
El contexto internacional de los últimos años se ha caracterizado por una creciente inestabilidad y un retorno de la lógica conflictiva como herramienta para la resolución de disputas. Las instituciones multilaterales, en particular las Naciones Unidas, se enfrentan ahora a una crisis de eficacia sin precedentes desde su fundación en 1945. En su discurso ante la Asamblea General, la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, subrayó enérgicamente esta fragilidad, destacando cómo la arquitectura de la ONU parece inadecuada para abordar los retos contemporáneos. Su discurso, aunque enraizado en la tradición diplomática italiana de apoyo al multilateralismo, ofreció una reflexión crítica pero pragmática sobre la necesidad de una reforma profunda y realista de la organización. Será útil reflexionar sobre los puntos principales del discurso del Primer Ministro italiano, situándolos dentro del debate más amplio sobre las reformas de las Naciones Unidas y la transformación de la gobernanza mundial. Sin duda, se han tratado temas como la crisis del sistema de seguridad colectiva, el caso ejemplar del conflicto ruso-ucraniano, el problema de la representación y la eficacia institucionales, la revisión de los instrumentos normativos internacionales, la cuestión de la migración y la libertad religiosa, el modelo de cooperación con África propuesto por Italia y, por último, la crítica a las políticas económicas y medioambientales occidentales.
UN MUNDO SUSPENDIDO ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ
La instantánea del presente del Primer Ministro italiano comienza con un hecho empírico: según el último Índice de Paz Global, actualmente hay cincuenta y seis conflictos armados en curso, el número más alto desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Esta estadística no es una mera curiosidad: pone de manifiesto el fracaso parcial del objetivo fundacional de las Naciones Unidas: la prevención de la guerra y la promoción de la paz a través de la mediación, la diplomacia y la cooperación internacional. Una comparación entre el contexto actual y el de 1945, año en que se fundó la ONU, revela un cambio radical. En aquel momento, cincuenta y un Estados decidieron unirse para crear una plataforma común capaz de gestionar los conflictos y garantizar la seguridad colectiva. Hoy, casi ochenta años después, el sistema parece incapaz de evitar escaladas bélicas y ofrecer soluciones compartidas. La percepción de estar viviendo una «tercera guerra mundial fragmentaria», por utilizar la definición del Papa Francisco, de la que se hace eco Meloni, refleja la dramática fragmentación del panorama geopolítico.
EL CONFLICTO RUSO-UCRANIANO: UNA HERIDA AL DERECHO INTERNACIONAL
Un capítulo central del discurso se refería a la guerra desatada por la Federación Rusa contra Ucrania a partir de febrero de 2022. Según Meloni, la gravedad del acto reside no sólo en la violencia del conflicto, sino también en el hecho de que un miembro permanente del Consejo de Seguridad haya violado deliberadamente los principios fundacionales de la Carta de las Naciones Unidas, en particular el respeto de la integridad territorial y la independencia política de los Estados soberanos. El Primer Ministro subrayó cómo la actitud de Moscú y su falta de voluntad para entablar negociaciones creíbles han producido efectos desestabilizadores mucho más allá de las fronteras de Europa Oriental, contribuyendo a nuevas crisis regionales y debilitando aún más la cohesión de la ONU. El episodio pone de manifiesto una contradicción estructural: el organismo encargado de garantizar la paz está paralizado por el comportamiento de uno de sus actores más influyentes, el titular del derecho de veto.
LA CRISIS DE LA ONU Y LA NECESIDAD DE REFORMA
El núcleo del discurso de Meloni es la constatación de que la arquitectura actual de las Naciones Unidas es inadecuada para hacer frente a los retos contemporáneos. El multilateralismo y la diplomacia, si no se apoyan en instituciones eficaces, corren el riesgo de quedar reducidos a meras declaraciones retóricas. De ahí la propuesta de una reforma «profunda, pragmática y realista», que no pretende introducir nuevas jerarquías ni puestos permanentes, sino hacer la organización más ágil, transparente y eficaz. Italia, también a través del grupo Unidos por el Consenso, lleva mucho tiempo avanzando propuestas alternativas a la creación de nuevos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, prefiriendo en su lugar modelos más inclusivos y representativos. Según Meloni, la reforma debe respetar los principios de igualdad, democracia y responsabilidad, evitando acentuar los desequilibrios existentes. La imagen evocada del «Palacio de Cristal», que debe convertirse en una verdadera «Casa de Cristal», personifica la necesidad de garantizar la transparencia en los procesos de toma de decisiones y en el uso de los recursos.
