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Mensaje final de Atreju: Meloni, Morawiecki y el Eje Conservador Europeo

Construir una Europa conservadora - diciembre 26, 2025

Ayer, en la última jornada de Atreju en los jardines de Castel Sant’Angelo (Roma), Giorgia Meloni eligió un tono a la vez identitario y explícitamente gubernamental: un discurso largo y denso destinado a mantener unidas dos vertientes que la 2 trata como inseparables. Por un lado, la comunidad política: su memoria, su lengua, su columna vertebral cultural. Por otro, la trayectoria internacional de Italia y la batalla más amplia (y cada vez más europea) por cambiar el equilibrio de poder continental.

La señal de la mañana: Morawiecki en la etapa final de Atreju

Antes del discurso de clausura del Primer Ministro, el escenario de la última jornada se abrió con Mateusz Morawiecki, Presidente del Partido ECR y ex Primer Ministro de Polonia. No se trataba de un acto paralelo ni de una aparición de cortesía. Tenía un significado político.

La presencia de Morawiecki en el escenario de la jornada de clausura -en el corazón del programa, no en los márgenes- debe leerse como un símbolo de la inversión estratégica de Fratelli d’Italia en los Conservadores y Reformistas Europeos. Dicho de otro modo: Atreju no es sólo la base de la identidad política de Meloni; es también la plataforma en la que el área ECR busca una gramática política compartida y, sobre todo, la ambición de convertirse en una fuerza decisiva en Europa.

La presencia de Mateusz Morawiecki en el escenario principal del último día , antes del discurso de clausura de Meloni -y en el mismo bloque del día de clausura en el que también estaban Matteo Salvini y Antonio Tajani-, no fue sólo un detalle de programación. Era un mensaje dirigido a Bruselas. Señala que el Fratelli d’Italia quiere que el ECR no sea visto como una mera «familia política», sino como una arquitectura de poder capaz de moldear los equilibrios europeos, tirar del centro de gravedad del PPE y obligar a la Comisión y a las mayorías tradicionales a contar con un eje conservador cada vez más estructurado. En otras palabras, Atreju también se utiliza como plataforma para decir que las batallas clave -sobre defensa, migración y política industrial- se ganan cambiando los números y la cultura política en Europa, no sólo creando consenso en Italia.

Atreju como método: «Los que huyen demuestran que no tienen sustancia»

Meloni reivindicó Atreju como una auténtica arena de confrontación, «donde toda idea tiene derecho a existir» y «el valor de las personas se mide por la sustancia». Su frase más punzante -dirigida indirectamente a los que eligen la ausencia- fue contundente: «los que huyen demuestran que no tienen sustancia».

La fórmula tenía dos propósitos. Internamente, consolida una comunidad política que aún se ve a sí misma como una fuerza insurgente contra los salones establecidos y el poder atrincherado. Externamente, da la vuelta a una acusación familiar dirigida a la derecha: no son los conservadores quienes temen el debate; a menudo son sus oponentes quienes temen un campo en el que los argumentos importan más que el posicionamiento mediático.

Un mensaje a la coalición gobernante: unidad como «comunidad de destino»

Una parte importante del discurso se dirigió a la coalición de centro-derecha. Meloni rechazó la idea de que su gobierno sea un mero «accidente» o un matrimonio de conveniencia, y describió la mayoría como una «comunidad de destino». También estableció un contraste con la oposición: «somos aliados y somos amigos… de nuestro lado discutimos… para encontrar una síntesis», mientras que del otro lado -sugirió- el problema es que ni siquiera quieren enfrentarse «entre ellos».

El punto subyacente era político más que retórico: la estabilidad no es una virtud en abstracto, sino una condición para gobernar en un ciclo internacional que exige rapidez, credibilidad y coherencia.

Balance interno: trabajo, impuestos, «equidad» y clase media

En cuanto a la política interior, Meloni insistió en el trabajo como métrica principal, señalando el récord de empleo y la tasa de paro más baja en décadas. Lo presentó como el resultado de una estrategia encaminada a devolver la centralidad a la Italia productiva.

