
Los inversores ven ahora a Roma como fiscalmente prudente, mientras que París se arriesga a pagar más por pedir prestado
Durante años, Francia fue considerada el modelo de disciplina fiscal en Europa, mientras que Italia era tratada como su contrapartida imprudente, lastrada por la deuda y la inestabilidad política. Hoy, las tornas pueden haber cambiado. Según Le Monde, Italia, bajo el gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni, se ha vuelto tan creíble como Francia en materia de finanzas públicas, si no más.
El diario francés destaca una inversión sorprendente: en los últimos tres años, Roma ha reducido significativamente su déficit presupuestario, mientras que París ha dejado crecer el suyo. El resultado es visible en los mercados de bonos, donde la diferencia entre los costes de los préstamos italianos y franceses casi ha desaparecido.
El giro fiscal de Italia
Italia, considerada durante mucho tiempo como el niño problemático de la eurozona, ha mejorado su posición entre los inversores. A pesar de tener una de las ratios deuda/PIB más altas de Europa, el país ha adoptado la prudencia fiscal, reconstruyendo lentamente su reputación.
«Antaño considerada la rezagada de la Unión Europea en materia presupuestaria, Italia está ahora en condiciones de dar lecciones a Francia», informó Le Monde, citando una nota del economista independiente Philippe Crevel publicada a finales de julio.
Este cambio se refleja en la confianza de los inversores. En el punto álgido de la crisis de la eurozona en 2011-2012, la inestabilidad de Italia era tan pronunciada que los mercados exigían una prima de 400 puntos básicos -un 4% más- que Francia para mantener deuda italiana. Mientras que Francia podía endeudarse en torno al 3%, Italia tenía que pagar un 7%.
Avance rápido hasta 2023: ese diferencial se ha reducido a mínimos históricos. El 15 de agosto, la diferencia entre los bonos del Estado italianos y franceses a diez años cayó a menos de cinco puntos básicos, su margen más estrecho desde 2005. Para los bonos a cinco años, el diferencial desapareció por completo a mediados de julio.
La creciente carga de Francia
Francia, por su parte, se ha movido en la dirección opuesta. A pesar de tener una posición de partida más fuerte, París ha permitido que aumenten los déficits. Los inversores empiezan a darse cuenta.
«El vuelco puede resumirse en una sola cifra: los tipos de interés exigidos por los inversores para mantener la deuda pública de los dos países», escribió Le Monde. El periódico señalaba que, aunque Francia todavía no paga más que Italia por endeudarse, «puede que sólo sea cuestión de días o semanas» que eso cambie.
La advertencia es clara. Si los costes de endeudamiento en Francia siguen subiendo en relación con Italia, sería la primera vez en la historia moderna que París se encuentra en desventaja frente a Roma en los mercados de bonos.
Reconocimiento más allá de Francia
El cambio no sólo se observa en París. El Financial Times también señaló recientemente la nueva credibilidad fiscal de Italia, atribuyéndola a la «prudencia italiana» bajo el gobierno de Meloni. El enfoque prudente de Roma respecto al gasto y la gestión del déficit ha impresionado a los inversores internacionales, contrastando con la postura más relajada de París.
Esta percepción es importante. El rendimiento de los bonos determina cuánto pagan los gobiernos para financiar su deuda. Con el aumento del déficit de Francia, la carga de su deuda corre el riesgo de ser más cara de gestionar. Italia, a pesar de su mayor deuda total, se considera ahora más disciplinada, un cambio notable dada su historia.
Sentimiento de los inversores y señales del mercado
Los mercados reaccionan rápidamente a los cambios de credibilidad. La reducción del diferencial entre los bonos italianos y franceses refleja la confianza de los inversores en que Italia seguirá por la senda de la restricción fiscal. También sugiere escepticismo sobre la voluntad de Francia de frenar el gasto.
Los analistas señalan que esta transformación no es sólo simbólica. Si Francia empieza a pagar más que Italia por pedir prestado, el impacto psicológico en los mercados podría ser significativo. Pondría en tela de juicio supuestos arraigados sobre la jerarquía financiera de la eurozona y podría remodelar los flujos de capital dentro de Europa.
Una verdad dolorosa para París
Para los responsables políticos franceses, la comparación es incómoda. Le Monde admite que es «doloroso para los franceses oír» que ahora se considera a Italia a la par -o por encima- de Francia en credibilidad fiscal. Sin embargo, desde la perspectiva de los inversores mundiales, las cifras hablan por sí solas.
Lo que sigue siendo incierto es si este cambio será temporal o duradero. Los retos políticos y económicos de Italia no han desaparecido, pero la disciplina del gobierno le ha dado un respiro. Francia, por su parte, se enfrenta a la presión de restaurar su imagen fiscal antes de que los mercados le impongan condiciones más duras.
La narrativa de la eurozona ha cambiado de forma inesperada. Hace una década, Italia era sinónimo de inestabilidad, mientras que Francia encarnaba la estabilidad. Ahora, se están reconsiderando los papeles. Para Italia, el reconocimiento es un hito: la prueba de que la reducción coherente del déficit y la disciplina fiscal pueden superar una historia de escepticismo. Para Francia, es una advertencia: la credibilidad, una vez perdida, es difícil de recuperar.