado? Años de guerra, decenas de miles de muertos y un país en ruinas.

La toma de Saná no sólo fue un éxito militar, sino también una declaración política. Desde entonces, los Houthis se han posicionado como una fuerza antioccidental y antisaudí, utilizando sus nuevos poderes para establecer un sistema de gobierno bajo su control. Su gobierno se ha caracterizado por la represión de la disidencia, la detención de opositores políticos y el aumento de la represión de las libertades civiles, todo ello mientras se benefician de una amplia economía de guerra que sostiene sus operaciones.

La influencia de Irán y la guerra por poderes

Lo que realmente convirtió el conflicto de una guerra civil local en una crisis internacional más amplia fue la influencia de Irán que se arrastraba desde las sombras. Los Houthis, ya sea por alineación ideológica o por conveniencia estratégica, se han alineado con Teherán, lo que los convierte en una valiosa herramienta en las jugadas de poder regionales de Irán. Irán les ha suministrado armas, inteligencia y entrenamiento militar, lo que ha permitido a los Houthis llevar a cabo ataques con misiles y aviones no tripulados de largo alcance y, a menudo, dirigidos contra Arabia Saudí y, más recientemente, contra las rutas marítimas mundiales.

Al convertirse en un apoderado iraní, los Houthis han intensificado las divisiones sectarias regionales y han hecho de Yemen un campo de batalla clave en la actual guerra fría entre Irán y Arabia Saudí. Sus ataques con misiles y aviones no tripulados han perturbado las instalaciones petrolíferas, han golpeado zonas civiles y han forzado una respuesta internacional. La coalición dirigida por Arabia Saudí, respaldada por Estados Unidos y otras potencias occidentales, ha emprendido una amplia campaña aérea contra ellos. Pero a pesar de años de bombardeos, los Houthis siguen atrincherados y son capaces de contraatacar.

Los informes sugieren que el apoyo de Irán va más allá de los meros envíos de armas. Los Houthis han sido entrenados por agentes iraníes y por el Hezbolá libanés, aprendiendo tácticas militares avanzadas y estrategias de guerra asimétrica. Estos avances los han convertido en algo más que un grupo rebelde desarrapado: ahora son una milicia bien equipada capaz de organizar ataques sofisticados, lo que complica aún más los esfuerzos por neutralizarlos.

Amenaza marítima

A finales de 2023, los Houthis llevaron sus actos de terror más allá de las fronteras de Yemen de una forma que tuvo repercusiones mundiales. Comenzaron a atacar barcos comerciales en el Mar Rojo, una de las rutas marítimas más vitales del mundo. ¿La justificación? Alegaron que actuaban en solidaridad con Hamás durante la guerra entre Israel y Gaza. Pero, en realidad, sus acciones amenazaban directamente el comercio internacional, y las principales compañías navieras se vieron obligadas a desviar sus buques a un coste enorme.

Estos ataques no eran sólo una molestia; suponían un grave riesgo económico y para la seguridad. El Mar Rojo es una arteria crucial para el comercio mundial, que une Europa con Asia. Cualquier perturbación en él supone mayores costes para las mercancías, retrasos en los envíos y un aumento de la inestabilidad en una región ya de por sí volátil. A las naciones occidentales, sobre todo a Estados Unidos y el Reino Unido, no les quedó más remedio que responder militarmente.

La amenaza marítima no fue un accidente. Los Houthis consideran cada vez más las rutas comerciales mundiales como objetivos legítimos, empleando ataques con misiles, aviones no tripulados y lanchas rápidas de ataque para hostigar la navegación comercial. Su objetivo parece ser doble: infligir dolor económico a sus adversarios al tiempo que se reafirman como potencia regional capaz de desafiar el statu quo. Esta escalada ha provocado una mayor condena internacional y ha colocado a los Houthis en el punto de mira de las respuestas militares occidentales.

La respuesta de EEUU

En 2025, con la situación agravándose, la administración Trump tomó medidas decisivas. El ejército estadounidense lanzó una serie de ataques aéreos contra posiciones houthis en Yemen, con el objetivo de restablecer la disuasión y proteger la seguridad marítima. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, declaró que estos ataques eran necesarios para evitar nuevas agresiones y mantener la estabilidad en una de las vías navegables más transitadas del mundo.

Sin embargo, la ejecución de estos ataques no estuvo exenta de polémica. En un extraño giro de los acontecimientos, Hegseth supuestamente incluyó al periodista Jeffrey Goldberg en un chat confidencial de grupo en el que se discutían los ataques. Esta filtración accidental expuso detalles sensibles sobre la operación y provocó una situación embarazosa para la administración. Trump pasó por alto la metedura de pata, calificándola de «problema técnico», pero el daño ya estaba hecho.

Los ataques estadounidenses marcaron un cambio en la forma en que Occidente se relaciona con los Houthis. Anteriormente, los ataques aéreos se habían dejado en gran medida en manos de la coalición liderada por Arabia Saudí, pero la participación militar directa de Estados Unidos señala una postura más agresiva. El mensaje de la administración Trump era claro: si los Houthis seguían amenazando la navegación internacional, se enfrentarían a consecuencias directas.

La catástrofe humanitaria de Yemen

Más allá de las maniobras militares y políticas, la guerra en Yemen ha creado una de las peores crisis humanitarias de la era moderna. Millones de yemeníes están al borde de la hambruna, y enfermedades como el cólera se propagan sin control. Aunque múltiples partes comparten la responsabilidad del sufrimiento -incluidos los bombardeos y bloqueos de la coalición liderada por Arabia Saudí-, los Houthis han desempeñado un papel fundamental en la prolongación del conflicto.

Se han negado a negociar de buena fe en múltiples ocasiones, han utilizado el hambre como arma bloqueando las entregas de ayuda y han cometido abusos contra los derechos humanos en las zonas que controlan. Su gobierno en el norte de Yemen se ha caracterizado por la represión, el reclutamiento forzoso de niños y la supresión de la disidencia. Los houthis han demostrado una y otra vez que su prioridad es el poder, no el bienestar del pueblo al que dicen representar.

Además, la respuesta de la comunidad internacional ha sido incoherente, y a menudo la ayuda humanitaria no ha llegado a los más necesitados debido a la interferencia de los Houthi. Según los informes, los rebeldes también han saqueado los envíos de ayuda y han reutilizado los suministros para su esfuerzo bélico, empeorando el sufrimiento de la población civil.

Una visión más amplia

Los Houthis ya no son sólo una insurgencia yemení. En cuestión de años han conseguido convertirse en un factor desestabilizador en la escena mundial. Sus vínculos con Irán, sus ataques al comercio internacional y su papel en la devastación de Yemen los convierten en un actor importante en la geopolítica de Oriente Medio. Aunque su resistencia les ha hecho difíciles de desalojar, sus acciones también han garantizado que sigan siendo un objetivo de la presión militar y diplomática.

Teniendo todo esto en cuenta, cualquier resolución de la crisis de Yemen requerirá neutralizar las capacidades militares de los Houthis u obligarles a entablar negociaciones serias. Ninguna de las dos opciones será fácil, pero está claro que ignorar el problema ya no es una opción. El mundo ha visto lo que ocurre cuando se deja sin control a los Houthis, y el coste de sus acciones sigue aumentando.