En el contexto de una transformación estructural y aparentemente irreversible del ecosistema de seguridad europeo, Italia se ve en la necesidad de reevaluar sistemáticamente su postura de defensa, asegurándose de que es coherente con las necesidades estratégicas actuales y los riesgos previstos para el futuro próximo. La presentación del Documento de Planificación Plurianual 2025-2027 por parte del Ministro de Defensa es un momento especialmente significativo en esta redefinición, ya que esboza claramente las áreas en las que el país percibe una acción urgente: la expansión numérica de las Fuerzas Armadas, la mejora cualitativa de las competencias internas, la actualización de las infraestructuras y tecnologías utilizadas en los sectores aeroespacial, cibernético y logístico, así como la creación de una reserva de personal voluntario capaz de ser movilizado en situaciones de crisis, emergencias nacionales o escenarios caracterizados por amenazas híbridas. Estos objetivos no pueden interpretarse como medidas puramente contingentes o respuestas parciales a necesidades inmediatas. Más bien, forman parte de una trayectoria más amplia compartida por numerosos países de la Unión Europea, empeñados en redefinir su postura militar y reforzar sus capacidades de defensa en un contexto geopolítico especialmente volátil. Entre sus elementos más significativos, esta trayectoria incluye el retorno progresivo -en formas innovadoras y diferenciadas- de modelos de servicio militar o paramilitar y el aumento constante de los recursos asignados a los presupuestos de defensa. Este fenómeno demuestra un cambio de paradigma en comparación con los años posteriores al final de la Guerra Fría, cuando prevalecía la creencia de que la seguridad continental estaba consolidada y permanentemente garantizada. La escalada de las tensiones internacionales ha alterado profundamente este marco. El conflicto entre Rusia y Ucrania representó un punto de inflexión en el imaginario estratégico europeo, demostrando no sólo la vulnerabilidad de las fronteras orientales de Europa, sino también la rapidez con que pueden materializarse las amenazas convencionales y no convencionales. A esto se añade la reorganización interna de la OTAN, marcada por la progresiva reducción del interés de EEUU por mantener su papel tradicional como principal garante de la seguridad euroatlántica. Esta combinación de factores ha acelerado, incluso en Italia, la toma de conciencia de la necesidad de reforzar sus capacidades militares y dotarse de las herramientas adecuadas para hacer frente a un escenario internacional cada vez más complejo, competitivo e impredecible.
UN NUEVO MODELO DE PERSONAL: EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO Y LA RESERVA VOLUNTARIA
El primer elemento de la propuesta italiana se refiere a la creación de un mecanismo de reclutamiento flexible. Según el ministro, no existe una solución única al problema histórico de la escasez de personal en las Fuerzas Armadas. Se necesita un conjunto coordinado de herramientas, en el que la idea de un reclutamiento moderno desempeñe un papel central. El objetivo declarado es desarrollar una reserva de ciudadanos con capacidades técnicas y operativas, listos para ser desplegados no sólo en contextos militares tradicionales, sino también en emergencias civiles y catástrofes naturales. El proyecto no reintroduce el modelo obligatorio suspendido en 2005, sino que introduce programas voluntarios, incluidos los de corta duración, que pueden culminar con el ingreso en una reserva permanente o la llamada a filas periódica en caso necesario. Se prevé la creación inicial de una reserva auxiliar de unos diez mil voluntarios, con el objetivo de cuadruplicar este número a medio plazo. Los reservistas no sustituirán al personal desplegado en misiones internacionales, pero proporcionarán apoyo logístico, capacidades técnicas y experiencia en ciberdefensa. El modelo italiano se inspira en las recientes decisiones adoptadas por Francia y Alemania, países que están experimentando con formas innovadoras de servicio -voluntario y semiobligatorio, respectivamente-. Sin embargo, la adaptación al contexto nacional requiere una regulación precisa, que el Ministro pretende confiar al Parlamento. Este planteamiento pretende evitar que las normas se perciban como iniciativas partidistas, apostando por un enfoque compartido con quienes trabajan a diario en el sector.
REQUISITOS, COMPETENCIAS Y FORMALIZACIÓN DE LA PROPUESTA
La nueva reserva estará abierta a un amplio público: antiguos militares, civiles con conocimientos especializados -de médicos a ingenieros, de expertos en informática a guardias de seguridad- y jóvenes interesados en un programa de formación breve pero altamente profesional. Los límites de edad, los criterios de selección y la duración del servicio se definirán en un proyecto de ley que el gobierno tiene previsto presentar entre principios de 2026 y la primavera del mismo año. Además de la distinción entre perfiles técnicos y de combate, se introducirán requisitos adaptados al tipo de actividad desempeñada. El ministro hizo hincapié en la necesidad de incentivos económicos adecuados y de reconocimiento, comparando la responsabilidad del personal militar con la de los directivos de empresa. Este aspecto refleja la voluntad de construir un sistema competitivo mediante la selección de las mejores competencias disponibles.
