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El comienzo de la paz

Mundo - octubre 15, 2025

Los servicios de inteligencia llevaban meses -si no años- trabajando en ello, pero el gran avance se produjo entre el jueves 9 y el viernes 10 de octubre de 2025. Con un acuerdo de alto el fuego mediado por Washington, Hamás liberó el lunes a los últimos rehenes israelíes que quedaban con vida, e Israel liberó a unos 2.000 detenidos palestinos (tanto presos como detenidos administrativos), paralelamente a una cumbre multilateral en Sharm el-Sheikh copresidida por el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi.

Trump fue invitado a la Knesset, el parlamento israelí. Allí proclamó «el fin de la guerra de Gaza» y el inicio de una fase de reconstrucción y normalización regional.

La cumbre egipcia reunió a más de veinte dirigentes y delegaciones para sellar políticamente la tregua y coordinar la segunda fase: reconstrucción, seguridad y gobierno provisional de Gaza. El primer ministro Benjamin Netanyahu no estuvo en el escenario. Según algunas versiones entre bastidores, esto se debió a la presión del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y del primer ministro iraquí Muhammad Sudani. El objetivo declarado es lograr una paz «garantizada» por un marco internacional que incluya a Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía.

Rehenes israelíes: Nombres, rostros, símbolos

La escena que conmovió a Israel -y no sólo a Israel- fue el regreso con vida de los últimos 20 rehenes. Las emisoras hablaron de los abrazos nocturnos en las bases de recepción y de los cuatro féretros entregados en paralelo, aún sin identificar de forma concluyente por las autoridades forenses. Entre las imágenes que se convirtieron en símbolos estaba el abrazo de Omri Miran con su padre a su llegada. Es el sello emocional de un expediente que mantuvo suspendido a todo un país durante dos años.

La parte más lacerante -los rehenes- llega a su fin, abriendo espacio político para el «después»: seguridad, reconstrucción, instituciones. Pero también plantea cuestiones delicadas: la devolución de los restos de los rehenes asesinados (que aún no se ha completado) y cómo gestionar la responsabilidad penal por los crímenes cometidos durante la guerra. Se trata de expedientes que aún podrían encender mechas políticas si no se tratan con transparencia y siguiendo un calendario claro.

Presos palestinos: Números, Geografía, Expectativas

En el lado palestino, el intercambio supuso la reapertura de las puertas de las cárceles para unas 2.000 personas, con repatriaciones a Cisjordania y traslados a Gaza. Las plazas de Cisjordania lo celebraron con marchas y banderas; al mismo tiempo, las familias de los que quedaron dentro sintieron amargura por unos criterios de selección que no siempre fueron claros. La liberación no es un perdón moral colectivo, sino una herramienta política: desactiva el factor «detenidos» como fusible social, reduce la presión humanitaria y crea un mínimo de capital político para pedir -a cambio- orden interno, el fin de los ataques y la puesta en marcha de una administración civil creíble en Gaza.

Trump, la Knesset y el mensaje estratégico

El discurso de Trump en la Knesset tuvo tres ejes:

  1. «La guerra ha terminado»: Israel «ha hecho todo lo que podía con medios militares»; ahora debe pasar a la paz con garantías de seguridad de varios niveles.
  2. Reconstrucción: costes estimados en decenas de miles de millones; corredores para materiales, energía y asistencia sanitaria; mecanismos de control para evitar la reconstrucción de túneles y arsenales.
  3. Arquitectura regional: cooperación con actores árabes clave, incluso la hipótesis de una normalización con Irán a medio plazo, si se cumplen las condiciones de no hostilidad y cese de la guerra por poderes.

Políticamente, el mensaje es claro: Washington reclama el asiento del conductor. Haber elegido hablar en la Knesset -con Netanyahu a su lado- significa: aliados, sí, pero basta ya del enfoque «sólo martillo»; ahora se necesitan instituciones y acuerdos verificables.

Sharm el-Sheikh: La foto de la paz (y lo que la foto no muestra)

En Sharm el-Sheikh, la foto de familia dijo mucho sobre la geopolítica del mundo real: una treintena de dirigentes y delegaciones, con Giorgia Meloni como única mujer en el escenario. Muchos destacaron la ausencia física de israelíes y representantes de Hamás en la foto de la firma -una elección de procedimiento, pero significativa-, mientras que el eje operativo (Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía) asumió la responsabilidad de garantizar el alto el fuego y supervisar la reconstrucción. Trump atrajo la atención de los medios de comunicación con proclamas y la teatralidad típica de su estilo; esto no resta valor a la sustancia política: existe un marco de compromisos escritos, con una «Declaración» que obliga a los firmantes y patrocinadores a mantener la tregua y la segunda fase. La ausencia de beligerantes en la sala puede evitar la grandilocuencia polémica, pero aumenta la responsabilidad de los patrocinadores de hacer cumplir los compromisos sobre el terreno.

Meloni, el liderazgo mediterráneo y el vacío europeo

Para Italia, Sharm era un gran escenario político. Giorgia Meloni -la única mujer entre una treintena de líderes- subrayó la centralidad mediterránea y una postura conservadora: mantenerse junto a Estados Unidos, implicar a los principales actores árabes y llevar una voz europea allí donde la Unión en su conjunto parecía dividida y tímida. Se trata de un dividendo de imagen, pero también de sustancia: los que se presentan, cuentan; los que se retienen, persiguen. Roma se sienta a la mesa donde se está diseñando la seguridad mediterránea: el orden primero, las fronteras, la energía, la disuasión y el desarrollo como pilares para estabilizar la orilla sur. ¿La UE? Participó, pero sin una sola voz y sin un plan europeo reconocible: aquí Meloni llenó un claro vacío de liderazgo.

