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Las reformas de la contratación pública en Irlanda: alinear la ambición nacional con la renovación europea

Comercio y Economía - noviembre 23, 2025

Mientras la Unión Europea sigue luchando contra la ineficacia de su extenso régimen de contratación pública, la última declaración política de Irlanda sobre la contratación pública marca una intervención nacional mesurada pero significativa. En lugar de intentar una gran revisión, el enfoque irlandés señala un paso pragmático hacia una mayor responsabilidad y un uso más coherente de los fondos públicos.

Publicada por la Oficina de Contratación Pública (OGP), la política establece una estrategia global para modernizar los sistemas de contratación del Estado. Hace hincapié en la sostenibilidad, la transparencia y la integración digital, enmarcando la contratación no simplemente como un proceso técnico, sino como una palanca estratégica para el beneficio público. Estas reformas se alinean con los esfuerzos más amplios del ECR para racionalizar las normas de contratación en todo el mercado único, reflejados en la reciente aprobación de un informe clave en el Parlamento Europeo que pedía más flexibilidad, competencia y neutralidad tecnológica.

En un periodo marcado por la presión fiscal, la inestabilidad geopolítica y la fragilidad de la cadena de suministro, las reformas de Irlanda representan una respuesta específica a las vulnerabilidades estructurales. Aprovechan el impulso generado por las recientes medidas de ejecución y por compromisos gubernamentales más amplios de simplificación administrativa. La contratación pública, que representa miles de millones de euros cada año, lo sustenta todo, desde el equipamiento de los hospitales hasta los grandes proyectos de transporte. Sin embargo, el sistema ha sido criticado durante mucho tiempo por su excesiva complejidad, limitada competencia y procedimientos opacos que inflan los costes y excluyen a las empresas más pequeñas.

La declaración política de la OGP, publicada a finales de 2024, se sitúa dentro del linaje de reformas anteriores, incluidas las recomendaciones del Grupo de Revisión de Capital de 2013 y el Marco Nacional de Política de Contratación Pública de 2019. También se alinea con los objetivos de la agenda de Transformación de los Servicios Públicos Mejorados de 2023. En lugar de buscar un cambio legislativo, la política se centra en perfeccionamientos prácticos para mejorar los resultados dentro del marco existente conforme a la UE. Este enfoque sobrio reconoce las limitaciones del entorno pospandémico, en el que las interrupciones del suministro y la inflación han acentuado la necesidad de estructuras de contratación resistentes y adaptables.

En el centro del documento está la idea de que la contratación debe orientarse hacia el valor público, no hacia el cumplimiento de requisitos. Cuatro pilares temáticos -contratación estratégica, transparencia, digitalización y entrega informada- trazan el camino para su aplicación en la próxima década.

La contratación estratégica da prioridad al uso habitual de la contratación pública ecológica (CPV), sobre todo en la construcción, el transporte y otros sectores de gran impacto. También esboza medidas para apoyar la innovación y ampliar el acceso de las empresas sociales y las PYME, que a menudo tienen dificultades para competir con las grandes empresas en los procesos de licitación. Mediante ayudas específicas y contratos reservados, la política intenta reequilibrar un terreno de juego históricamente inclinado hacia los operadores tradicionales.

La transparencia se enmarca como una salvaguarda no negociable. La plataforma eTenders seguirá siendo el depósito central de todos los anuncios que superen los umbrales de la UE, con planes para ampliar la publicación de datos de contratación a través de data.gov.ie. La mejora de la presentación de informes a organismos internacionales como la OCDE y el Banco Mundial tiene como objetivo comparar los resultados con las normas mundiales. Estas medidas responden directamente al informe del Tribunal de Cuentas Europeo de 2023, que advertía de que la competencia en los mercados de contratación de la UE está disminuyendo, con un menor número de licitadores por concurso y una proporción creciente de procedimientos de oferta única. Al aprovechar el análisis de datos para detectar anomalías como la manipulación de licitaciones, Irlanda pretende reducir las oportunidades de corrupción y malas prácticas.

La digitalización constituye el componente más ambicioso de la estrategia. Basándose en la hoja de ruta Conectar el Gobierno 2030, la política prevé un ecosistema de contratación totalmente electrónico. La adopción del principio de «una sola vez» pretende eliminar la duplicación de trámites administrativos, reduciendo las cargas de cumplimiento tanto para las empresas como para los organismos públicos. Se espera que la interoperabilidad con los sistemas de la UE amplíe el acceso transfronterizo, mientras que la inversión en infraestructura informática básica promete agilizar todo, desde la evaluación previa a la adjudicación hasta la supervisión de los contratos. Estas reformas abordan directamente la fragmentación y los sistemas anticuados que actualmente obstaculizan la eficiencia.

El cuarto pilar, la ejecución informada, se centra en la adaptabilidad. Se compromete a una iteración continua de las políticas, a reforzar las orientaciones y a mantener el desarrollo profesional de los profesionales de la contratación. Las circulares actualizadas -incluidas las nuevas directrices de gestión de la construcción- proporcionarán a los organismos públicos más herramientas prácticas para el cumplimiento, mientras que la defensa continuada ante la UE garantiza que las experiencias de Irlanda sirvan de base al cambiante panorama normativo europeo.

El escrutinio de la sociedad civil ha reforzado la necesidad de reforma. La presentación de Transparencia Internacional Irlanda a la OGP en mayo de 2025 destacaba la contratación pública como uno de los ámbitos europeos más expuestos a la corrupción. Citaron lagunas nacionales, como la exclusión de las PYME y los excesos crónicos asociados a proyectos como el Hospital Nacional Infantil. Los analistas de la contratación pública han criticado igualmente el predominio del modelo del «precio más bajo», que a menudo produce falsas economías, especialmente en TI, donde las ofertas artificialmente baratas van seguidas de elevados costes de mantenimiento e integración.

