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Enfrentamiento energético en la UE: 25 Estados miembros apoyan la eliminación del gas ruso, Hungría y Eslovaquia dicen no

Energía - junio 22, 2025

Bruselas prepara un plan legal para poner fin a las importaciones de gas ruso en 2027, pero las desavenencias internas ponen de manifiesto la preocupación por la soberanía y la dependencia energética

Bruselas – En una reunión decisiva, aunque dividida, de los ministros de Energía de la UE en Luxemburgo, 25 de los 27 Estados miembros de la UE declararon su disposición a dejar de depender del gas ruso, lo que supone un paso importante hacia los objetivos de independencia energética a largo plazo de la Comisión Europea. Pero Hungría y Eslovaquia siguen oponiéndose firmemente, poniendo de manifiesto las desavenencias políticas y económicas en el corazón de la transición energética de la UE. El momento es crucial: mañana, el Comisario de Energía de la UE, Dan Jørgensen, presentará formalmente una propuesta legislativa destinada a cortar los lazos con el suministro de gas ruso. Forma parte de un paquete más amplio que pretende desligar al bloque de la energía rusa de una vez por todas, una promesa hecha tras la invasión rusa de Ucrania, pero que aún está lejos de cumplirse.

La unanimidad es esquiva en Luxemburgo

La propuesta de Polonia, que actualmente ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, pretendía lograr un consenso sobre una hoja de ruta política que apoyara la eliminación progresiva de las importaciones de gas ruso. Pero los intentos de alcanzar la unanimidad fracasaron debido a los esperados vetos de Budapest y Bratislava. “Estas dos delegaciones no estaban dispuestas a apoyar un texto que era muy ambicioso y esbozaba claramente un calendario para reforzar la seguridad energética de la UE”, declaró el viceministro polaco del Clima, Krzysztof Bolesta. La oposición se venía gestando desde el 6 de mayo, cuando la Comisión fijó 2027 como fecha límite para poner fin a las importaciones de gas ruso.

Qué contiene la propuesta

El plan del Comisario Jørgensen incluye prohibir las importaciones en virtud de todos los contratos a corto plazo (spot) nuevos y existentes con proveedores rusos para finales de 2025. Los contratos a largo plazo se rescindirían en 2027. La propuesta incluye también una cláusula controvertida: no habrá compensación económica para las empresas afectadas por la interrupción del suministro de gas ruso. Jørgensen insistió en que estas interrupciones entran en el ámbito de la “fuerza mayor”, similar al marco jurídico aplicado durante las sanciones de la UE a Rusia. Aunque la atención inmediata se centra en el gas natural, el plan también apunta a futuras restricciones de las importaciones rusas de uranio para los reactores nucleares europeos, aunque esta parte sigue siendo provisional debido a la preocupación por la seguridad del suministro.

Soberanía vs Solidaridad

Hungría y Eslovaquia sostienen que Bruselas se extralimita en sus funciones. El ministro húngaro de Asuntos Exteriores, Péter Szijjártó, condenó la iniciativa, diciendo: “La política energética es competencia nacional, y este plan amenaza nuestra soberanía y seguridad energética”. Añadió que, dadas las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo, la propuesta no debería haberse presentado en absoluto. El veto húngaro se alinea con la prolongada resistencia del primer ministro Viktor Orbán a las sanciones de la UE a Rusia, medidas que requieren la aprobación unánime según las normas de política exterior del bloque. Sin embargo, los funcionarios de la UE creen que tienen una solución legal. Invocando el artículo 207 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que otorga a Bruselas competencia exclusiva en política comercial, la Comisión podría eludir la unanimidad y obtener en su lugar un voto por mayoría cualificada. Aun así, la política energética sigue siendo una competencia compartida entre las instituciones de la UE y los Estados miembros, lo que complica el cálculo jurídico y político.

El camino por recorrer: Dinamarca toma el relevo

Mientras que la presidencia de Polonia termina el 30 de junio, Dinamarca asumirá el liderazgo del Consejo de la UE a partir del 1 de julio y heredará este expediente políticamente delicado. El ministro danés de Energía, Lars Aagaard, se ha comprometido a dar prioridad a la legislación, calificándola de “no sólo un paquete energético, sino un paquete para la libertad de Europa”. Aagaard reconoció que “algunos Estados miembros tienen preocupaciones legítimas sobre el impacto de este paquete”, pero reafirmó el compromiso de Dinamarca de lograr un acuerdo político e iniciar negociaciones con el Parlamento Europeo antes de entregar el expediente a la próxima presidencia, encabezada por Chipre.

Una apuesta política con grandes riesgos

La Presidencia polaca subrayó que el apoyo de 25 Estados miembros a la propuesta es una “clara señal de consenso abrumador”, pero la legislación y la política de la UE a menudo dependen de la unanimidad o de compromisos cuidadosamente negociados. Con los meses de invierno por delante y los precios de la energía aún volátiles, Bruselas corre contrarreloj para finalizar su alejamiento del control energético de Moscú. Si tiene éxito, la UE enviará un poderoso mensaje geopolítico: que la seguridad energética europea -y, por extensión, la independencia de la política exterior- puede lograrse mediante la unidad y la resistencia. Pero si las negociaciones fracasan, el bloque corre el riesgo de volver a ser rehén de divisiones internas y dependencias externas.

 

Alessandro Fiorentino