Hamás hoy: Ejecuciones, «orden» y miedo. ¿Quién paga el precio?

Las horas que siguieron al canje revelaron la otra cara: el creciente control de Hamás dentro de Gaza. Informes y despachos relatan ejecuciones sumarias y una campaña de «limpieza» contra presuntos criminales, colaboradores o rivales; una demostración de fuerza que mata a civiles palestinos, aterroriza a los barrios y trata de reconsolidar el control tras dos años de devastación. Es la lógica clásica de los movimientos armados: demostrar poder para no perderlo.

¿Por qué ocurre esto?

  • Vacío de gobernanza: con las infraestructuras destruidas y las instituciones débiles, los que tienen armas imponen el orden.
  • Competencia interna: facciones, clanes, redes criminales y restos de otros grupos buscan espacio; Hamás reprime para evitar ser desbancado.
  • Narrativa posterior al acuerdo: tras haber «negociado», Hamás debe demostrar a sus militantes que no se ha «ablandado»; la violencia interna se convierte en moneda de cambio para la credibilidad.
  • Intimidación preventiva: golpear a los «colaboradores» sirve para disuadir la disidencia y los focos de protesta por el hambre, los saqueos y la falta de servicios.

Paralelamente, los incidentes fronterizos y los disparos letales en un contexto de alto el fuego alimentan una espiral de sospechas; unas pocas violaciones (reales o supuestas) bastan para reavivar las tensiones. Por eso serán decisivos los mecanismos de desconflicto y una policía civil creíble.

Los tres expedientes que lo deciden todo (y que deben tramitarse ya)

Seguridad verificable: Sin la supervisión por terceros de las armas, los túneles, los flujos financieros y las fronteras, la tregua se deshace. Se necesitan reglas de enfrentamiento claras, líneas directas para las crisis locales y sanciones automáticas para los infractores. Aquí los patrocinadores (EEUU-Egipto-Qatar-Turquía) deben aportar cascos y cuadernos, no sólo firmas.

Reconstrucción con controles: Reconstruir viviendas, hospitales, acueductos y redes eléctricas con trazabilidad de materiales y fondos es el único antídoto contra el retorno del «hormigón militar». La ayuda condicionada vinculada a objetivos (escuelas, clínicas, obras públicas) es la forma de combinar humanidad y seguridad.

Gobernanza de Gaza: Una administración civil responsable de los servicios (agua, pan, trabajo) y no de la guerra es el reto más difícil. Excluir totalmente a Hamás podría encender las calles; darle el monopolio reproduce el statu quo. La respuesta realista es un híbrido de transición, con una fuerte supervisión internacional de la seguridad, los servicios y la no proliferación.

Qué significa realmente «principio de paz»

No es la paz de los tratados históricos, sino el comienzo de la posibilidad de paz: un alto el fuego armado con garantías, un canje humanitario como palanca política, una foto multilateral que dice al mundo «ponemos la cara». Es frágil, ciertamente. Pero es más que una «pausa operativa». Es un cambio de paradigma: de la victoria militar a la victoria institucional. Para Israel, significa cerrar el capítulo de los rehenes y exigir una seguridad que cueste menos vidas y menos daños a su reputación. Para los palestinos, significa salir de la cueva de la guerra hacia el pan, la luz y el trabajo, si y sólo si los que controlan el territorio dejan de matar a sus propios civiles y aceptan las normas. Para la región, significa reabrir canales (los Acuerdos de Abraham ampliados, el dossier sobre Irán) que valen la energía, la inversión y los corredores.

Europa: El peso de la ausencia, la oportunidad de Italia

No nos andemos con rodeos: la UE no lideró. Habló, participó, pero no marcó el rumbo. En los asuntos fronterizos -Mediterráneo, migración, energía- los que se sientan en primera fila pasan a escribir las reglas. Aquí Italia, con Meloni, ocupó un espacio: la única mujer en el escenario, la única figura europea tan visible como los principales patrocinadores regionales. ¿Es esto liderazgo? Es el principio del liderazgo: para hacerlo realidad, Roma tendrá que entregar proyectos e instituciones (hospitales de campaña, puentes energéticos, escuelas, formación de la policía civil).

Una línea conservadora coherente antepone el orden a la ampliación de derechos (porque sin orden, los derechos se quedan en papel mojado), las fronteras seguras a la retórica y la ayuda condicionada a un comportamiento verificable. Éste es precisamente el marco en el que Italia puede especializarse: el Mediterráneo, la seguridad humanitaria, la reconstrucción controlada. Si Bruselas está ausente, Roma puede ganar margen de maniobra.

Responsabilidad, no ilusiones

La verdadera paz no surge de frases contundentes, sino de instituciones que funcionan. Hoy hay un comienzo: rehenes en casa, prisioneros liberados, un marco multilateral, un discurso contundente en Jerusalén y una firma en Egipto. También hay un lado oscuro: la violencia intrapalestina, la tentación de salir del paso y la retórica que oculta la necesidad de normas estrictas.

Aquí Italia puede -y debe- jugar el partido: Giorgia Meloni ha ocupado un asiento en primera fila; ahora debe llenarlo de sustancia. Es la mejor manera de no dejar el Mediterráneo en manos de quienes lo utilizan como peón o amenaza. Si la tregua se mantiene, será porque alguien hizo el trabajo sucio de la paz: medir, verificar, corregir. Y haciéndolo todos los días.