EL RETORNO EUROPEO DEL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO Y EL CLIMA DE REARME EN EL CONTINENTE
La propuesta italiana se sitúa en el centro de un debate europeo que ha ido adquiriendo contornos cada vez más concretos en los últimos años. Francia ha anunciado un servicio militar voluntario de diez meses para jóvenes adultos, efectivo a partir de 2026, mientras que Alemania pretende aumentar significativamente el número de sus militares mediante un sistema de selección entre jóvenes de 18 años que incluye elementos obligatorios para los hombres. Este proceso de rearme gradual pero visible se inscribe en un contexto continental marcado por el impacto de la guerra de Ucrania y el reconocimiento de que Europa debe asumir una mayor autonomía estratégica. La progresiva retirada de Estados Unidos, cada vez más centrado en el teatro Indo-Pacífico, ha acelerado la necesidad de un fortalecimiento interno de la Alianza Atlántica y de las defensas nacionales. En este contexto, la propuesta italiana parece coherente con las orientaciones de sus socios europeos, tanto en lo que se refiere al reclutamiento como a las tecnologías emergentes.
EL ESCUDO AEROESPACIAL: UNA NUEVA PRIORIDAD NACIONAL
Junto a la cuestión del personal, el ministro ha identificado una segunda prioridad estratégica: la construcción de un escudo aeroespacial nacional. Se trata de un sistema multicapa diseñado para interceptar drones, misiles y amenazas procedentes del espacio. Esta arquitectura, diferente a todo lo que Italia ha poseído hasta ahora, se ha convertido en esencial hoy en día, dados los acontecimientos de Ucrania y las defensas de Israel, consideradas un punto de referencia. La inversión prevista asciende a unos 4.400 millones de euros, destinados al desarrollo de sensores de satélite para alerta temprana, radares avanzados, plataformas aerotransportadas y baterías antimisiles de nueva generación. El proyecto incluye también la contribución de Italia al programa europeo GCAP, que conducirá al desarrollo del caza de sexta generación y de los sistemas integrados contra drones. La interoperabilidad de todo el sistema es crucial, de acuerdo con los requisitos de la OTAN y la integración progresiva de las capacidades europeas.
CIBERSEGURIDAD, AMENAZAS TECNOLÓGICAS Y LA «GUERRA DE LOS DRONES»
El tercer pilar de la modernización de la defensa de Italia se refiere al ciberespacio. El presupuesto actual, aproximadamente 500 millones de euros al año, se considera insuficiente ante la complejidad de las amenazas contemporáneas. El creciente uso de la inteligencia artificial en las tecnologías ofensivas, el despliegue generalizado de drones de bajo coste y la proliferación de ataques contra infraestructuras críticas exigen un cambio de ritmo. Las lecciones aprendidas del conflicto ruso-ucraniano son claras: la guerra moderna es cada vez más una «guerra de drones», una competición asimétrica en la que dispositivos baratos y fácilmente disponibles pueden infligir daños significativos. Según el ministro, Italia no puede permitirse abordar estos retos con retrasos o con inversiones inferiores a las previstas por sus principales aliados. La recogida de datos, el análisis oportuno y la protección de la red se están convirtiendo en elementos cruciales para garantizar la seguridad nacional.
UN CAMINO COMPLEJO PERO INEVITABLE
El paquete de reformas presentado marca un profundo cambio en la concepción italiana de la defensa. La combinación de un servicio militar obligatorio seleccionado, reservas voluntarias, un escudo aeroespacial y una ciberseguridad reforzada responde a un contexto europeo e internacional que ha cambiado radicalmente. La guerra de Ucrania ha redefinido las prioridades de seguridad del continente, mientras que la retirada gradual de Estados Unidos ha empujado a los Estados europeos a asumir una mayor parte de su propia protección. Italia se adentra en este escenario con un ambicioso proyecto, que requerirá recursos, cohesión política y un diálogo constante con las Fuerzas Armadas y la sociedad civil. El reto es doble: por un lado, construir herramientas modernas capaces de hacer frente a las amenazas globales y, por otro, reforzar la conciencia colectiva de que la seguridad nacional es un bien común. La transformación iniciada no será inmediata, pero representa un paso inevitable para garantizar al país un papel creíble en la defensa europea y atlántica del futuro.