
La migración ilegal a la Unión Europea se ha convertido en la última década en un verdadero problema y en una cuestión especialmente sensible y compleja para los gobiernos de los países miembros, que implica múltiples dimensiones: jurídica, social, política, económica y humanitaria. El fenómeno de la migración se ve alimentado por una serie de factores externos: conflictos armados (Rusia-Ucrania, Israel-Franja de Gaza), inestabilidad política (Siria, Libia), cambio climático, pobreza extrema, pero también por factores internos como la falta de una política europea común y eficaz en materia de migración y asilo. La Unión Europea, a pesar de los considerables esfuerzos institucionales y financieros, sigue dividida entre Estados fronterizos (Grecia, Italia, España, Bulgaria), países de destino preferentes (Alemania, Francia, Suecia, Países Bajos) y países reticentes (Polonia, Hungría, República Checa).
Grecia en el verano de 2025, un ejemplo reciente de crisis regional con impacto europeo
Creta, una de las islas más conocidas de Grecia, se ha enfrentado en los últimos meses a un alarmante aumento del número de inmigrantes procedentes de Libia. Las autoridades de Atenas perciben este fenómeno como una forma de presión indirecta de Libia sobre la Unión Europea. En este tenso contexto, el gobierno griego ha anunciado una serie de medidas restrictivas que han suscitado polémica entre los expertos en derecho internacional.
En plena temporada turística, el flujo de migrantes que cruzan el mar Mediterráneo desde Libia hacia el sur de Creta y la isla de Gavdos ha aumentado considerablemente. A principios de julio, en sólo una semana, unos 1.500 migrantes fueron rescatados por los guardacostas griegos frente a Creta. Libia, a unos 350 kilómetros de distancia, parece ser su principal punto de partida.
Las autoridades locales están desbordadas. En los puertos de Chania, Rethymno y Heraklion, cientos de migrantes permanecen sentados bajo un sol abrasador (con temperaturas que alcanzan los 40 grados a la sombra), a falta de instalaciones adecuadas. Unos 500 de ellos fueron reasentados recientemente en el puerto de Lavrio, cerca de Atenas.
Una nueva ley suspende las solicitudes de asilo para los inmigrantes norteafricanos
El ejecutivo dirigido por Kyriakos Mitsotakis ha decidido suspender la tramitación de las solicitudes de asilo de los inmigrantes procedentes de Libia durante al menos tres meses. Las autoridades también tienen previsto crear un nuevo centro de inmigrantes en la isla de Creta. Según el proyecto de ley, los inmigrantes serán detenidos inmediatamente después de su llegada sin posibilidad de solicitar asilo, y transcurridos tres meses serán repatriados por la vía rápida. Los analistas consideran que esta medida es incompatible con los tratados internacionales y las normas de la UE sobre derechos fundamentales y procedimientos de asilo justos. Varios expertos esperan que Grecia se enfrente a sanciones de las instituciones europeas. Las medidas impuestas por el gobierno dirigido por Kyriakos Mitsotakis se producen en medio del creciente descontento de la sociedad griega y de la oposición, que critica la gestión gubernamental de la crisis migratoria. Algunos sostienen que las nuevas normas pretenden distraer la atención pública de otros asuntos internos, como el reciente escándalo sobre los fondos agrícolas de la UE o la falta de rendición de cuentas en el accidente ferroviario de Tempi.
Gavdos – una isla con recursos limitados
La isla de Gavdos, 35 kilómetros al sur de Creta, está sometida a la presión constante de las personas que llegan aquí procedentes del norte de África. Alrededor del 20% de todos los emigrantes que llegan a Grecia pasan por este territorio. Las infraestructuras de la isla están poco desarrolladas y el suministro de agua es limitado, por lo que las autoridades locales piden que se traslade a los migrantes a otras regiones lo antes posible. El Ministerio griego de Migración y los buques de Frontex proporcionan temporalmente apoyo logístico.
Además de la oposición de las organizaciones de derechos humanos, que denuncian la medida (aplicada a los inmigrantes en Gavdos y Creta) como inhumana e ilegal, hay descontento incluso entre los miembros del partido gobernante. Además, los representantes del sector turístico de Creta temen que la imagen de la isla se vea perjudicada por la presencia de campamentos de inmigrantes, lo que provocaría un descenso del interés turístico por Creta. Las numerosas protestas locales reflejan la falta de una visión clara por parte de las autoridades sobre cómo abordar el problema.
Tensiones diplomáticas entre Grecia y Libia
La Comisión Europea ha sido informada recientemente de los cambios legislativos y ha expresado una actitud cautelosa dadas las implicaciones geopolíticas. El líder libio Jalifa Haftar está utilizando supuestamente la migración como medio de presión para obtener reconocimiento internacional. Recientemente, una delegación de la UE, que incluía al comisario de Migración, Markus Brunner, y a funcionarios de Italia y Grecia, fue expulsada de Bengasi. El primer ministro Mitsotakis anunció en el parlamento que Grecia ya no aceptará solicitudes de asilo de inmigrantes llegados ilegalmente del norte de África.
