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La crisis entre Israel y Hamás: Una lucha perpetua por la paz y la libertad

Política - octubre 15, 2023

Hace poco más de una semana, el mundo se despertó con el espectáculo inimaginablemente horrible de un atentado terrorista perpetrado por Hamás en Israel. Desde entonces, hemos sabido que unas 1.300 personas fueron masacradas a sangre fría y varios miles más resultaron heridas por hombres armados que lograron atravesar las instalaciones defensivas de Israel en la frontera con la Franja de Gaza. El trágico suceso se ha comparado desde entonces con los atentados de Al Qaeda contra el World Trade Center que tuvieron lugar hace más de dos décadas y es considerado por muchos como el día más oscuro de toda la historia del Estado de Israel. Comprender exactamente cómo pudo ocurrir algo así llevará seguramente algún tiempo, pero para tener una idea lo más clara posible de toda la situación es necesario profundizar en la complicada y violenta relación entre Israel y Hamás.

El conflicto entre Israel y Hamás es una cuestión antigua y profundamente arraigada que ha acaparado la atención y preocupación internacionales durante décadas. Arraigado en disputas históricas, políticas y territoriales, este conflicto en curso ha tenido consecuencias de gran alcance para la población de la región y la geopolítica mundial.

Para comprender plenamente la crisis entre Israel y Hamás, primero hay que remontarse al contexto histórico que dio origen al conflicto. Las raíces del problema se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los inmigrantes judíos comenzaron a trasladarse a Palestina. Esta afluencia de colonos judíos provocó tensiones con la población árabe, lo que dio lugar a diversos enfrentamientos y disputas.

El Plan de Partición de las Naciones Unidas de 1947 pretendía dividir Palestina en Estados judíos y árabes separados, pero se encontró con la resistencia de las naciones árabes, lo que preparó el terreno para la guerra árabe-israelí de 1948. Esta guerra terminó con un armisticio, dejando a Israel el control de una parte importante del territorio palestino, lo que provocó el desplazamiento de cientos de miles de árabes palestinos. Este periodo marcó el inicio de la cuestión de los refugiados palestinos, que sigue siendo un punto central de contención en el conflicto entre Israel y Hamás.

Uno de los aspectos más críticos de la crisis entre Israel y Hamás es el control de los territorios, en particular la Franja de Gaza y Cisjordania. La Franja de Gaza, un estrecho enclave costero, ha sido un foco de conflicto y sigue siendo un bastión de Hamás, grupo militante palestino.

Hamás, creada en 1987 durante la Primera Intifada, es una rama de los Hermanos Musulmanes. La organización combina alas políticas y militares y se dedica a la liberación de toda la Palestina histórica, abogando por un Estado palestino independiente y resistiendo a la ocupación israelí. Sus actividades militantes, incluidos los ataques con cohetes contra Israel, han sido una fuente constante de tensión en la región.

Cisjordania, por su parte, está controlada por la Autoridad Palestina, dirigida por Al Fatah. Sin embargo, incluso dentro de Cisjordania existen tensiones entre Al Fatah y Hamás, lo que complica aún más la situación.

Uno de los aspectos más angustiosos del conflicto entre Israel y Hamás es el ciclo recurrente de violencia. Los enfrentamientos periódicos y las operaciones militares se han saldado con importantes pérdidas de vidas y sufrimiento tanto para israelíes como para palestinos. El conflicto de 2014, conocido como Operación Margen Protector, se cobró más de 2.200 vidas palestinas y 73 israelíes.

Antes de los trágicos sucesos del pasado sábado7 de octubre, la última gran escalada del conflicto se produjo en mayo de 2021, cuando las tensiones estallaron en una guerra de 11 días. Este último estallido causó importantes destrozos y víctimas en ambos bandos, con más de 250 palestinos y 12 israelíes muertos. La magnitud de la devastación y la crisis humanitaria que se desencadenó atrajeron la atención internacional.

