fbpx

Bruselas sanciona a Rumanía por incumplir la normativa sobre contaminación

Medio ambiente - diciembre 11, 2025

Un nuevo enfrentamiento entre Bruselas y Bucarest está a punto de comenzar después de que la Comisión Europea emprendiera nuevas acciones legales contra Rumania, acusando a los políticos de Bucarest de incumplir sus obligaciones de controlar y mejorar la calidad del aire. La decisión de la Comisión Europea de remitir el asunto al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) supone una presión adicional sobre el Estado rumano en un momento en que los problemas de contaminación siguen afectando a la salud pública y a la credibilidad del país en el cumplimiento de sus compromisos medioambientales. Este nuevo procedimiento (anunciado el 11 de diciembre) llega tras repetidas advertencias en los últimos años, acompañadas de cartas de emplazamiento, informes técnicos y llamamientos oficiales para que Rumania modernice sus sistemas de vigilancia y adopte políticas más enérgicas para reducir las emisiones nocivas.

Marco jurídico europeo – ¿Qué exigen realmente las directivas sobre calidad del aire?

Es bien sabido que, a escala de la Unión Europea, las normas de calidad del aire se han establecido en dos directivas fundamentales: La Directiva 2008/50/CE y la Directiva 2004/107/CE. Estas dos directivas no sólo imponen valores límite para diversos contaminantes, sino también normas estrictas sobre cómo deben controlar los Estados miembros el aire que respira la población. Estas directivas exigen a cada Estado miembro de la UE que instale un número suficiente de estaciones de control estratégicamente situadas para reflejar con exactitud los niveles reales de contaminación, que garantice la calidad, exactitud y continuidad de los datos recogidos, y que comunique todos estos datos a la Comisión Europea periódicamente en formatos normalizados. Otras obligaciones incluyen la adopción de medidas adecuadas cuando los niveles de contaminación superen los límites legales. El objetivo declarado de esta normativa es, por tanto, garantizar que los ciudadanos europeos tengan acceso a un aire lo más limpio posible, libre de contaminantes, y que las autoridades nacionales dispongan de información completa para poder intervenir rápidamente en situaciones de riesgo.

En el caso de Rumania, las conclusiones de la Comisión Europea pusieron de relieve una red de vigilancia incompleta y poco fiable. En su decisión del 11 de diciembre de 2025, la Comisión Europea afirmó que Rumanía no garantiza una vigilancia adecuada de la contaminación atmosférica. Aunque las autoridades rumanas han iniciado algunos proyectos de modernización, la evaluación de Bruselas pone de relieve importantes deficiencias en la red nacional de medición de la calidad del aire. La Comisión también mencionó los principales problemas de Rumanía. Desde el punto de vista de la CE, el número de estaciones de control es insuficiente en varias regiones del país, y la ubicación de algunos puntos de muestreo no cumple los criterios técnicos impuestos por la UE. Además, en opinión de la CE, los datos recogidos no cumplen las normas de calidad, lo que afecta tanto a la exactitud de los informes como a la credibilidad de los resultados. Otro aspecto negativo planteado por la CE es que el seguimiento de contaminantes clave como PM10, PM2,5, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, metales pesados y benzo(a)pireno es incompleto. A falta de esta información precisa, la Comisión considera que Rumanía no puede evaluar de forma realista los riesgos para la salud pública, y las políticas públicas de reducción de la contaminación se ven implícitamente afectadas.

El procedimiento contra Rumanía no surgió de la nada, sino que, de hecho, fue el resultado de una larga lista de promesas incumplidas. Ya en 2017, la Comisión Europea envió una primera carta de emplazamiento, seguida de una nueva advertencia en 2019 y un dictamen motivado en 2023. Durante todo este tiempo, los gobiernos de Bucarest prometieron modernizar la red nacional de vigilancia, pero la aplicación se retrasó o quedó parcialmente completada. Al mismo tiempo, varias ciudades de Rumania -incluidas Bucarest, Cluj-Napoca, Timișoara, Brașov e Iași- han sido objeto de procedimientos de infracción en el pasado por superar repetidamente los límites de partículas. En algunos casos, Rumanía ya ha sido condenada por el TJUE por superaciones persistentes de los valores de PM10. La nueva acción anunciada por la Comisión no se refiere a las superaciones, sino a la incapacidad de Rumanía para medir y notificar los datos correctamente. En la práctica, Bruselas acusa a Rumanía de no proporcionar ni siquiera la información mínima necesaria para evaluar oficialmente la situación real de la contaminación. El segundo procedimiento por el que Rumanía se arriesga a sanciones es el incumplimiento de sus compromisos de reducción de emisiones. Así, además del recurso ante el TJUE por el control del aire, la Comisión Europea ha iniciado otro procedimiento contra Rumanía, enviándole un nuevo dictamen motivado por incumplir los objetivos de reducción de las emisiones de partículas finas PM2,5. Esta obligación se establece en la Directiva 2016/2284, también conocida como Directiva NEC (Techos Nacionales de Emisión). Para quienes no estén familiarizados con los términos, la Directiva NEC exige a cada Estado miembro de la UE que limite las emisiones de contaminantes como el amoníaco, los óxidos de nitrógeno, los compuestos orgánicos volátiles o las partículas finas; que elabore un Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica que describa medidas concretas para reducir las emisiones y que actualice este programa periódicamente para reflejar los avances tecnológicos y las nuevas políticas medioambientales. Aunque Rumanía no adoptó su propio PNCPA hasta 2023, la Comisión considera que el documento no incluye suficientes medidas concretas para garantizar que las emisiones se reducen de acuerdo con los compromisos adquiridos. Además, los inventarios nacionales presentados por Rumanía para el periodo 2022-2025 muestran que el país sigue superando los límites de PM2,5, un contaminante asociado sobre todo al tráfico rodado, la calefacción residencial y determinados procesos industriales.

