fbpx

España Golpea Primero: La llegada del Tren de Aragua a Europa y su significado para la seguridad y la soberanía

Política - noviembre 12, 2025

España ha asestado un importante golpe al Tren de Aragua, la megarred criminal venezolana que ha aterrorizado a comunidades de toda Hispanoamérica. El 7 de noviembre, la Policía Nacional anunció la detención de trece individuos acusados de formar la primera célula operativa de la banda en España, un descubrimiento que supone el debut del grupo en suelo europeo.

Las detenciones tuvieron lugar en Barcelona, Madrid, Girona, A Coruña y Valencia en el marco de la Operación Interciti, una operación de inteligencia a largo plazo coordinada por la Comisaría General de Información española. Se desmantelaron dos laboratorios clandestinos que producían cocaína rosa -conocida como tusi-, y los investigadores descubrieron reservas de drogas sintéticas, cocaína y una plantación de cannabis de interior.

Al parecer, la red estaba dirigida por ciudadanos venezolanos de unos 30 años, que vivían discretamente en zonas urbanas como El Cañaveral, en Madrid, y El Raval, en Barcelona. Según fuentes policiales, se preparaban «para la guerra con bandas rivales» para hacerse con el control del territorio y las redes de distribución. Se trata de la segunda gran operación contra el Tren de Aragua en España. La primera tuvo lugar en marzo de 2024, cuando la policía detuvo a Gerso Guerrero, hermano del conocido líder del grupo, Héctor Rustherford «Niño» Guerrero Flores. Gerso fue extraditado posteriormente a Venezuela acusado de terrorismo, trata de seres humanos, tráfico de armas y blanqueo de dinero.

El auge de un imperio criminal protegido por el Estado

El Tren de Aragua no es simplemente otro cártel. Es el vástago de un Estado socialista fracasado. Nació y se alimentó en el sistema penitenciario de Venezuela, un país donde la distinción entre el Estado y el crimen organizado hace tiempo que dejó de existir. La prisión de Tocorón, donde una vez gobernó el líder de la banda, era menos un centro penitenciario que un microcosmos de la Venezuela de Nicolás Maduro: un lugar donde la impunidad, la corrupción y la complicidad política sustituyeron al Estado de derecho.

Durante dos décadas, el régimen narco-comunista de Caracas ha tratado el crimen como una herramienta de control. Aunque el régimen se presenta como antiimperialista, ha permitido e incluso facilitado el crecimiento de estructuras criminales que exportan violencia y drogas al extranjero. El Tren de Aragua es una de las expresiones más claras de esta alianza entre dictadura y delincuencia.

Cuando el Estado venezolano se derrumbó, el Estado criminal ocupó su lugar. El mismo aparato que encarcela a los opositores políticos y censura a los periodistas también protege a traficantes, milicias y grupos paramilitares. Lo que España ha desmantelado en su propio territorio no es sólo una célula criminal, sino un puesto avanzado de esa perversión más profunda: la fusión de la tiranía política y el crimen organizado.

El modelo de integración español – Puntos fuertes y límites

La relación de España con Hispanoamérica siempre ha sido única. Como exploré en mi reciente informe El Imperio Contraataca: Por qué importan los aspectos civilizacionales en la política migratoria (Instituto Danubio, 2024), el modelo migratorio español ha sido, en conjunto, un éxito. La proximidad cultural, la lengua compartida y la continuidad religiosa han permitido al país integrar a millones de inmigrantes hispanoamericanos con relativamente pocas de las tensiones que han asolado a Gran Bretaña o Francia.

Pero incluso este exitoso modelo se enfrenta a límites. La llegada del Tren de Aragua ilustra el lado más oscuro de la movilidad global: cuando las políticas humanitarias son explotadas por redes criminales que buscan refugio y beneficio. La apertura de España a los refugiados venezolanos -motivada por la compasión y la conexión histórica- ha proporcionado desgraciadamente un punto de entrada a elementos que deben su supervivencia al Estado criminalizado de Maduro.

El reto para España es defender la generosidad de su sistema sin permitir que se utilice contra sí misma. La integración requiere vigilancia. La compasión debe ir de la mano de la aplicación.

