Legal - agosto 22, 2025

El 17 de julio de 2025, el Dáil Éireann debatió el Proyecto de Ley sobre Productos del Delito y Asuntos Relacionados de 2025, una propuesta legislativa presentada por el ministro de Justicia, Jim O’Callaghan, para reforzar el marco irlandés de confiscación de bienes procedentes de actividades delictivas.
El proyecto de ley tiene por objeto modernizar la Ley de Productos del Delito de 1996 y mejorar la capacidad operativa de la Oficina de Activos Delictivos (BAC) de Irlanda.
El debate reveló un amplio apoyo a la lucha contra los fundamentos financieros de la delincuencia organizada, junto con preocupaciones sobre la aplicación y la asignación de recursos.
El contexto histórico relativo al enfoque irlandés de la incautación de bienes se revolucionó tras el asesinato en 1996 de la destacada periodista Veronica Guerin, que condujo a la promulgación de la Ley de Productos del Delito y a la creación del CAC.
Estas medidas introdujeron un sistema de decomiso civil, que permite al Estado incautar bienes sin una condena penal demostrando su origen ilícito. Desde su creación, el CAB ha recuperado más de 220 millones de euros, desbaratando significativamente la delincuencia organizada, en particular el tráfico de drogas.
Sin embargo, a medida que evolucionan los métodos delictivos, es necesario actualizar la legislación para mantener la eficacia.
El Proyecto de Ley 2025 intenta abordar esta cuestión agilizando los procesos de incautación e introduciendo nuevas herramientas para centrarse en los fondos ilícitos.
El Proyecto de Ley de Disposiciones Clave sobre Productos del Delito y Asuntos Relacionados de 2025 introduce varias reformas para reforzar la eficacia del CAC.
Entre ellas se incluye la reducción del plazo de incautación. El proyecto de ley pretende conseguirlo reduciendo de siete a dos años el plazo para incautar permanentemente bienes después de que un tribunal determine que proceden de un delito, con el fin de impedir que los delincuentes se beneficien durante procesos judiciales prolongados.
Otra disposición del proyecto de ley se refiere al nombramiento automático de un administrador judicial. Esto significa que, una vez que los bienes se consideren ilícitos, se nombrará a un administrador judicial para que asuma el control inmediato, garantizando que los bienes no puedan ser utilizados por sus propietarios hasta su enajenación definitiva.
También vemos esfuerzos por mejorar los mecanismos de embargo preventivo que confieren nuevos poderes para permitir a las CAC emitir una «orden de embargo preventivo de pagos» de siete días y solicitar «órdenes de embargo preventivo de pagos» por orden judicial durante un máximo de 90 días, renovables en caso necesario, para asegurar el producto de presuntos delitos al inicio de la investigación.
Uno de los objetivos centrales de la Ley es evitar la re-litigación. El proyecto de ley prohíbe volver a litigar sobre cuestiones ya resueltas, lo que reduce los retrasos derivados de la repetición de recursos judiciales, al tiempo que preserva los derechos de apelación.
También propone reforzar las herramientas de investigación para los expertos no pertenecientes a la Garda, como los funcionarios de Hacienda y Asistencia Social, permitiéndoles participar en interrogatorios por delitos graves, y ampliando la protección del anonimato de los funcionarios de la Garda al periodo posterior a su contratación para mejorar la seguridad operativa.
Una dimensión social del proyecto de ley se encuentra en sus disposiciones relativas a la reinversión comunitaria. Esto significa que los fondos incautados se canalizan a través del Fondo de Seguridad Comunitaria de Irlanda, que ha aumentado de 2 millones de euros en 2022 a 4 millones de euros en 2025, y cuyo objetivo es apoyar proyectos locales para mejorar la seguridad y el bienestar.
Como ocurre con toda legislación de este tipo, hay que encontrar un equilibrio para garantizar que pueda incorporar la supervisión judicial, de modo que las acciones que se deriven de ella sean razonables, necesarias y proporcionadas, equilibrando así los poderes reforzados con los derechos individuales. Esto no siempre es fácil de conseguir.
A pesar de ello, el reciente debate en el Dáil puso de relieve un amplio consenso sobre los objetivos del proyecto de ley, y diputados de todos los partidos afirmaron la importancia de desarticular la delincuencia organizada centrándose en sus recursos financieros.
El ministro O’Callaghan subrayó que la legislación se basa en el marco pionero de Irlanda de 1996, que ha suscitado interés internacional por su enfoque no basado en condenas. Destacó la necesidad de impedir que los delincuentes retengan ganancias mal habidas, señalando el papel del CAC en la denegación de más de 220 millones de euros a delincuentes desde su creación. Diputados del Sinn Féin, los laboristas, Fianna Fáil, Fine Gael, los socialdemócratas y otros expresaron su apoyo a la reducción del plazo de incautación y a la mejora de las facultades de investigación del CAB, por considerarlas medidas fundamentales para disuadir de la actividad delictiva.
