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Perspectivas europeas sobre las garantías de seguridad para Ucrania: Convergencias y divergencias a la espera de una nueva cumbre

El conflicto de Ucrania, ya en su tercer año, sigue generando profundas fracturas, poniendo a prueba la cohesión de la Unión Europea y de la comunidad euroatlántica. A medida que crece la expectación por la reunión entre los presidentes ucraniano y ruso, la cuestión de las garantías de seguridad se ha convertido en un tema central. En este contexto, Europa se encuentra dividida entre un grupo de países dispuestos al compromiso militar y otro que favorece soluciones más prudentes. Esta heterogeneidad refleja no sólo distintas percepciones de la amenaza rusa, sino también divergencias estratégicas entre los gobiernos.

LA COALICIÓN DE VOLUNTARIOS

Dentro de la «coalición de voluntarios», una alianza de unos treinta países, Francia y el Reino Unido han asumido un papel de liderazgo en la intervención concreta, que va más allá de la entrega de material. Al mismo tiempo, Londres ha anunciado su disposición a desplegar contingentes militares para tareas específicas. Esta postura refleja una visión intervencionista dirigida no sólo a fortalecer a Ucrania, sino también a reafirmar el papel de ambos países como potencias europeas capaces de liderar la seguridad continental en un momento de disminución de la centralidad estadounidense en la región. Junto a los dos proponentes, otros Estados miembros han expresado su apoyo al compromiso directo. Bélgica, Lituania y Estonia han expresado una voluntad similar. Tallin, en particular, ha reiterado su voluntad de contribuir. El apoyo de los bálticos no es sorprendente, dado que estos países se perciben a sí mismos como los más expuestos al expansionismo ruso.

LOS PAÍSES INDECISOS: PRECAUCIÓN Y ESPERA

Letonia ha declarado que la decisión final sobre el despliegue de tropas sólo puede tomarse tras un acuerdo de paz. Suecia ha adoptado una postura similar, subrayando la necesidad de aclarar la naturaleza de la misión. Estas posiciones reflejan la incertidumbre de los países que, a pesar de percibir la amenaza rusa, no quieren comprometerse prematuramente en una operación que podría degenerar en un enfrentamiento directo con Moscú. Esperar a un marco de negociación más claro representa una estrategia prudente, útil para evitar desavenencias internas y mantener márgenes de flexibilidad diplomática.

ALEMANIA, ITALIA Y POLONIA: EL FRENTE OPUESTO

Otro grupo de Estados ha adoptado una postura contraria al envío de tropas. Alemania ha reiterado que Berlín proporcionará equipos y recursos, pero no personal, ya que Alemania se ha mostrado tradicionalmente reacia a intervenir en el extranjero. Polonia, a pesar de ser uno de los principales partidarios de Kiev, ha descartado la intervención directa. Varsovia prefiere centrar sus recursos en reforzar el flanco oriental de la OTAN, considerado crucial para su seguridad nacional. Italia, a través del Primer Ministro Meloni, ha expresado su deseo de no enviar tropas. Sin embargo, Roma se ha mostrado al parecer abierta a formas alternativas de contribución. Se dispone de recursos altamente especializados para operaciones de desminado y control del espacio aéreo. Las capacidades italianas representan una contribución esencial en un país como Ucrania, donde se calcula que el 30% del territorio está minado o contaminado por artefactos explosivos sin detonar.

ESPAÑA Y PAÍSES BAJOS: APOYO LIMITADO

España y Holanda han adoptado una postura intermedia, expresando su voluntad de proporcionar equipos y recursos sin comprometer contingentes militares. Esta elección responde a la necesidad de apoyar a Kiev evitando cruzar el umbral simbólico y político de enviar tropas. Madrid y La Haya consideran que el equilibrio entre el apoyo a Kiev y la prevención de una escalada con Moscú es un elemento clave de su política exterior.

UN RETO PARA LA UNIDAD EUROPEA

El debate europeo sobre las garantías de seguridad para Ucrania revela la complejidad de un contexto en el que los intereses nacionales, la percepción de las amenazas y los cálculos políticos internos están inextricablemente entrelazados. Francia y el Reino Unido lideran el frente intervencionista, apoyados por algunos países bálticos y Bélgica. Otros Estados, como Alemania, Italia y Polonia, mantienen posiciones cautelosas, limitándose a proporcionar apoyo técnico y logístico. Por último, países como España y Holanda optan por apoyar a Kiev sin implicar directamente a sus propias fuerzas armadas. La anticipación de un encuentro entre Zelensky y Putin hace aún más urgente la definición de una estrategia europea coherente, capaz de garantizar la seguridad de Ucrania sin arrastrar al continente a una nueva fase de conflicto abierto. Así pues, la Unión Europea está llamada a realizar un delicado acto de equilibrismo: demostrar unidad y credibilidad sin comprometer la estabilidad internacional.