¿A qué riesgos se enfrenta Rumanía si no toma medidas en los próximos dos meses?

Tras el envío del dictamen motivado, Rumanía tendrá dos meses para responder y convencer a la Comisión de que está aplicando las medidas necesarias. Si no lo hace, el siguiente paso es remitir el asunto al TJUE, donde los riesgos para el Estado rumano incluyen multas a tanto alzado impuestas cuando se dicte la sentencia, junto con sanciones diarias hasta que se logre el cumplimiento. Otro riesgo es un posible deterioro de las relaciones institucionales con Bruselas en materia de política medioambiental, lo que afectaría a la credibilidad de Rumanía en futuras negociaciones sobre la transición verde. Teniendo en cuenta los precedentes sentados por otros Estados miembros y dependiendo de la gravedad del incumplimiento, las sanciones económicas a las que se arriesga Rumanía podrían alcanzar decenas de millones de euros.

Detrás de todos estos procedimientos legales se esconde una realidad concreta: la contaminación atmosférica es uno de los factores de riesgo para la salud más importantes de Europa. La Agencia Europea de Medio Ambiente ha calculado que decenas de miles de personas mueren prematuramente cada año en Rumania debido a la exposición a partículas finas, dióxido de nitrógeno y ozono troposférico. Los efectos de la exposición a las partículas finas en la población se traducen en un aumento de la incidencia de enfermedades respiratorias, un empeoramiento de las afecciones cardiovasculares, una reducción de la esperanza de vida en entornos urbanos muy contaminados y un deterioro del desarrollo infantil, sobre todo en las primeras etapas de la vida. Por tanto, desde la perspectiva de la Comisión Europea, un control preciso de la calidad del aire no es sólo una obligación burocrática para un Estado miembro, sino una herramienta esencial para proteger la salud pública.

La pregunta que nos hacemos es ¿Por qué Rumanía se retrasa en el cumplimiento de sus obligaciones? La respuesta es muy sencilla. Las instituciones estatales tienen grandes problemas administrativos y financieros (Rumanía tiene el mayor déficit de la UE y la inflación más alta) y, más recientemente, problemas políticos (los socialdemócratas amenazan cada dos días con abandonar el gobierno). Los expertos consultados en los últimos años han señalado varias razones del retraso de Rumanía en el cumplimiento de sus obligaciones. Una de las razones es que la red de vigilancia lleva mucho tiempo sin financiación suficiente, con equipos anticuados y una gestión interinstitucional fragmentada entre el Ministerio de Medio Ambiente, las agencias de los condados y las autoridades locales, lo que dificulta su modernización.

Otra causa de los retrasos señalada por los expertos son las demoras administrativas que sufren los proyectos de ampliación de la red de vigilancia atmosférica, como los largos procedimientos de contratación y la falta de políticas firmes sobre el tráfico urbano y la calefacción residencial. Todas estas causas dificultan la consecución de reducciones reales de las emisiones. Además, los frecuentes cambios de liderazgo en las instituciones medioambientales han provocado la interrupción o el aplazamiento de proyectos esenciales.

Rumanía se enfrenta a una carrera contrarreloj para evitar las sanciones

Para evitar ser llevada ante el TJUE, Rumanía tendrá que demostrar en el próximo periodo (concretamente, en los próximos dos meses) que está modernizando su sistema de vigilancia y adoptando las medidas más estrictas posibles para reducir la contaminación. Entre las prioridades señaladas por los expertos figuran el aumento del número de estaciones de control en las zonas insuficientemente cubiertas, la modernización de los equipos existentes, la aplicación de políticas de movilidad urbana sostenible, el fomento de la transición a sistemas de calefacción menos contaminantes y, por último, pero no por ello menos importante, el aumento de los controles de las actividades industriales. Al mismo tiempo, las autoridades estatales deben mejorar la transparencia y coherencia de los informes oficiales a la Comisión Europea. Entre las obligaciones europeas y las realidades sobre el terreno, la situación actual demuestra que Rumanía sigue siendo vulnerable en cuanto al cumplimiento de las normas europeas sobre calidad del aire. Aunque se han realizado algunos progresos, son insuficientes para proporcionar una imagen completa del nivel real de contaminación y garantizar la reducción de las emisiones peligrosas. Por esta misma razón, la actuación de la Comisión Europea no es sólo una sanción legal, sino también una señal clara de que Rumania debe tomarse muy en serio sus responsabilidades en materia de protección del medio ambiente. Lo que está en juego no es sólo evitar multas sustanciales, sino también mejorar la calidad de vida de millones de rumanos.