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El mar como activo estratégico: infraestructuras, empleo e identidad

En una Europa sacudida por crisis geopolíticas e industriales, el Mediterráneo y los mares de Europa han vuelto al centro del debate político, gracias a la visión conservadora del desarrollo, la seguridad y el crecimiento. Este fue el mensaje clave del panel «El Mediterráneo y los Tres Mares», celebrado el viernes 11 de julio en Nápoles, durante la Conferencia de los Conservadores Europeos.

Entre los ponentes se encontraban el ex primer ministro polaco y actual presidente de los Conservadores Europeos Mateusz Morawiecki, el ministro italiano Nello Musumeci, el eurodiputado Alberto Gambino, el representante de ALIS Marcello Di Caterina y la eurodiputada española Nora Núñez Cunca García. ¿El tema central? El mar como frontera económica, geopolítica y cultural. Un recurso que hay que defender y potenciar con pragmatismo y sin ingenuidad ideológica.

Morawiecki: «El mar es el eje del nuevo orden mundial»

Al inaugurar el panel, Mateusz Morawiecki destacó el papel central de la Economía Azul en un contexto geopolítico en rápida evolución: «El mundo se está remodelando: nuevas rutas comerciales, políticas proteccionistas y una influencia china cada vez menor. En este contexto, la Iniciativa de los Tres Mares -del Báltico al Mar Negro y el Adriático- adquiere una importancia estratégica». Morawiecki propuso un corredor económico que una India, Oriente Próximo y Europa (IMEC), con Trieste como eje clave que conecte Italia con Europa Central y Septentrional. «Debemos invertir en infraestructuras norte-sur. Europa se construyó siguiendo el eje este-oeste, pero hoy el Mediterráneo puede convertirse en la columna vertebral económica del continente.» También criticó duramente la política industrial europea: «Hemos utilizado fondos de la UE para financiar industrias chinas. Esto es un grave error. Necesitamos una política industrial basada en el sentido común».

Musumeci: «Italia debe redescubrir su vocación marítima. El mar no es sólo romanticismo»

El ministro de Políticas Marítimas , Nello Musumeci, aportó una voz clara y pragmática: «El Mediterráneo ha sido olvidado por la UE, que se ha centrado más en el Báltico y en las economías terrestres. Sin embargo, la economía del mar mueve hoy 180.000 millones de euros, con un millón de trabajadores y 240.000 empresas».

Presentó la nueva Ley submarina italiana, que pretende regular de forma sostenible el uso del lecho marino y liberar su potencial económico -desde las tierras raras hasta la geología marina- respetando la seguridad civil y medioambiental:
«El mar sigue siendo un universo desconocido. Para protegerlo, primero debemos conocerlo. Y debe guiarnos el realismo, no el ecologismo radical». Musumeci también lanzó un desafío cultural: «El 64% de los italianos no ven a Italia como un país marítimo. El mar sólo se ve como ocio de mayo a septiembre. Pero el mar es esfuerzo, trabajo y empresa. Necesitamos una revolución cultural, empezando por la educación marítima en las escuelas primarias».

Di Caterina: «Formación y digitalización: ésta es la Economía Azul que crea puestos de trabajo reales»

Marcello Di Caterina, Vicepresidente de ALIS (Asociación de Logística Intermodal Sostenible), pasó a centrarse en el empleo y la formación: «Existe un enorme desfase entre la oferta y la demanda en el mercado laboral marítimo. Nuestros jóvenes desconocen las oportunidades. Sin embargo, un tripulante primerizo puede ganar 2.700 euros al mes». Explicó cómo ALIS, en colaboración con institutos de formación profesional y universidades, está trabajando para que estas carreras resulten atractivas a los jóvenes del sur: «La sostenibilidad debe ser social y económica, no sólo medioambiental. Necesitamos menos burocracia y más incentivos».

En cuanto a las infraestructuras, Di Caterina subrayó la importancia de la digitalización de los puertos: «Italia representa el 63% del tráfico marítimo de camiones en Europa. Es una ventaja competitiva que debemos defender frente a políticas miopes como el RCCDE, que corre el riesgo de penalizar el transporte marítimo italiano y aumentar los costes para el consumidor.»

Gambino: «Sin los jóvenes, el mar no tiene futuro. Europa debe invertir»

Alberto Gambino, eurodiputado, destacó el papel estratégico de Italia:
«Con 8.000 km de costa, Italia desempeña un papel clave en la seguridad y el desarrollo de Europa. Pero necesitamos una estrategia común que respete las especificidades de cada Estado miembro». Elogió al gobierno de Giorgia Meloni por dar prioridad a las infraestructuras marítimas en el gasto de la UE: «Nos aseguramos el derecho a utilizar los fondos de defensa de la UE para infraestructuras portuarias de doble uso, civil y militar». Gambino pidió la reforma de la rígida normativa marítima de la UE: «Sin cambios, corremos el riesgo de perder terreno frente a los puertos norteafricanos y asiáticos. Los puertos italianos como Gioia Tauro deben ser defendidos y reforzados».

Núñez García: «Sin pescadores, sin jóvenes, el mar de Europa morirá»

Desde el Parlamento Europeo, la eurodiputada española Nora Núñez Garcia habló en nombre de los pescadores tradicionales:
«La Economía Azul tiene que ver con el trabajo, la cultura y la identidad. Pero el ecologismo ideológico y la sobrerregulación están destruyendo la renovación generacional».

Propuso un Plan Europeo de Renovación Generacional Azul, que incluyera incentivos fiscales, microcréditos y formación práctica: «Las normas deben reflejar las realidades locales. Si el único criterio es el medioambiental, tendremos puertos sostenibles, pero no barcos. Proteger el mar también significa proteger a quienes viven de él».

Una agenda conservadora para el mar

El panel transmitió un mensaje unificado: el mar no es una carga gestionada mediante dogmas ideológicos, sino un motor concreto de desarrollo, identidad y libertad. Lo que se necesita son infraestructuras, formación, inversiones, normas flexibles y una cultura del mar que empiece en las escuelas y se traduzca en oportunidades reales para los jóvenes.

El enfoque conservador -pragmático y no ideológico- prevé una Europa «continental por cultura, pero marítima por vocación». El Mediterráneo ya no debe ser la periferia de Europa, sino el corazón de su renovación.