«El paso a Grecia está cerrado», dijo, advirtiendo de que los contrabandistas estaban engañando a sus clientes.
Según el gobierno, las llegadas de migrantes por mar a Creta y Gavdos han superado las 7.300 desde el comienzo de este año, un aumento significativo en comparación con las aproximadamente 5.000 de todo el año pasado. Según las autoridades griegas, los migrantes proceden principalmente de países como Libia, Sudán, Egipto y Bangladesh.
A principios de este mes, el 9 de julio, más de 500 migrantes fueron rescatados de morir ahogados cerca de la isla de Gavdos. Grecia también ha desplegado recientemente dos fragatas y ha intensificado las patrullas navales cerca de aguas libias en un intento de disuadir a las embarcaciones de migrantes de acercarse a territorio griego. En un incidente reciente, una embarcación de Frontex se hundió durante una misión de rescate en el mar Egeo, cerca de la isla de Lesbos. La tripulación fue rescatada y la búsqueda de los migrantes desaparecidos continuó durante días.
Contexto general de la migración irregular en la Unión Europea (2020-2025)
La migración ilegal se define en el derecho internacional y europeo como el desplazamiento de una persona a un país extranjero sin cumplir las normas legales sobre entrada, estancia o actividad económica y social. Debe distinguirse de la migración legal (que implica estar en posesión de un visado, permiso de trabajo, etc.) y de los refugiados (personas que huyen de la guerra o la persecución por parte de los gobiernos de los países y solicitan protección internacional en virtud de la Convención de Ginebra). Una pregunta que está en boca de todos y que necesita muchas respuestas por parte de quienes dirigen el destino de la UE es: ¿Qué causa la inmigración ilegal y cómo puede detenerse? En el periodo 2020-2025, los principales impulsores de la migración ilegal a la UE fueron los conflictos armados (Siria, Sudán, Yemen, Libia), la inestabilidad política (Afganistán, Somalia, Mali), la pobreza extrema y la falta de oportunidades económicas (cada vez más comunes en los países del África Subsahariana), las redes de trata de seres humanos y la migración facilitada ilegalmente, el cambio climático, la sequía y la desertificación en el Sahel y el Cuerno de África.
Se sabe que hay cuatro rutas principales de migración ilegal hacia la Unión Europea:
Ruta del Mediterráneo Central – se trata de una de las rutas más peligrosas y al mismo tiempo más utilizadas, que conecta Libia, Túnez y Egipto con el sur de Italia (Lampedusa, Sicilia, Calabria). Sólo en 2023, más de 150.000 migrantes utilizaron esta ruta para cruzar el Mediterráneo, y más de 2.500 perdieron la vida en aguas mediterráneas. Un negocio que ha empezado a florecer es el explotado por redes de contrabandistas que se aprovechan de la inestabilidad en Libia organizando travesías con embarcaciones improvisadas. Esto ha provocado a menudo la pérdida de vidas humanas.
Ruta del Mediterráneo Oriental. Esta ruta implica el movimiento de migrantes desde Turquía a Grecia (especialmente las islas del Egeo) o Bulgaria (recientemente admitida en el espacio Schengen). Aunque los flujos migratorios se han reducido en la ruta del Mediterráneo Oriental desde el acuerdo UE-Turquía de 2016, se han intensificado desde 2022, especialmente a través de las islas de Samos, Lesbos y Kos.
Ruta de los Balcanes. Tras entrar en Grecia, Bulgaria o Serbia, los emigrantes continúan a pie o con la ayuda de redes de contrabando a través del norte de Macedonia, Bosnia y Herzegovina, Croacia y Hungría, con destino a Austria, Alemania o Suecia (países con una política social que atrae a los emigrantes).
Ruta del Atlántico (África Occidental). Esta ruta parte de Senegal, Mauritania o Gambia y llega hasta las Islas Canarias (España). Fue especialmente activa en el periodo 2020-2021, con más de 20.000 llegadas al año, a pesar de los importantes riesgos causados por las largas distancias marítimas y la navegación oceánica con embarcaciones inadecuadas.
Países de entrada y distribución de los inmigrantes en la UE
Países como Italia, Grecia, España, Bulgaria y Malta son los principales puntos de acceso (primera entrada) a la Unión Europea. Debido a su posición geográfica, estos países se enfrentan a grandes presiones sobre sus infraestructuras de acogida y su capacidad administrativa para tramitar las solicitudes de asilo. Los países preferidos por los emigrantes no son los primeros países de la UE a los que llegan. Aunque la mayoría de los emigrantes entran principalmente por el sur de Europa, la mayoría de los emigrantes se dirigen a países como Alemania (por su fuerte economía y su sistema de asilo), Francia (por las comunidades de emigrantes existentes), los países nórdicos (Suecia, Noruega y Holanda, por su alto nivel social), Bélgica y Austria. Las motivaciones son diversas: existencia de familiares, servicios sociales generosos, acceso al trabajo, alto nivel de vida, pero también la reputación de una administración justa y no discriminatoria.