Sin embargo, varios diputados expresaron su preocupación por la aplicación. Los diputados del Sinn Féin argumentaron que el Fondo de Seguridad Comunitaria, aunque es una iniciativa positiva, adolece de un engorroso proceso de solicitud que a menudo no dirige los fondos a las comunidades más desfavorecidas, en particular las identificadas por el índice de privación Pobal.
Abogaron por una asignación más selectiva a las zonas más afectadas por la delincuencia. Barry Ward, de Fine Gael, advirtió de que las órdenes de embargo prolongadas, si no van acompañadas de procesos judiciales transparentes, pueden plantear problemas de equidad, y subrayó la necesidad de que los particulares comprendan el fundamento de dichas órdenes.
También se expresó preocupación por el cierre de los sistemas de vídeovigilancia en algunas zonas, lo que, según los diputados, deja a las comunidades vulnerables a la delincuencia. El debate también abordó cuestiones sociales más amplias. Varios diputados subrayaron la necesidad de medidas preventivas, como programas de remisión de jóvenes y servicios de adicción, para abordar las causas profundas de la delincuencia, sobre todo entre los jóvenes atraídos por la riqueza visible de los delincuentes locales.
Se presentaron propuestas para crear un «mini-CAB» destinado a los delincuentes de nivel medio, con el objetivo de perturbar su estilo de vida antes de que se conviertan en grandes figuras de la delincuencia organizada. Además, se pidió que se estudiara la posibilidad de utilizar los bienes incautados, como las propiedades, para viviendas sociales durante los procedimientos judiciales, aunque se reconocieron dificultades prácticas.
El proyecto de ley también se alinea efectivamente con las conclusiones del informe 2024 del Parlamento Europeo, «Confiscación de bienes en la UE».
Este Informe proporciona un contexto más amplio, estimando que los ingresos de la delincuencia en la UE alcanzan los 110.000 millones de euros anuales, o el 1% del PIB. En Irlanda, los mercados delictivos generan aproximadamente 1.700 millones de euros al año.
El Informe destaca, por ejemplo, que en toda la UE sólo se congela el 2% del producto del delito y se confisca el 1%, lo que pone de relieve la necesidad de marcos jurídicos sólidos como el que Irlanda está impulsando.
El proyecto de ley irlandés se ajusta a ellas al dar prioridad a la recuperación rápida de activos y mantener la supervisión judicial. El Informe señala retos en la cooperación transfronteriza y el reconocimiento mutuo de las órdenes de decomiso, ámbitos en los que Irlanda podría mejorar aún más su marco, como sugirieron las peticiones de protocolos internacionales más amplios durante el debate.
Las disposiciones del proyecto de ley para congelar los criptoactivos también reflejan el interés de la UE por hacer frente a las tácticas delictivas modernas, como el blanqueo de dinero mediante monedas digitales.
El Proyecto de Ley 2025 permite a Irlanda mantener su liderazgo en la recuperación de activos, respondiendo a la sofisticación cambiante de las empresas delictivas. La reducción de los plazos de incautación y las nuevas facultades de embargo preventivo abordan los retrasos que permiten a los delincuentes conservar la riqueza, mientras que la ampliación del Fondo de Seguridad Comunitaria demuestra el compromiso de reinvertir las ganancias en las comunidades afectadas.
Sin embargo, las preocupaciones planteadas en el Dáil ponen de manifiesto los problemas de aplicación. Garantizar una distribución equitativa de los fondos exige simplificar los procesos de solicitud y dar prioridad a las zonas desfavorecidas. La escasez de recursos de la An Garda Síochána, sobre todo en las regiones rurales, podría limitar la capacidad de aplicación de la ley, ya que el informe de la UE subraya la necesidad de formación y recursos adecuados para maximizar la recuperación de activos.
La imparcialidad en las órdenes de embargo preventivo también sigue siendo una cuestión crítica. Aunque el proyecto de ley incluye salvaguardias judiciales, garantizar la transparencia y el acceso de las personas afectadas a los litigios será esencial para mantener la confianza pública.
Además, la propuesta de centrarse en los delincuentes de nivel medio y reinvertir en programas preventivos está en consonancia con la insistencia de la UE en desarticular pronto las redes delictivas y abordar las vulnerabilidades sociales que alimentan la delincuencia.
Podemos afirmar, pues, con cierta seguridad que el Proyecto de Ley sobre el Producto del Delito y Asuntos Conexos de 2025 refuerza el marco irlandés de lucha contra la delincuencia organizada, centrándose en sus raíces financieras.
Al agilizar la incautación de bienes, reforzar las facultades de investigación y reinvertir los fondos en las comunidades, el proyecto de ley se basa en un modelo mundialmente respetado, establecido en 1996.
Mientras la UE presiona para que la confiscación de activos sea más eficaz, las medidas proactivas de Irlanda la sitúan como líder, siempre que aborde los retos prácticos y sistémicos señalados.
El éxito del proyecto de ley dependerá de equilibrar la eficacia de la aplicación de la ley con la equidad y de garantizar que los beneficios de los bienes incautados lleguen a las comunidades más perjudicadas por la delincuencia.