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Cumbre de la OTAN en La Haya: Una nueva fase para la Alianza Atlántica

Nuestro futuro con la OTAN - junio 30, 2025

La Cumbre de la OTAN celebrada en La Haya el 24 de junio tuvo un prólogo turbulento incluso antes de su inauguración oficial. El presidente Donald Trump, durante su viaje a Holanda a bordo del Air Force One, hizo declaraciones que sacudieron el equilibrio de la Alianza. Al comentar el Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte -principio cardinal de la defensa colectiva-, Trump insinuó que su aplicación podía ser «interpretable», poniendo en duda uno de los fundamentos más estables de la OTAN. El Artículo 5, parte integrante del Tratado de Washington de 1949, establece que un ataque armado contra uno o más miembros se considerará un ataque contra todos. Sólo se ha invocado una vez en la historia de la Alianza, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El exabrupto de Trump desató una oleada de inquietud entre los aliados, lo que le llevó a rectificar parcialmente sus palabras, admitiendo que el Air Force One no era el lugar adecuado para aclaraciones tan delicadas.

NUEVOS OBJETIVOS DE GASTO Y LA PERSUASIÓN MORAL DE EEUU

Un tema central de la cumbre fue la propuesta estadounidense de aumentar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB nacional de cada país miembro para 2035. Esta cifra debería dividirse entre un 3,5% que se destinaría a defensa en sentido estricto, y un 1,5% que se utilizaría para gastos en infraestructuras relacionadas. Esta propuesta ha provocado reacciones encontradas. El Comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrovskis, advirtió contra el riesgo de «lavado de cara de la defensa», es decir, la tendencia a incluir en la categoría de defensa partidas de gasto que no son estrictamente relevantes. En este sentido, la persuasión moral de Trump ha resultado penetrante y divisiva, sacando a la luz las tensiones internas de la Alianza sobre cuáles son las prioridades y los criterios para evaluar el compromiso de cada Estado.

POSICIONES DE LOS PRINCIPALES LÍDERES EUROPEOS

En el contexto de la cumbre, se ha formado un eje entre Francia, Alemania y el Reino Unido que pretende orientar el debate. El Primer Ministro británico, Keir Starmer, confirmó el compromiso del Reino Unido de alcanzar el objetivo de gasto del 5%, mediante un sistema de cálculo que suma el presupuesto de defensa y el de seguridad nacional. El Canciller alemán Friedrich Merz calificó la cumbre de «histórica», subrayando la voluntad de Berlín de invertir sustancialmente en defensa común. En un editorial conjunto con el presidente francés, Emmanuel Macron, publicado en el Financial Times, ambos dirigentes destacaron que la principal amenaza para la seguridad europea procede de una «Rusia revisionista», reiterando la importancia de la disuasión nuclear y del aumento de la inversión militar. Francia y Alemania, que actualmente gastan más del 2% del PIB en defensa, han manifestado su intención de elevarlo al 3,5%, añadiendo otro 1,5% para gastos más amplios.

FRÁGIL EQUILIBRIO ENTRE LA PRESIÓN AMERICANA Y LA COHESIÓN EUROPEA

El regreso de Trump a la escena ha sacado a la luz las tensiones entre Estados Unidos y algunos socios europeos, especialmente en relación con el reparto de la carga financiera dentro de la Alianza. Trump ha reivindicado enérgicamente el papel que había desempeñado durante su anterior administración en el aumento de las contribuciones de los aliados, argumentando que la OTAN estaba «al borde del fracaso» y afirmando que el umbral del 5% representa un valor adecuado para garantizar el poder y la funcionalidad de la Alianza. Mientras tanto, Macron ha buscado un acercamiento, reuniéndose con Trump en un contexto más informal durante una cena, mientras que el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, ha intentado mediar, elogiando a Trump en un mensaje privado que posteriormente se hizo público. Sin embargo, este gesto no ha sido bien recibido por algunas cancillerías europeas, que ven con recelo las concesiones unilaterales a Estados Unidos.

DIVISIONES INTERNAS Y PAPEL DE RUSIA

La cumbre se celebró con el telón de fondo del ya prolongado conflicto de Ucrania y una renovada asertividad de Rusia en el espacio euroasiático. Rutte pidió la adopción de un comunicado final en apoyo de Kiev, y Estados Unidos reanudó el intercambio de información de inteligencia con otros miembros, una importante señal de cohesión y solidaridad. Sin embargo, persisten las divisiones internas. Mientras que los países nórdicos se declararon a favor de aumentar el gasto, España expresó su firme oposición al objetivo del 5%, por considerarlo insostenible. Este contraste refleja la dificultad de conciliar las diferentes capacidades económicas y prioridades políticas de los 32 Estados miembros.

UNA ALIANZA QUE BUSCA UNA NUEVA COHESIÓN

La cumbre de la OTAN celebrada en La Haya marcó un paso crucial para el futuro de la Alianza Atlántica. La reunión puso de manifiesto, por un lado, la determinación de algunos países de reforzar la capacidad defensiva común y, por otro, la creciente complejidad de mantener un frente unido frente a los desafíos internos y externos. Las palabras y propuestas de Trump han reabierto viejas fracturas, pero también han obligado a la Alianza a afrontar abiertamente el problema de la sostenibilidad económica y estratégica de la defensa colectiva. En un contexto geopolítico inestable, la OTAN se enfrenta a la necesidad de reformular su papel, haciéndose más coherente en sus medios y fines. La Cumbre de La Haya no resolvió todas las contradicciones, pero dejó claro que el equilibrio de la Alianza ya no puede basarse únicamente en automatismos y hábitos: es hora de opciones políticas concretas y compartidas.