Ensayos - junio 22, 2025

La fijación de Irlanda por el conflicto de Gaza, y su postura implacablemente crítica hacia Israel, ha llegado a un punto de casi obsesión en su esfera política.
El reciente debate del Dáil Éireann del 11 de junio de 2025, relativo al papel del Banco Central de Irlanda en la facilitación de la venta de Bonos de Israel, es un ejemplo de este enfoque sesgado. La moción, iniciada ese día por el diputado Cian O’Callaghan, de los socialdemócratas, ejemplifica aún más cómo la clase política irlandesa está cada vez más desfasada de sus principales socios de la UE y de Estados Unidos al adoptar una postura que no sólo es unilateral, sino que además corre el riesgo de socavar su credibilidad internacional y sus intereses económicos.
El debate en el Dáil se centró específicamente en una moción para detener la facilitación por parte del Banco Central de Irlanda (BCI) de Bonos de Israel, que el diputado O’Callaghan y otros afirmaron que estaban financiando las acciones militares de Israel en Gaza.
La moción acusaba a Israel de genocidio, crímenes de guerra y limpieza étnica, basándose en informes del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Argumentaba que Irlanda, como signataria de la Convención sobre el Genocidio, tiene la obligación legal y moral de impedir que el CBI apruebe los prospectos de los Bonos de Israel, que se comercializan como apoyo al esfuerzo bélico de Israel.
El debate tuvo una fuerte carga emocional, y la mayoría de los diputados invocaron imágenes desgarradoras del sufrimiento palestino, incluidos los informes del Ministerio de Sanidad de Hamás sobre una supuesta cifra de 54.500 muertos en Gaza desde octubre de 2023. En el debate se alegó además que el 65% de estas muertes eran mujeres y niños.
La respuesta del gobierno, encabezada por el ministro de Finanzas, Paschal Donohoe, se contrapuso con una enmienda que hacía hincapié en la condena por parte de Irlanda de las acciones de Israel, su ayuda humanitaria a los palestinos (88 millones de euros desde enero de 2023) y sus esfuerzos diplomáticos, como el apoyo a una revisión del Acuerdo de Asociación UE-Israel.
Donohoe argumentó que el papel de la CBI se limita a evaluar los prospectos según la legislación de la UE, no a respaldar o vender bonos, y que una acción unilateral violaría las obligaciones de la UE y supondría un riesgo de impugnación legal. La enmienda salió adelante, pero el debate puso de manifiesto una profunda división.
Mientras los partidos de la oposición exigían medidas inmediatas, el gobierno dio prioridad a las vías legales y diplomáticas.
Como se ha señalado anteriormente, la postura de Irlanda respecto a Israel, tal como se ha puesto de manifiesto en este debate, la sitúa en desacuerdo con los principales Estados miembros de la UE y con Estados Unidos. Aunque Irlanda se ha posicionado como firme defensora de los derechos de los palestinos, su retórica y las acciones que propone, como prohibir los Bonos de Israel o promulgar medidas financieras restrictivas, divergen mucho de los planteamientos más equilibrados de países como Alemania, Francia y el Reino Unido. Estas naciones, aunque críticas con ciertas políticas israelíes, mantienen sólidos lazos diplomáticos y económicos con Israel, reconociendo su importancia estratégica y su derecho a la autodefensa.
Alemania, por ejemplo, ha apoyado sistemáticamente la seguridad de Israel al tiempo que abogaba por la ayuda humanitaria y por una solución basada en dos Estados. En 2024, Alemania proporcionó 1.300 millones de euros en ayuda al desarrollo a los palestinos, pero se abstuvo de sanciones unilaterales o de una retórica incendiaria que acusara a Israel de genocidio. Francia, del mismo modo, ha condenado la expansión de los asentamientos israelíes, pero mantiene sólidas relaciones comerciales, con un comercio bilateral que alcanzó los 3.200 millones de euros en 2023. El Reino Unido, incluso bajo su nuevo gobierno laborista, ha adoptado un enfoque comedido, sancionando a individuos israelíes concretos implicados en la violencia de los colonos (como se señaló en el debate del Dáil), pero evitando medidas económicas amplias que pudieran desestabilizar las relaciones.
Estados Unidos, el aliado más cercano de Israel, proporciona 3.800 millones de dólares anuales en ayuda militar y ha vetado sistemáticamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU consideradas excesivamente críticas con Israel. Aunque Estados Unidos ha expresado su preocupación por las víctimas civiles en Gaza, hace hincapié en el derecho perfectamente razonable de Israel a contrarrestar a Hamás, que ha sido designada organización terrorista por Estados Unidos, la UE y otros países.
También crece la sensación de que, aunque Irlanda ha condenado las acciones de Hamás el 7 de octubre de 2023, también se las arregla para mantener una postura desproporcionadamente hostil hacia Israel.