Un modelo penal para la exportación

El Tren de Aragua se está expandiendo internacionalmente reproduciendo su fórmula nacional: combinando la producción de drogas, el tráfico de seres humanos y el control de las comunidades de inmigrantes. En España, como en Hispanoamérica, se ha basado en la fabricación de tusi, una droga sintética comercializada entre los consumidores jóvenes. El uso de pequeños laboratorios urbanos muestra cómo la banda se adapta rápidamente a su entorno, mezclándose con las economías locales al tiempo que mantiene vínculos con su estructura de mando en el extranjero.

Sus métodos son modernos. Los investigadores han descubierto pruebas de transacciones en criptodivisas y comunicaciones encriptadas. En otras palabras, no se trata de una reliquia de la violencia hispanoamericana trasplantada a Europa, sino de una red híbrida -en parte digital, en parte territorial- que sabe cómo explotar tanto el anonimato de Internet como la confusión moral de las sociedades abiertas.

La conexión venezolana

El alcance mundial del Tren de Araguasería imposible sin la permisividad del régimen de Maduro. Caracas sigue siendo un centro neurálgico para el blanqueo de dinero, el tráfico de armas y los chanchullos de protección vinculados tanto a las élites políticas como a los militares. La dependencia del régimen de las finanzas ilícitas ha convertido a Venezuela en el núcleo de una economía criminal hemisférica que se extiende desde el Caribe hasta el sur de Europa.

Durante años, Estados Unidos y varios gobiernos hispanoamericanos han documentado cómo altos funcionarios venezolanos -incluidos los cercanos a Maduro- han colaborado con cárteles de la droga, movimientos guerrilleros y fuerzas paramilitares. El Tren de Aragua opera en esta zona gris: tolerado, gestionado ocasionalmente y siempre útil al régimen como válvula de presión para la migración e instrumento de desestabilización regional.

Por tanto, que esta red haya aparecido ahora en España no es casualidad. Es un síntoma de la exportación deliberada de desorden por parte de Venezuela, una política que convierte en armas tanto la migración como la delincuencia para proyectar su influencia en el extranjero.

Lecciones para Europa

Para los conservadores europeos, el mensaje no puede ser más claro. La ley y el orden no son meras preocupaciones domésticas; son la primera línea de la seguridad nacional. Cuando la soberanía se diluye, cuando la aplicación de la ley se debilita y cuando la ideología sustituye a la autoridad, el vacío lo llenarán actores que no respetan ni la ley ni las fronteras.

La policía española merece un reconocimiento por desmantelar esta célula, pero los responsables políticos deben garantizar ahora que la prevención acompañe a la represión. Los procedimientos de residencia, las protecciones humanitarias y las vías de asilo deben protegerse de la infiltración de grupos delictivos. Debe profundizarse la cooperación internacional -en particular con democracias hispanoamericanas como Colombia y Chile-, mientras que cualquier contacto con el régimen venezolano debe estar condicionado a su cooperación contra la delincuencia transnacional, que en la actualidad es inexistente.

Por encima de todo, Europa debe reconocer la dimensión moral de esta amenaza. El Tren de Aragua no es simplemente una banda; es la sombra de un régimen que ha convertido la criminalidad en gobernanza. Tolerar a Maduro es tolerar las condiciones que engendran tales organizaciones.

Conclusión: Reafirmación del Estado de Derecho

El desmantelamiento de la primera célula española del Tren de Araguaes una victoria para las fuerzas del orden y una advertencia para Europa. Allí donde la delincuencia crece sin control -ya sea en Caracas, Barcelona o Bruselas- es porque se ha erosionado la autoridad.

La respuesta de España debe convertirse ahora en la norma de Europa: una reafirmación inequívoca de la ley y el orden. Porque lo que hay detrás de cada banda, de cada ruta de tráfico y de cada laboratorio sintético no es sólo la codicia, sino una ideología política que desprecia la propia justicia.

El Tren de Aragua es el brazo armado de un experimento socialista fracasado. Su propagación es un síntoma de la enfermedad narco-comunista que ha destruido Venezuela y ahora pretende infectar el mundo libre. Por tanto, la operación de España debe considerarse no sólo un éxito policial, sino una declaración moral: que Europa no permitirá que la tiranía, la corrupción y el crimen -por lejano que sea su origen- arraiguen en su suelo.