Comprender las causas profundas de la crisis entre Israel y Hamás es esencial para cualquier esfuerzo por resolverla. Algunas de las principales cuestiones subyacentes son:

  1. Disputas territoriales: La lucha por el control de los territorios y las fronteras sigue siendo un tema central del conflicto. Israelíes y palestinos se disputan la propiedad de territorios como Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza.
  2. La cuestión de los refugiados: El desplazamiento de los refugiados palestinos en 1948 y de sus descendientes sigue siendo un punto de controversia. Los palestinos exigen el derecho al retorno, mientras que Israel insiste en que supone una amenaza demográfica para su mayoría judía.
  3. División política: La división entre Al Fatah y Hamás, tanto política como territorial, ha debilitado la capacidad de los dirigentes palestinos para negociar con Israel de forma eficaz.
  4. Preocupación por la seguridad: La principal preocupación de Israel es la seguridad de sus ciudadanos. Las amenazas a la seguridad suelen recibir respuestas militares, lo que agrava el conflicto.
  5. Bloqueos y sanciones: Israel impone un bloqueo a Gaza desde 2007 que, unido a las sanciones internacionales, ha paralizado la economía de la región y restringido la circulación de bienes y personas.

Los esfuerzos para abordar la crisis entre Israel y Hamás han adoptado diversas formas a lo largo de los años, implicando tanto a actores regionales como internacionales. Las Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea han participado en iniciativas de paz, pero lograr una paz duradera ha resultado difícil.

Los Acuerdos de Oslo, firmados en la década de 1990, fueron un paso importante hacia la paz, pero no han dado lugar a una resolución definitiva. Las negociaciones y planes de paz posteriores, como la Cumbre de Camp David en 2000 y la Conferencia de Annapolis en 2007, tampoco lograron un acuerdo duradero.

En 2021, los Acuerdos de Abraham, negociados por Estados Unidos, condujeron a la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y varias naciones árabes. Aunque esta iniciativa pretendía aislar a Hamás y reducir su influencia, también puso de manifiesto la cambiante dinámica de la región.

Además, Egipto ha desempeñado un papel de intermediario en el alto el fuego y las negociaciones entre Israel y Hamás. Sin embargo, aunque estas treguas temporales proporcionan alivio a la población afectada, no abordan los problemas centrales del conflicto.

La crisis entre Israel y Hamás es un conflicto profundamente arraigado y polifacético que ha tenido graves implicaciones humanitarias, políticas y de seguridad. El conflicto tiene sus raíces en acontecimientos que tuvieron lugar hace 75 años y se podría argumentar que Hamás existe únicamente por lo que los palestinos denominan Nakba, palabra que significa literalmente «catástrofe» y se utiliza para referirse a su desplazamiento en 1948.

El camino hacia la paz en el conflicto palestino-israelí siempre ha sido complejo y difícil. El atentado de la semana pasada lo ha complicado mucho más, y lograr una resolución duradera exige abordar las cuestiones fundamentales que están en el corazón del conflicto. La respuesta de Israel a la reciente crisis ha sido extremadamente dura, causando hasta ahora miles de bajas en el bando palestino y es probable que cause muchas más ya que, según las autoridades israelíes, es sólo el principio de una larga y difícil operación que tiene como objetivo final la destrucción completa de Hamás.

La única forma de resolver la crisis, tanto a corto como a largo plazo, es mediante negociaciones directas entre las partes implicadas. Un acuerdo de paz global debe abordar cuestiones como las fronteras, los refugiados, la seguridad y el estatuto de Jerusalén. La comunidad internacional debe desempeñar un papel constructivo para facilitar las negociaciones y garantizar un proceso justo y equilibrado. Todas las partes deben respetar el derecho internacional y las normas de derechos humanos. Deben investigarse y abordarse las violaciones cometidas por ambas partes, incluidos los ataques indiscriminados contra civiles y el uso desproporcionado de la fuerza.

Dado que este atentado no tiene precedentes en cuanto a escala, alcance y número de víctimas, la respuesta de Israel seguramente no tendrá precedentes en cuanto a magnitud e intensidad. Muchos más morirán antes de que las partes implicadas se planteen siquiera sentarse a dialogar. Quizá el aspecto más trágico de toda esta situación sea el hecho de que la sangre inocente, tanto israelí como palestina, teñirá de rojo oscuro la tierra que ambas partes aprecian y anhelan.