La atención prestada por Irlanda a los Bonos de Israel es especialmente reveladora. Ningún otro país de la UE ha hecho un esfuerzo comparable para detener los tratos financieros con Israel a nivel nacional. El papel de la CBI, heredado tras el Brexit, es técnico en virtud del Reglamento de la UE sobre prospectos, que exige la aprobación de los prospectos de los bonos por su integridad, no por su aprobación.
Otros Estados de la UE, como Holanda o Luxemburgo, que albergan importantes sectores financieros, no han señalado a los Bonos de Israel para su escrutinio. El intento de Irlanda de legislar contra este proceso corre el riesgo de aislarla dentro de la UE, donde se prefieren las sanciones basadas en el consenso (por ejemplo, contra Rusia) a las acciones unilaterales.
Otro rasgo notable del reciente debate del Dáil fue lo mucho que se apoyó en acusaciones de genocidio, citando la conclusión de la CIJ de enero de 2024 sobre “derechos plausibles” a la protección contra el genocidio en Gaza y una opinión consultiva de julio de 2024 que declaraba ilegal la ocupación israelí.
Estas afirmaciones, de las que se hicieron eco diputados como Gary Gannon y Jennifer Whitmore, son incendiarias y simplifican en exceso un conflicto complejo. También ignoran por completo la realidad jurídica de que las sentencias de la CIJ son preliminares y no vinculantes en el caso de la opinión consultiva. Aunque a menudo se cita como si lo fuera, el tribunal no ha concluido de hecho que se esté produciendo un genocidio.
Del mismo modo, aunque la Corte Penal Internacional (CPI) ha solicitado órdenes de detención contra dirigentes israelíes, éstas son por presuntos crímenes de guerra específicos, no por genocidio. Se trata de una distinción que casi se ha perdido en la retórica parlamentaria irlandesa.
Esta narrativa unilateral también ignora el contexto más amplio de Oriente Próximo. Irán, uno de los principales apoyos de Hamás y Hezbolá, ha alimentado la inestabilidad regional, pero el Dáil rara vez se ocupa de ello.
La guerra civil de Siria, en la que murieron más de 500.000 personas, o el actual conflicto de Yemen, con 150.000 muertos, también reciben escasa atención en comparación con Gaza. Existe la legítima sensación de que la clase política irlandesa es muy selectiva en su indignación.
También hay que decir que el impulso de Irlanda para prohibir los Bonos de Israel y promulgar medidas restrictivas, como se propone en el Dáil, conlleva riesgos significativos.
La contrademanda del gobierno señalaba correctamente que tales medidas podrían infringir la legislación de la UE, concretamente los artículos 63 y 215 del Tratado de Funcionamiento de la UE, que regulan la libre circulación de capitales y las sanciones. El asesoramiento jurídico del Fiscal General, al que hace referencia Donohoe, subraya que las medidas unilaterales expondrían a Irlanda a impugnaciones legales, lo que podría socavar su reputación como centro financiero estable. La economía irlandesa, muy dependiente de la inversión extranjera y de la pertenencia a la UE, no puede permitirse incumplir la normativa por gestos simbólicos.
Aunque el corazón de Irlanda puede estar en el lugar adecuado, dada su historia de opresión y hambruna, sigue siendo cierto que esa empatía debe atemperarse con realismo.
La atención del Dáil a los Bonos de Israel, aunque emocionalmente convincente, es una distracción de medidas más eficaces. Irlanda podría reforzar su defensa en la UE de sanciones selectivas, como las relativas a la violencia de los colonos, que ha aplicado el Reino Unido. Podría presionar más en favor del acceso humanitario y el alto el fuego, como subrayó la contramoción de Donohoe, en lugar de gestos simbólicos que probablemente no superen el escrutinio legal.
Israel no está libre de culpa. Su expansión de los asentamientos y sus políticas de bloqueo agravan el sufrimiento palestino, y el número de víctimas civiles en Gaza es indefendible. Pero la negativa de Irlanda a reconocer los problemas de seguridad de Israel socava su autoridad moral.
La obsesión política de Irlanda por Gaza, como se puso de manifiesto en el debate del Dáil del 11 de junio de 2025, refleja un auténtico deseo de abordar el sufrimiento humano, pero se ve empañada por una narrativa unilateral y propuestas poco prácticas.
Al fijarse en los Bonos Israelíes y acusar a Israel de genocidio sin examinar por igual a Hamás, Irlanda se aleja de los principales Estados de la UE y de Estados Unidos. En este sentido, la contramoción del gobierno, que hace hincapié en la diplomacia y las restricciones legales, ofrece una vía más pragmática, aunque carezca de la resonancia emocional de la retórica de la oposición.
Irlanda debe canalizar su pasión hacia una acción colectiva eficaz dentro de la UE y la ONU, en lugar de tomar medidas unilaterales que corren el riesgo de aislamiento económico y diplomático. Sólo entonces podrá honrar su legado humanitario sin sacrificar su prestigio mundial.