Políticas europeas de migración y asilo
En 2020, la Comisión Europea propuso un nuevo pacto, el «Pacto de la UE sobre Migración y Asilo», que preveía: un mecanismo de solidaridad flexible entre los Estados miembros, la aceleración de los procedimientos de asilo en la frontera, mecanismos para el retorno rápido de quienes no obtengan el estatuto de refugiado, fondos adicionales para los Estados de primera línea (Italia, Grecia, España, Bulgaria). Sin embargo, el pacto aún no se ha adoptado plenamente y la oposición de los Estados del Grupo de Visegrado ha sido fuerte.
La agencia Frontex desempeña un papel clave en el patrullaje de las fronteras exteriores, pero a menudo ha sido criticada por su falta de transparencia y su implicación en prácticas ilegales («pushbacks»). En 2024-2025, Frontex ha aumentado su presencia en el Mediterráneo y en la frontera balcánica. En 2022 y 2023, Italia recibió más de 200.000 migrantes a través de Lampedusa. El gobierno dirigido por Georgia Meloni ha introducido duras políticas de control, incluida la incautación de barcos de ONG que rescatan a migrantes. El gobierno italiano también ha firmado acuerdos de readmisión con Túnez y Egipto. España, aunque afectada por las rutas del Atlántico y el Mediterráneo Occidental, ha puesto en marcha políticas de reasentamiento voluntario y ha invertido en cooperación con Marruecos. Sin embargo, Ceuta y Melilla sufrieron graves incidentes en 2021 y 2022, cuando cientos de migrantes murieron intentando escalar las vallas fronterizas. Polonia se vio afectada por la crisis de la frontera artificial con Bielorrusia. En 2021-2022, el régimen de Lukashenko facilitó el paso de migrantes procedentes de Oriente Medio hacia las fronteras de Polonia, Lituania y Letonia. La crisis se percibió como una agresión híbrida y la rápida respuesta de la UE incluyó sanciones contra Bielorrusia.
Principales retos y perspectivas de la UE en materia de migración
A nivel de la UE, podemos observar la falta de un mecanismo común obligatorio de reasentamiento, la falta de infraestructuras y recursos en los países de entrada, la manipulación de la migración por parte de regímenes autoritarios como arma geopolítica, redes de tráfico de seres humanos cada vez más sofisticadas. ¿Cuáles podrían ser las posibles soluciones? Crear una agencia europea común de asilo, reforzar las misiones exteriores en los países de origen (África, Oriente Medio), programas de desarrollo e inversión en los países de origen, reanudar las negociaciones sobre un pacto migratorio de la UE. Sin embargo, la inmigración ilegal en la Unión Europea sigue siendo uno de los retos más acuciantes de la última década. Casos como el de Grecia este verano o el de Lampedusa en 2023 reflejan una dura realidad: Europa sigue siendo vulnerable, está dividida y no está preparada para gestionar este fenómeno de forma coherente. La falta de solidaridad y las políticas nacionales divergentes alimentan el populismo y debilitan el proyecto europeo. Una política común, equilibrada, solidaria y anclada en el respeto de los derechos fundamentales ya no es sólo una opción, sino una necesidad vital para el futuro de la Unión Europea.
Vista desde la perspectiva de la política conservadora, la inmigración ilegal no es sólo un problema administrativo o logístico, sino un desafío existencial a la identidad, la soberanía y la cohesión social de los Estados miembros de la UE. La ideología conservadora hace hincapié en los valores tradicionales, el Estado-nación como forma histórica de organización, la continuidad cultural y la responsabilidad de cada gobierno de proteger a sus ciudadanos y su territorio nacional.
Los representantes de los partidos conservadores europeos han advertido repetidamente de que la falta de control de las fronteras, combinada con la ideología multiculturalista promovida por algunos gobiernos e instituciones europeos, ha provocado la fragmentación de la identidad de algunas sociedades, el aumento de la creación de guetos y de las tensiones étnicas, y la vulnerabilidad de la seguridad interna. No es casualidad que los partidos conservadores o de derechas se hayan opuesto sistemáticamente a las cuotas obligatorias de reasentamiento de inmigrantes impuestas desde Bruselas por considerar que violan los principios de soberanía nacional y responsabilidad democrática.
Desde este punto de vista, la inmigración ilegal debe combatirse mediante: Reforzando las fronteras exteriores de la UE y recuperando el control sobre ellas, rechazando firmemente cualquier mecanismo coercitivo de reasentamiento, protegiendo la identidad cultural europea integrando a los inmigrantes sólo en la medida en que respeten los valores, la lengua y las normas de las sociedades de acogida, soluciones en los países de origen para evitar la emigración mediante ayudas económicas condicionadas y luchando contra el tráfico de seres humanos. Desde el punto de vista conservador, la solidaridad no debe significar imponer la uniformidad, sino reconocer el derecho de cada Estado a defender su modelo de sociedad y a decidir soberanamente quién tiene derecho a entrar, vivir y beneficiarse de sus recursos públicos. La verdadera reforma de la política migratoria europea, desde una perspectiva conservadora, empieza por reafirmar las fronteras, reforzar la autoridad del Estado y reconocer que defender la civilización europea no es un acto de xenofobia, sino de responsabilidad histórica.