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El auge de la alta tecnología en Italia: cómo la visión del gobierno desencadenó una nueva era de innovación y exportaciones

Ciencia y Tecnología - noviembre 1, 2025

Desde políticas inteligentes hasta inversiones estratégicas, la transformación tecnológica de Italia duplica las exportaciones de alta tecnología y posiciona al país como protagonista europeo de la economía digital.

Entre 2010 y 2024, la cuota de exportaciones de alta tecnología de Italia como porcentaje del PIB casi se duplicó, pasando del 1,4% al 2,7%. Este notable aumento, destacado en el último informe del Centro Economia Digitale (CED) titulado «Economía de alta tecnología: El nuevo ciclo competitivo global», marca una revolución silenciosa en el panorama industrial italiano. Más que un conjunto de cifras, representa el resultado tangible de una estrategia gubernamental deliberada que situó la innovación, la adopción de tecnología y la investigación en el centro de la política económica.

El informe del CED sitúa el progreso de Italia dentro de un cambio global más amplio: la aparición de una Economía de Alta Tecnología en la que la competitividad no depende sólo de la capacidad de producción, sino de la rapidez con que las naciones pueden absorber y desplegar tecnologías de vanguardia como la inteligencia artificial generativa, la biotecnología, los sistemas cuánticos, los materiales avanzados y las energías renovables. En este nuevo paradigma, los gobiernos desempeñan un papel decisivo en la construcción del ecosistema en el que puede prosperar la innovación, conectando a las empresas, el mundo académico y las instituciones públicas en un único sistema impulsado por el conocimiento.

Una transformación impulsada por las políticas

Los resultados de Italia en exportaciones de alta tecnología no se han producido por casualidad. A lo largo de la última década, los sucesivos gobiernos han aplicado una política industrial más coordinada destinada a unir los puntos fuertes de la fabricación tradicional con las tecnologías de nueva generación. Iniciativas como el Piano Nazionale Industria 4.0, ampliado posteriormente a Transizione 4.0, ofrecían créditos fiscales para investigación y desarrollo, transformación digital y automatización. Combinadas con los fondos de recuperación de la UE destinados a la innovación ecológica y digital, estas medidas crearon un entorno fértil para que las empresas invirtieran, se adaptaran y ampliaran sus capacidades tecnológicas.

Como resultado, Italia ha visto una evolución desde una economía basada en la fabricación a otra cada vez más caracterizada por la integración entre investigación, infraestructura digital y servicios de alto valor. El impulso estratégico del gobierno a la cooperación público-privada también ha fomentado agrupaciones regionales de innovación, sobre todo en robótica, energías renovables y materiales avanzados, sectores que ahora impulsan gran parte del crecimiento de las exportaciones.

La fuerza de la tecnología media-alta

El informe del CED destaca otro aspecto distintivo del renacimiento industrial de Italia: la fuerza de sus sectores de tecnología media-alta. Las empresas italianas, a menudo pequeñas o medianas pero altamente especializadas, han demostrado una notable capacidad para traducir las innovaciones globales en aplicaciones concretas. Estas empresas actúan como «puentes» entre la producción tradicional y la innovación de vanguardia, una característica que define desde hace tiempo el éxito manufacturero de Italia.

Aunque estas empresas generan sólo alrededor del 11% del valor añadido total, representan más del 70% de la inversión privada en I+D. Esta concentración pone de relieve un modelo nacional que valora la adaptabilidad frente a la escala y la innovación frente al tamaño, un modelo que las políticas gubernamentales han apoyado intencionadamente. Al facilitar el acceso a la infraestructura digital, promover la educación técnica y reducir las barreras burocráticas, el Estado italiano ha creado unas condiciones en las que la innovación puede surgir orgánicamente del tejido industrial en lugar de ser impuesta desde arriba.

Cuantificar el impacto económico

El informe del CED aporta pruebas econométricas sorprendentes del impacto más amplio de la inversión tecnológica. En las economías de la OCDE, cada dólar adicional en valor añadido de alta tecnología genera una media de 3,18 $ en el PIB en tres años. En las economías europeas, ese multiplicador asciende a 3,9, casi tres veces más que en los sectores de baja tecnología.

Para Italia, estas cifras confirman que la innovación no es sólo una cuestión de prestigio o productividad, sino un verdadero motor de crecimiento sostenible. Las inversiones tecnológicas también se han relacionado con el aumento del empleo: por cada 10.000 millones de dólares de aumento del valor añadido de la alta tecnología, se crean aproximadamente 161.000 nuevos puestos de trabajo en la Unión Europea. Esto contrarresta la narrativa común de que la automatización elimina el trabajo; en cambio, los datos demuestran que, cuando se combina con formación en competencias y políticas inclusivas, la innovación amplía el mercado laboral y mejora la calidad del empleo.

Construir una identidad tecnológica europea

El gobierno italiano también ha sido un firme defensor de un enfoque europeo más coordinado de la innovación. Roma apoya un cambio de los incentivos por el lado de la oferta (financiación de proyectos de investigación) hacia políticas por el lado de la demanda que aceleren la adopción de tecnología en todos los sectores y servicios públicos. Esto incluye la digitalización de las administraciones, el fomento de la contratación pública innovadora y la definición de «misiones tecnológicas» claras que orienten la inversión hacia objetivos estratégicos.

Además, Italia defiende el concepto de «coopetición», es decir, la cooperación competitiva entre países europeos para compartir tecnologías, establecer normas comunes y aprovechar la diversidad de los ecosistemas industriales. En este contexto, la base industrial flexible e interconectada de Italia le confiere una ventaja natural.

El camino por recorrer

El ascenso tecnológico de Italia es todavía un trabajo en curso, pero la dirección está clara. La duplicación de las exportaciones de alta tecnología no sólo indica una mejora estadística, sino una transformación estructural de la economía. Con sólidas competencias técnicas, cadenas de suministro integradas y una cultura empresarial capaz de adaptarse rápidamente, Italia ha sentado las bases para un futuro sostenible de alta tecnología.

El reto ahora es la continuidad: mantener una inversión constante en educación, investigación e infraestructuras, al tiempo que se garantiza que la innovación siga siendo inclusiva y esté ampliamente distribuida. Como concluye el informe del CED, el crecimiento tecnológico no sólo depende de cuánta innovación produce un país, sino de la eficacia con que la absorbe y difunde.

Mediante una política visionaria, una inversión específica y una asociación renovada entre el Estado y la industria, Italia ha demostrado que, incluso en un panorama mundial competitivo, la gobernanza estratégica puede convertir el potencial en progreso. El renacimiento de la alta tecnología en el país es la prueba de que, con la combinación adecuada de política, capacidad y ambición, la innovación puede convertirse en la piedra angular de la resistencia y el crecimiento nacionales.

 

Alessandro Fiorentino