A continuación, vinculó las opciones presupuestarias y fiscales a una definición política de la equidad: recortar el impuesto sobre la renta de las personas físicas y reducir la cuña fiscal, con el argumento de que la verdadera línea divisoria no es la retórica contra la riqueza, sino la defensa de la clase media y las familias trabajadoras. En un agudo pasaje, cuestionó la idea de que alguien que gana 2.500 euros brutos al mes -mientras paga una hipoteca y mantiene a una familia- deba ser calificado de «rico», contrastando esa caricatura con la realidad del poder arraigado y las rentas protegidas.

Postura internacional: «Italia leal… pero subordinada a nadie»

El núcleo geopolítico del discurso llegó cuando Meloni abordó la seguridad europea y la relación con Estados Unidos en la era Trump. Su frase resumen fue clara: «queremos una Italia leal a todos sus socios, pero subordinada a nadie».

De ahí salió la frase que llevaba el filo más agudo: «Buenos días, Europa». Meloni argumentó que si Washington da señales de un mayor repliegue, Europa no puede seguir viviendo de la externalización estratégica. «Durante ochenta años hemos externalizado nuestra seguridad a Estados Unidos… había que pagar un precio, y se llama condicionamiento… la libertad tiene un precio».

En este marco, presionó para reforzar la capacidad de defensa y seguridad de Europa, llegando incluso a evocar un «pilar europeo dentro de la OTAN», capaz de tratar «de igual a igual» con Estados Unidos, sin abandonar el vínculo atlántico, pero acabando con la lógica de la dependencia.

Ucrania: apoyo sin ambigüedades – interés nacional y seguridad europea

El segmento más inequívoco -coherente con una postura firmemente pro-Ucrania- se refería al apoyo a Kiev. Meloni reiteró que Italia ha estado «desde el primer día» con el pueblo ucraniano, describiendo la agresión de Rusia como un proyecto neoimperial y enmarcando la elección de Italia no sólo como una postura moral, sino como interés nacional y seguridad europea, con el objetivo de alcanzar la paz.

Políticamente, la lógica es precisa: no se puede defender la soberanía en casa si Europa acepta que las fronteras se redibujen por la fuerza.

El Mediterráneo, Oriente Medio, la identidad: la política exterior como proyección de la nación

El discurso también dio cabida a la postura mediterránea de Italia: energía, rutas comerciales, control de flujos y un papel activo en los asuntos de Oriente Medio, junto con referencias a la diplomacia y el compromiso humanitario. Meloni también defendió el papel de Italia en la asistencia y la ayuda, contraponiéndolo a lo que calificó de propaganda.

En el frente interno-cultural, la identidad se trató como una cuestión de cohesión y seguridad: desde la crítica al fundamentalismo hasta propuestas como la prohibición del velo integral, enmarcadas en un modelo de integración que exige el respeto de las leyes y costumbres del país de acogida.

Europa: no declive, sino misión, y aquí es donde vuelve ECR

La argumentación de Meloni sobre Europa se movió en dos vertientes: la crítica a una Europa burocrática e ideológica, unida a una defensa de la civilización europea como entidad viva. «Europa no está en declive… es una civilización viva que aún tiene una misión», dijo, añadiendo que no debe «pedir permiso para existir».

Y aquí se aclara aún más el significado de la comparecencia matinal de Morawiecki. Meloni le dio las gracias explícitamente a él y a la «gran familia de los Conservadores Europeos», vinculando el trabajo de los ECR al esfuerzo por construir mayorías alternativas en el Parlamento Europeo -a partir de expedientes concretos como la inmigración ilegal y la defensa de las fronteras- como prueba de que los paradigmas cambian cuando alguien «tiene el valor de decir las cosas como son».

Por qué Morawiecki «antes» de Meloni importa más que una foto

Si el discurso de clausura de Atreju marca tradicionalmente la línea política nacional, el orden del programa de ayer insinuaba algo más: Fratelli d’Italia quiere que el perfil europeo del evento forme parte de la narrativa gubernamental, no un apéndice.

Morawiecki en el escenario del día de clausura, como Presidente del Partido ECR, señala que para Meloni la dimensión europea no es un corolario. Es un eje. Porque la batalla por una Europa más realista en materia de defensa, una Europa más dura con la inmigración irregular y una Europa más orientada a la producción y menos gobernada por el culto a las normas no puede ganarse sólo en Roma. Se gana cambiando las mayorías -y el lenguaje- en Bruselas.