Las reformas de la contratación pública en Irlanda no existen de forma aislada. Forman parte de una agenda gubernamental más amplia para reducir las cargas burocráticas. El Plan de Acción sobre Competitividad y Productividad de septiembre de 2025 pretende eliminar las obligaciones de información innecesarias y racionalizar los requisitos normativos. Se prevé que una revisión interdepartamental ahorre a las empresas hasta 500 millones de euros anuales mediante la reducción de los costes de cumplimiento redundantes. Estas reformas se refuerzan en el Programa de Gobierno 2025, que se compromete a integrar la eficiencia de la contratación en la modernización del sector público mediante inversiones en herramientas digitales, programas de capacitación y evaluaciones de valor basadas en el ciclo de vida.

El programa de transformación «Mejores Servicios Públicos», actualizado mediante boletines informativos de 2025, afirma haber «reducido significativamente la carga de trabajo manual» en la tramitación de la asistencia social, aunque todavía no se dispone de métricas precisas. En el ámbito de la contratación pública, los programas piloto de la OGP han probado plantillas de licitación simplificadas para fomentar una mayor participación de las PYME. El Cuarto Plan de Acción Nacional de la Alianza para el Gobierno Abierto (2023-2025) añade un nivel adicional de transparencia, con una mayor protección de los denunciantes y una mejor regulación de los grupos de presión que refuerzan indirectamente la supervisión de la contratación.

Al abordar las causas profundas de la ineficacia -fragmentación de los datos, infraestructuras obsoletas y prácticas incoherentes-, estas reformas sitúan a Irlanda en una posición que le permite avanzar hacia un modelo de desregulación más proporcionado, que reduce las barreras administrativas sin debilitar la supervisión. Esto contrasta con los planteamientos más prescriptivos de otros lugares de la UE y preserva la capacidad de las autoridades locales para adaptar la contratación a las necesidades regionales, ya sea en materia de desarrollo rural, vivienda o infraestructuras comunitarias.

A escala europea, la trayectoria de Irlanda coincide estrechamente con la defensa que el Grupo ECR viene haciendo desde hace tiempo de la renovación de la contratación pública. El informe de propia iniciativa respaldado por el ECR y dirigido por el eurodiputado polaco Piotr Müller, aprobado por el Parlamento en 2025, pide una reforma basada en la neutralidad tecnológica, el acceso de las PYME y la modernización digital. Estos temas reflejan casi punto por punto los pilares de la OGP. El informe de Müller critica las directivas actuales por crear barreras normativas que desalientan la innovación, e insta a un cambio hacia modelos de contratación tolerantes al riesgo, capaces de apoyar las tecnologías emergentes y las soluciones de la economía circular.

Al influir en el ambiente legislativo de Bruselas, el ECR ha influido en las próximas revisiones de la Comisión de las directivas sobre contratación pública previstas para 2024-2025. Se espera que estas revisiones incorporen controles anticorrupción más estrictos, requisitos de datos abiertos más estrictos y normas de cualificación simplificadas para las PYME. Dado que las licitaciones de oferta única representan actualmente más del 40% de los procedimientos en algunos sectores, estas reformas pretenden invertir un preocupante declive de la competencia.

Para Irlanda, contribuyente neta al presupuesto de la UE, estos cambios presentan claros beneficios. Las PYME irlandesas tendrán un mejor acceso a las oportunidades transfronterizas, mientras que la mejora de la supervisión reduce el despilfarro, garantizando un mejor valor para los contribuyentes. La estrategia de la OGP se compromete a buscar la interoperabilidad de los sistemas de contratación electrónica a escala de la UE, lo que podría reducir los costes administrativos mediante formatos de datos normalizados y plataformas integradas. Tanto la iniciativa OGP como la ECR hacen hincapié en la inclusión de las PYME como principal protección contra la cartelización, con normas de cualificación simplificadas que se hacen eco del uso que hace Irlanda de los contratos reservados para las empresas sociales.

Sigue habiendo retos reales. La aplicación de la hoja de ruta digital exigirá una inversión inicial considerable en un momento de restricciones presupuestarias. La inercia cultural de los responsables de la contratación -muchos de los cuales están más familiarizados con los procedimientos de cumplimiento que con los enfoques basados en los resultados- exigirá una formación y un liderazgo constantes. No obstante, la dirección a seguir está clara.

Para 2030, la estrategia prevé resultados tangibles: un aumento del 30% de la contratación sostenible, una mayor participación de las PYME y paneles de datos en tiempo real que proporcionen una transparencia sin precedentes. Si se llevan a cabo, estas reformas reposicionarán la contratación pública no como una carga administrativa, sino como un catalizador de la innovación y el valor público.

La modernización de la contratación pública de Irlanda encaja, por tanto, con la visión más amplia del ECR de un mercado europeo más competitivo y responsable. Ambos enfoques favorecen la desregulación atemperada por la transparencia, la flexibilidad descentralizada frente al control centralizado, y la movilización de la contratación como herramienta de resiliencia económica. Para los contribuyentes, las empresas y las comunidades irlandesas, la convergencia de estas agendas ofrece la perspectiva de que los recursos públicos se desplieguen con mayor disciplina, claridad y valor en un sistema que hace tiempo que debería haberse reformado.