El debate europeo sobre defensa se plantea a menudo como una elección entre «más Europa» y «más soberanía nacional». Una encuesta EuroScope de noviembre de 2025 de Polling Europe sugiere que el público piensa de forma más pragmática: la gente quiere que Europa sea más segura, rápidamente, puede nombrar las lagunas de capacidad que espera que cierren los gobiernos, y está mucho menos de acuerdo con la idea de que la defensa debería ser la próxima justificación para el endeudamiento conjunto de la UE.
La encuesta se realizó en línea (CAWI) entre el 16 y el 25 de noviembre de 2025 sobre una muestra representativa de adultos de la UE27 de 5.115 entrevistas completas, con desgloses por países principales y por familias políticas europeas.
Un amplio «sí» a la inversión en defensa, pero sin consenso sobre la construcción de una estructura única de la UE
Sobre la cuestión central -si Europa debe invertir en defensa- la opinión pública no es ambigua. A nivel de la UE27, el 75% elige una opción que implica aumentar la inversión en defensa; el 13% prefiere no invertir, y el 12% no está seguro.
Donde el panorama se vuelve políticamente interesante es en la vía institucional. Los europeos se dividen casi por igual entre dos enfoques: El 38% prefiere reforzar las fuerzas armadas nacionales al tiempo que profundiza la cooperación con la OTAN, mientras que el 37% está a favor de invertir en un sistema de defensa común europeo.
Esta división es importante porque apunta a una realidad duradera: la capacidad y la preparación gozan de un fuerte mandato democrático; la centralización no goza de nada parecido a la misma claridad.
Los resultados nacionales ilustran la desigual geografía de la amenaza percibida. El apoyo a la inversión en defensa alcanza su punto álgido en Polonia (89%) y es notablemente inferior en Francia (67%), con Alemania (76%), Italia (69%) y España (79%) entre medias.
El electorado ECR destaca: inversión en defensa con la soberanía y la OTAN en el centro
El desglose político-familiar de la encuesta es especialmente relevante para los Conservadores y Reformistas Europeos. Entre los votantes de ECR, el apoyo a la inversión en defensa alcanza el 83%, muypor encima de la media de la UE27 que opta por «no invertir».
Pero el rasgo definitorio no es el nivel de apoyo; es el modelo. Los votantes de ECR muestran una marcada preferencia por reforzar las fuerzas nacionales y trabajar a través de la OTAN: el 53% elige ese enfoque, mientras que el 30% prefiere un sistema de defensa a nivel de la UE.
Dentro de la tabla de grupos políticos proporcionada en el informe, ECR registra la cuota más alta para la opción «fuerzas nacionales + OTAN». Esto es un recordatorio útil de que una agenda de defensa alineada con ECR no es «anti-cooperación»; es pro-cooperación bajo control democrático nacional, con la OTAN como marco establecido para la disuasión y la interoperabilidad.
Los ciudadanos no están pidiendo abstracciones. Están nombrando capacidades concretas.
Quizá la parte más valiosa desde el punto de vista operativo de la encuesta sea la pregunta sobre las prioridades. Cuando se pregunta a los europeos qué es lo más importante «ahora mismo» (hasta tres opciones), los puntos más importantes coinciden con lo que los conflictos recientes y las campañas híbridas ya han enseñado a los responsables políticos.
A nivel de la UE27, las principales prioridades son: mejorar la vigilancia del espacio aéreo y la protección contra los drones y el reconocimiento aéreo (36%); reforzar la capacidad de inteligencia y contrainfluencia (33%); construir un escudo antimisiles (30%); reforzar las fronteras exteriores con personal e infraestructuras (28%); y ampliar los ejercicios multinacionales para aumentar la preparación y la coordinación (23%).
Los votantes del ECR siguen el mismo orden de «las capacidades primero», con un énfasis ligeramente mayor en la protección del espacio aéreo y las fronteras: El 41% prioriza la vigilancia del espacio aéreo; el 36%, la inteligencia; el 32%, la defensa antimisiles; el 32%, el refuerzo de las fronteras; y el 25%, las maniobras multinacionales.