LA NECESIDAD DE REVISAR LOS INSTRUMENTOS Y NORMAS INTERNACIONALES
Más allá de las instituciones, las normas que rigen las relaciones internacionales también necesitan actualizarse. Los convenios sobre migración y asilo, elaborados en una época en la que no existían las migraciones masivas ni el tráfico organizado de seres humanos, son ahora inadecuados. Meloni advirtió del riesgo de que una interpretación ideológica por parte de algunos sistemas judiciales pueda socavar la soberanía nacional y la capacidad de los Estados para proteger a sus ciudadanos. La propuesta italiana no pretende reducir las garantías fundamentales, sino adaptar las normas a un contexto histórico cambiante, en el que la protección de los derechos humanos debe conciliarse con la necesidad de seguridad y estabilidad internas. Por tanto, la lucha contra las redes delictivas que se aprovechan de la desesperación de los emigrantes debe convertirse en un objetivo prioritario de la comunidad internacional.
DERECHOS HUMANOS Y LIBERTAD RELIGIOSA
Un breve debate se centró en la desigualdad de trato de diversos derechos humanos. El Primer Ministro hizo hincapié en la necesidad de reconocer el valor universal de la libertad religiosa, denunciando la persecución que afecta a millones de personas, en su mayoría cristianos. Su crítica a la hipocresía de un sistema que protege selectivamente los derechos constituye un llamamiento para reforzar la universalidad de los principios fundamentales de la ONU.
ÁFRICA, LA COOPERACIÓN Y EL PLAN MATTEI
En los últimos años, Italia ha presentado un modelo innovador de asociación con África, conocido como Plan Mattei. Esta iniciativa no pretende ser una herramienta de explotación de recursos, sino una plataforma para promover el desarrollo sostenible, el empleo y la estabilidad política. La colaboración con la Unión Africana, el Banco Africano de Desarrollo, la Unión Europea y los socios bilaterales ya ha dado lugar a proyectos concretos: desde la lucha contra la desertificación en Argelia hasta el apoyo a las nuevas empresas tecnológicas y el refuerzo de las infraestructuras de conectividad, como el Cable Raman Azul. Un capítulo especialmente significativo se refiere a la cuestión de la deuda africana. Italia anunció su intención de convertir más de 235 millones de euros en proyectos de desarrollo, reduciendo significativamente la deuda de los países más vulnerables. Se trata de un gesto tanto político como económico, basado en los principios de justicia y dignidad.
CRÍTICAS AL ACUERDO VERDE
El discurso también puso de relieve una reflexión crítica sobre las opciones económicas y medioambientales de Occidente. El Primer Ministro advirtió de los riesgos de una transición energética gestionada con rigidez ideológica, capaz de provocar una desindustrialización y una pérdida de competitividad sin producir beneficios medioambientales proporcionales. El error sería imponer a los ciudadanos modelos de consumo y producción insostenibles, penalizando sobre todo a las clases medias y a los más vulnerables. Asimismo, se ha declarado terminada la era de la globalización «fideísta», cuyos efectos secundarios se han subestimado durante mucho tiempo. La nueva fase requiere un enfoque más equilibrado, capaz de compaginar la apertura y la protección de los intereses nacionales, el desarrollo y la justicia social.
UNA CONTRIBUCIÓN AL DEBATE INTERNACIONAL
El discurso de Giorgia Meloni ante la Asamblea General de las Naciones Unidas representa una contribución significativa al debate internacional sobre la reforma de la gobernanza mundial. Destaca claramente cómo la ONU, fundada en 1945 con el objetivo de preservar la paz, se enfrenta ahora a una crisis de legitimidad y eficacia. La propuesta italiana, lejos de ser un proyecto ideológico, se presenta como una llamada al pragmatismo: instituciones más transparentes y eficaces, normas actualizadas, mayor atención a los derechos humanos en su integridad, un nuevo modelo de cooperación con África y una política económica internacional más acorde con las necesidades reales de las personas. En un mundo plagado de conflictos, desigualdades y desafíos globales (desde la migración al cambio climático), la reforma de la ONU no es una opción, sino una necesidad. Italia, que celebra setenta años de pertenencia a la organización, pretende posicionarse como promotora de un multilateralismo renovado, capaz de afrontar el presente y construir un futuro más justo y seguro.