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¿Qué está ocurriendo entre Irán e Israel?

Política - abril 22, 2024

Israel e Irán, actores clave en una guerra geopolítica cada vez más intrincada, han vuelto a enfrentarse en el último capítulo de una historia marcada por tensiones, advertencias y, sobre todo, una guerra psicológica que ha eclipsado las acciones militares directas.

El uso de términos como «ataque» y «contraataque» parece anticuado en este juego de ajedrez, donde la línea entre acción y reacción se difumina en un pandemónium de estrategias y movimientos calculados. En la escalada de la semana pasada, aparentemente sin daños tangibles para ninguno de los bandos, surge un frágil equilibrio paradójico: una especie de «guerra sin bajas», al menos hasta ahora.

A pesar de la potencia de los ataques recíprocos y de las ominosas advertencias, ninguno de los dos países ha sufrido daños significativos en sus infraestructuras, ni se ha producido una masacre de civiles. Esta paradoja, aunque sugiere un alto el fuego involuntario, también revela la ruptura del tabú de la guerra declarada. En este nuevo capítulo, el miedo se convierte en el arma más potente, una entidad omnipresente que mantiene en jaque a dos de las principales naciones de Oriente Medio.

La situación fue prevista por la inteligencia estadounidense, pero la respuesta de Irán tardó días en materializarse, lo que alimentó la especulación y la ansiedad. El ataque de Israel contra el consulado de Damasco podría haberse considerado un episodio de un conflicto por delegación, pero lo que siguió fue una pura guerra psicológica. La respuesta de Irán se retrasó, pero cuando llegó, demostró su potencia de fuego, aunque sin consecuencias materiales significativas.

Por otro lado, Israel jugó con la anticipación, anunciando su respuesta pero manteniendo el nerviosismo en el aire. Esta estrategia puso de manifiesto la voluntad de castigar a Irán mediante la ansiedad de la espera. A medida que aumentaba la expectación, también lo hacía la ansiedad en Teherán, donde la amenaza de un ataque inminente obligaba al régimen a reconocer su propia vulnerabilidad.

El quid de la cuestión va más allá de la confrontación militar: se trata de la supervivencia de los regímenes implicados. Teherán, ya aislado y sometido a sanciones internacionales, tiembla ante la idea de una guerra declarada que podría poner en peligro su estabilidad interna. El régimen iraní, ya puesto a prueba por las protestas y tensiones internas, no puede permitirse parecer débil ante una amenaza externa.

El mensaje de Teherán es claro: Irán no busca una escalada, pero está dispuesto a responder a cualquier violación del derecho internacional. Sin embargo, la naturaleza de esta respuesta sigue siendo ambigua, lo que deja a Israel en la duda y mantiene viva la tensión entre ambas naciones.

El atentado de Ispahán, a pesar de haber sido minimizado por las autoridades iraníes, es otra muestra de esta tensión constante. Mientras las agencias de noticias iraníes intentan tranquilizar sobre la normalidad de la vida cotidiana, el presidente Raisi evita mencionar el atentado en su conferencia de prensa. Esto también es una guerra psicológica: la incertidumbre sobre lo que puede ocurrir a continuación.

Además, Israel rechaza con vehemencia la idea de sanciones de Estados Unidos por supuestas violaciones de los derechos humanos cometidas por el Batallón «Netzach Yehuda» de las FDI en Cisjordania. El primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro Benny Gantz reaccionaron con vehemencia, calificando la acusación de «absurda al máximo» y prometiendo oponerse a ella con todos los medios de que dispone el gobierno. A pesar de la relativa calma con Irán, continúan las incursiones en Gaza y las operaciones militares en Cisjordania, mientras Israel se prepara para la Pascua judía con medidas de seguridad reforzadas en todo el país, incluida Jerusalén.

La policía israelí confirmó un atentado terrorista hoy en Jerusalén, donde un coche atropelló a dos peatones. Los terroristas que conducían el coche huyeron, dejando tras de sí una ametralladora atascada, según la policía citada por el Times of Israel. En conclusión, la guerra entre Israel e Irán persiste, alimentada por una guerra psicológica que mantiene en vilo a ambos actores. Aunque las acciones militares pueden tener consecuencias devastadoras, es el propio miedo el que resulta ser el arma más potente en este conflicto interminable.