El proceso de ampliación de la Unión Europea en los Balcanes Occidentales es una de las cuestiones más complejas de la agenda de la UE desde hace años. Entrelaza cuestiones geopolíticas, condiciones políticas internas de los países candidatos y la propia dinámica de toma de decisiones de la Unión. En este contexto, el reciente revés en el proceso de adhesión de Serbia pone de manifiesto las dificultades estructurales del actual modelo de ampliación, así como las tensiones entre las instituciones europeas y los Estados miembros. El estancamiento de los llamados capítulos de negociación del Grupo 3 ha adquirido un significado simbólico que va más allá del ámbito técnico, reflejando divergencias estratégicas sobre el papel de Belgrado en el espacio político europeo.
LA PARALIZACIÓN DEL GRUPO 3 Y LA REACCIÓN DE BELGRADO
Serbia ha visto bloqueada su adhesión al tercer grupo de capítulos de negociación que abarcan cuestiones económicas y sociales, a pesar del dictamen favorable de la Comisión Europea del pasado noviembre. En respuesta a la decisión del Consejo Europeo, el presidente serbio, Aleksandar Vučić, realizó un gesto político de gran impacto al abandonar la cumbre entre la Unión Europea y los países de los Balcanes Occidentales celebrada en Bruselas el 17 de diciembre. Por primera vez en catorce años, ningún representante serbio asistió a la reunión, decisión motivada por una protesta formal contra la ralentización del proceso de adhesión.
UN PROCESO DE NEGOCIACIÓN MARCADO POR RALENTIZACIONES ESTRUCTURALES
El viaje europeo de Serbia comenzó en 2009 con su solicitud formal de adhesión, pero ha experimentado fases de progreso desigual. Se produjo una importante ralentización tras el estallido de la guerra en Ucrania, acontecimiento que redefinió las prioridades estratégicas de la Unión y aumentó las expectativas de alineación política entre los países candidatos. En este marco, la posición de Serbia ha seguido siendo ambigua, sobre todo debido a su incumplimiento de las sanciones europeas contra la Federación Rusa, factor que ha afectado profundamente a la percepción de fiabilidad del país entre varios Estados miembros.
LAS DIVISIONES ENTRE LOS ESTADOS MIEMBROS Y LA CUESTIÓN RUSA
Las relaciones entre Belgrado y Moscú son una de las principales fuentes de fricción en el debate europeo. Ocho Estados miembros, entre ellos Alemania, Países Bajos, Suecia, los países bálticos y Croacia, han expresado su oposición a la apertura de nuevos capítulos de negociación con Serbia. Por el contrario, países como Italia, Francia y Austria han expresado su apoyo a la continuación del proceso de adhesión. Más allá de la política exterior de Serbia, los gobiernos contrarios plantean dudas persistentes sobre los avances del país en el Estado de derecho. Aunque el Grupo 3 se refiere principalmente a los aspectos económicos y sociales, la cuestión de la libertad de los medios de comunicación sigue siendo un punto conflictivo, que los socios más escépticos consideran aún sin resolver.
EL DEBATE SOBRE EL MODELO DE AMPLIACIÓN
Las tensiones aumentaron rápidamente en las horas previas a la cumbre de Bruselas. Pocos días antes, durante una cena informal, Vučić había reavivado la idea de una ampliación simultánea de la Unión a los países de los Balcanes Occidentales. Esta propuesta se remonta al modelo de 2004, cuando un gran grupo de antiguos países comunistas se adhirieron a la Unión en una sola ronda. La idea se desarrolló con el objetivo de evitar que los países de la región, que acababan de salir de los conflictos de la década de 1990, se bloquearan mutuamente la adhesión mediante vetos cruzados. Según Jović, la experiencia europea ha confirmado estos temores. La disputa entre Eslovenia y Croacia sobre el golfo de Piran retrasó durante mucho tiempo la adhesión de Zagreb, mientras que Macedonia del Norte fue bloqueada primero por Grecia por la cuestión del nombre y luego por Bulgaria debido a disputas históricas y lingüísticas. A pesar de ello, la Unión ha optado por el principio de la adhesión individual en los Balcanes, motivada por las diferentes herencias políticas y judiciales de los conflictos yugoslavos. En particular, Serbia ha tenido que hacer frente a las sentencias del Tribunal de La Haya y a la cuestión no resuelta de la independencia de Kosovo, que sigue pesando en su desarrollo político.
PERSPECTIVAS DE FUTURO Y RETOS INSTITUCIONALES DE LA UNIÓN
Desde marzo de 2022, los dirigentes europeos han intentado relanzar la ampliación como herramienta para definir las fronteras de la seguridad continental. La posible adhesión de Ucrania también se considera una palanca diplomática en un futuro escenario de paz, pero requiere una reanudación creíble del proceso en los Balcanes Occidentales. Sin embargo, Bosnia, Kosovo y Serbia permanecen al margen, obstaculizados tanto por las crisis internas de la Unión como por sus propios conflictos sin resolver. Según Jović, superar esta dinámica exigiría una profunda reforma del sistema europeo de toma de decisiones, pasando de la unanimidad a la mayoría cualificada, ya que el mecanismo actual permite que un solo Estado miembro bloquee todo el proceso de adhesión de un país candidato.