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Reacciones políticas al discurso de Ursula von der Leyen sobre el Estado de la Unión Europea

Política - septiembre 21, 2025

El discurso anual sobre el Estado de la Unión pronunciado por el Presidente de la Comisión Europea es uno de los acontecimientos más significativos del calendario político europeo, pues sirve de síntesis estratégica y de orientación para las políticas de la UE en los próximos meses. El último discurso de Ursula von der Leyen abordó cuestiones de relevancia internacional y nacional que afectan a toda la Unión, desde la guerra en Ucrania y el apoyo a Kiev hasta la compleja situación israelo-palestina. También abordó cuestiones como la seguridad europea, la defensa común, la transición ecológica y las estrategias para reducir la dependencia energética de los combustibles fósiles externos. Más que los contenidos concretos, el discurso puso de manifiesto la multiplicidad de interpretaciones y reacciones en las distintas familias políticas del Parlamento Europeo. Estas reacciones no sólo reflejan un debate sobre opciones concretas, sino también tensiones más profundas dentro de la arquitectura institucional de la Unión, vinculadas a la visión global del papel geopolítico de Europa, su capacidad de autodefensa y la futura orientación de las políticas económicas y medioambientales. En este contexto, el discurso de von der Leyen sirve de reflejo de las contradicciones y convergencias entre los grupos políticos, poniendo de relieve cómo la cohesión europea sigue siendo un objetivo delicado, aún parcialmente sin consolidar a pesar de los llamamientos a la unidad y la responsabilidad colectiva.

EL APOYO A UCRANIA Y LA DIVISIÓN ENTRE EUROPEÍSTAS Y SOBERANISTAS

Uno de los puntos más discutidos del discurso se refiere al compromiso de la Unión Europea con Ucrania. Von der Leyen reiteró la necesidad de apoyo político, económico y militar a Kiev, proponiendo medidas innovadoras como el uso de los ingresos procedentes de los activos rusos congelados. Las familias políticas que apoyan a la Comisión -el Partido Popular, los socialistas, los liberales y los verdes- acogieron favorablemente este enfoque, considerándolo una señal de determinación y responsabilidad compartida. Las fuerzas euroescépticas y de extrema derecha, en cambio, expresaron una fuerte oposición. La ausencia de sus representantes en la cámara, salvo algunos miembros como la AfD alemana, fue un claro gesto político de disconformidad. Las críticas planteadas se refieren a los riesgos económicos y geopolíticos de un compromiso prolongado en Ucrania, percibido por estas fuerzas como una carga para los contribuyentes europeos y como una opción que podría arrastrar a Europa a un conflicto no deseado.

LA CUESTIÓN DE GAZA Y LAS FRACTURAS INTERNAS

El discurso también dedicó amplio espacio a la crisis de Oriente Próximo. La presidenta condenó a Hamás y reafirmó su apoyo a la solución de los dos Estados, junto con la propuesta de un mecanismo europeo de reconstrucción para Gaza. Estas posiciones obtuvieron el apoyo de las fuerzas moderadas y progresistas, que las interpretaron como un intento de equilibrar el apoyo a Israel con una postura clara a favor de los derechos palestinos. Sin embargo, también hubo desacuerdos dentro del campo proeuropeo. Algunos sectores de la derecha moderada vieron en estas propuestas un riesgo de fricción diplomática con Tel Aviv, y algunos grupos se opusieron abiertamente a la idea de imponer sanciones a los ministros israelíes extremistas y a los colonos violentos. Las diferencias surgidas en la cámara ponen de manifiesto cómo la política exterior europea sigue siendo un ámbito muy polarizado, con la dificultad de conciliar el apoyo a la seguridad de Israel con el reconocimiento de las aspiraciones palestinas.

DEFENSA COMÚN Y FLANCO ORIENTAL

Otro tema central fue la seguridad europea. Von der Leyen insistió en la necesidad de reforzar la defensa común e invertir en herramientas avanzadas de vigilancia, como la construcción de un «muro de drones» para proteger el flanco oriental. Los partidos pertenecientes a la llamada «Mayoría Úrsula» acogieron favorablemente estas propuestas, haciendo hincapié en la necesidad de una mayor autonomía estratégica europea en el marco de la OTAN. Por el contrario, las fuerzas nacionalistas acusaron al presidente de querer arrastrar a Europa hacia una militarización excesiva, subordinando los intereses nacionales a una agenda comunitaria percibida como alejada de las prioridades de los ciudadanos. Para estas corrientes, reforzar la defensa europea no es más que una forma de justificar el aumento del gasto militar a expensas del bienestar y la soberanía nacional.

LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA Y LA INDUSTRIA DEL AUTOMÓVIL

La parte del discurso relativa a la transición ecológica, y concretamente al sector del automóvil, puso de manifiesto otra línea de fractura. Von der Leyen reiteró el objetivo de hacer competitivo el mercado europeo del coche eléctrico, haciendo hincapié en la necesidad de contrarrestar la competencia china. Esta postura fue aplaudida por los Verdes y los progresistas, que la consideraron una confirmación del compromiso de Europa en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, las reacciones fueron más cautelosas entre las bases, donde persiste la preocupación por el impacto en la industria y el empleo, especialmente en los países con una fuerte tradición manufacturera. La extrema derecha, sin embargo, ha cuestionado radicalmente la estrategia verde europea, acusándola de penalizar a los ciudadanos con costes elevados y de poner en peligro la competitividad de las empresas europeas.

LAS NORMAS DE TOMA DE DECISIONES Y LA CUESTIÓN DE LA UNANIMIDAD

Una de las propuestas más delicadas presentadas por von der Leyen se refiere a la superación del principio de unanimidad en política exterior, en favor del voto por mayoría cualificada. Esta propuesta fue bien acogida por las fuerzas federalistas y progresistas, que ven en esta reforma una herramienta indispensable para que la Unión sea más eficaz y capaz de responder rápidamente a las crisis. Sin embargo, la reacción de los gobiernos y los partidos conservadores fue dura, interpretando la idea como un ataque directo a la soberanía nacional. Las declaraciones del Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, y del Primer Ministro eslovaco, Robert Fico, aunque indirectas, aparecieron en la cámara como los principales puntos de crítica al Presidente.

TENSIONES ENTRE FUERZAS POLÍTICAS

No menos significativo fue el conflicto interno entre las principales familias políticas europeas. El líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, criticó a los socialistas por su falta de responsabilidad en materia comercial y su gestión de las alianzas transatlánticas. Sus palabras provocaron una reacción inmediata de la líder del grupo socialista, Iratxe García Pérez, que acusó al propio Weber de ser el principal obstáculo para la unidad de la mayoría proeuropea. Este intercambio de acusaciones puso de manifiesto la fragilidad del equilibrio político en el que se basa la actual Comisión, demostrando que el apoyo a von der Leyen no está exento de tensiones internas, especialmente con vistas a las próximas elecciones europeas. El discurso de Ursula von der Leyen puso de manifiesto de forma más clara y nítida que en años anteriores las profundas divisiones que impregnan el panorama político europeo, destacando las tensiones internas entre las distintas familias políticas y la dificultad de traducir las declaraciones de principios en un consenso duradero y operativo. Por un lado, el Presidente de la Comisión subrayó enérgicamente la importancia de la unidad y la cohesión de la Unión frente a los desafíos globales, que van desde el apoyo a Ucrania y la gestión de la crisis de Oriente Próximo, hasta la construcción de una defensa común europea y la transición ecológica. Por otra parte, las reacciones de los grupos parlamentarios mostraron que las divergencias siguen siendo profundas, con posiciones divergentes sobre cuestiones clave como la estrategia de seguridad, la política exterior, las políticas energéticas y la reforma de las normas de decisión de la Unión. Estas diferencias pusieron de manifiesto cómo el proyecto europeo sigue siendo complejo, fragmentado y a menudo contestado, incluso entre partidarios declarados de la integración. La llamada «mayoría Úrsula», aunque existente y formalmente cohesionada, parece estar plagada de contradicciones internas que podrían amplificarse a medida que se acerquen las elecciones europeas, revelando las tensiones entre el realismo político y las aspiraciones idealistas a la hora de gestionar los retos comunes. Más allá de las posiciones oficiales, el debate generado por el discurso pone de relieve la necesidad de un diálogo permanente y de compromisos estratégicos para garantizar que las iniciativas propuestas por la Comisión puedan traducirse en acciones concretas sin socavar la credibilidad de la Unión a escala internacional. En este contexto, el liderazgo de von der Leyen se mide no sólo por su capacidad para marcar el rumbo, sino también por su capacidad para mediar entre visiones políticas divergentes, reforzando la imagen de Europa como actor coherente y responsable ante los retos globales.