De estas cifras se desprenden dos observaciones más amplias.
En primer lugar, los europeos definen cada vez más la defensa como algo más que equipamiento pesado: es también la protección de infraestructuras críticas, la resistencia de las sociedades frente a la manipulación hostil y la integridad de las fronteras, cuestiones en las que los gobiernos pueden demostrar resultados tangibles.
En segundo lugar, estas prioridades se prestan a la cooperación sin extralimitación institucional: las normas compartidas, las adquisiciones compatibles, la formación conjunta, el conocimiento conjunto de la situación y el intercambio estructurado de inteligencia pueden ampliarse rápidamente preservando las cadenas de mando nacionales.
La verdadera prueba de resistencia política es el dinero, en concreto, el endeudamiento compartido de la UE.
Si la inversión en defensa goza de un mandato fuerte, el método de financiación no.
En cuanto a la propuesta de crear un instrumento de deuda común europeo utilizado exclusivamente para gastos militares, la opinión pública de la UE27 está dividida: 42% está de acuerdo (13% totalmente; 29% algo de acuerdo), 39% está en desacuerdo (22% algo de acuerdo; 17% totalmente de acuerdo), y 19% está indeciso.
El desglose nacional subraya lo frágil que sería un «consenso europeo». El acuerdo total es del 36% en Francia, el 37% en Italia, el 45% en Alemania, el 47% en España y el 44% en Polonia, conporcentajes considerables de «no sabe» en varios países.
Entre los votantes de los ECR, las reservas son más claras que en la media de la UE27: El 40% está de acuerdo con la deuda común de la UE para defensa, mientras que el 45% está en desacuerdo; el 20% se opone rotundamente.
Esta es la limitación clave para los responsables políticos: si la defensa se convierte en un vehículo de mutualización fiscal permanente, el debate político corre el riesgo de pasar de «cómo proteger a Europa» a «cuánta integración han autorizado realmente los ciudadanos». La encuesta indica que la autorización es, en el mejor de los casos, discutida.
Fortalécete mediante la responsabilidad, no mediante atajos federales
Los datos apuntan hacia una conclusión conservadora: Europa tiene una oportunidad histórica de reconstruir una disuasión creíble, pero debe hacerlo de forma que preserve la legitimidad.
Empieza por lo que los ciudadanos priorizan explícitamente. La protección del espacio aéreo contra drones, unos servicios de inteligencia más fuertes y capaces de resistir la influencia hostil, una capa de defensa antimisiles creíble, unas fronteras resistentes y un mayor ritmo de entrenamiento conjunto no son proyectos ideológicos; son protecciones prácticas que pueden medirse, auditarse y mejorarse.
Anclar la cooperación en la OTAN, porque es ahí donde la seguridad europea ya es operativa. La encuesta no «respalda a la OTAN» como declaración política, pero muestra que una gran parte de los europeos -especialmente dentro del electorado de los ECR- prefiere un modelo que refuerce las fuerzas nacionales al tiempo que colabora con la OTAN. Esa preferencia debe tratarse como una señal de legitimidad: los ciudadanos quieren eficacia y disuasión, no una remodelación de la soberanía que podría diluir la responsabilidad.
Rechaza la tentación de tratar la defensa como el siguiente capítulo de la unión fiscal. La división sobre la deuda común de la UE no es un detalle; es una advertencia. Cuando la opinión pública es incierta, lo prudente es dar prioridad a la eficacia, la preparación y el reparto de cargas -a través de los presupuestos nacionales, la reforma de la contratación pública, las normas comunes y la cooperación específica- antes de recurrir a mecanismos que muchos interpretarán como responsabilidades mutualizadas permanentes.
En resumen, el argumento conservador no es «menos Europa». Es una Europa que ofrezca resultados en materia de seguridad manteniendo la responsabilidad cerca de los votantes: control nacional donde reside la legitimidad, compatibilidad con la OTAN donde la disuasión ya funciona, y cooperación centrada en las capacidades en vez de en crear nuevos hechos consumados fiscales o constitucionales.