Roma, 12 de diciembre de 2025. El viernes por la tarde, en Atreju, tuvo lugar el panel «Los retos de los conservadores», una conversación internacional que, sin equívocos, expuso las principales líneas de fractura que atraviesan la Europa actual: soberanía frente a normalización, raíces frente a amnesia, democracia popular frente a tecnocracia, realismo geopolítico frente a utopía ideológica. Dirigió el debate como moderador Antonio Giordano, Secretario General del Partido ECR y diputado por Fratelli d’Italia, quien señaló que este año Atreju acoge a 20 delegaciones de todo el mundo.
El discurso de apertura corrió a cargo de Elisabetta Gardini (FdI), Presidenta de la delegación italiana en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que destacó la labor política y cultural en torno a la familia conservadora, mencionando -entre los momentos más destacados de esta edición- las jornadas de estudio y la entrega del premio dedicado a Margaret Thatcher.
Nicola Procaccini (FdI/CER) también saludó, en una síntesis que sonó como la obertura ideal para todo el panel: los conservadores, subrayó, sienten «más que nadie» la importancia de la identidad nacional; y se desmarcan de quienes en Bruselas cultivan la ilusión de que todo puede «reajustarse» y de que la respuesta está en un vasto superestado.
Quién estaba en la mesa: un ECR que mira más allá de las fronteras
La composición del panel ofreció una imagen clara de la trayectoria que siguen los conservadores europeos: consolidar su presencia en las instituciones y, al mismo tiempo, construir un campo político internacional capaz de hablar el lenguaje de la soberanía y la responsabilidad.
Entre los principales oradores se encontraban: Adam Bielan, Secretario Internacional de PiS (Polonia) y jefe de la delegación polaca en el Grupo ECR; Sigmundur Gunnlaugsson, líder del Partido de Centro de Islandia; Marion Maréchal, Vicepresidenta del Partido ECR, líder de IDL y jefa de la delegación francesa en el Grupo ECR; George Simion, Vicepresidente del ECR y líder de AUR (Rumanía); Kristoffer Storm, responsable de asuntos de la UE del partido danés (DD) y jefe de la delegación danesa en el ECR; y Miguel Mellado, miembro del Partido Republicano chileno, conectado a través de un saludo por vídeo ante los próximos hitos electorales en su país.
Carlo Fidanza (FdI/ECR), diputado europeo y jefe de la delegación de Fratelli d’Italia en el Parlamento Europeo, también participó en el debate, vinculando la experiencia italiana al diseño más amplio de un derecho europeo que se niega a estar subordinado.
Las preguntas de Giordano: «¿Qué sería de Europa sin los conservadores?»
Giordano planteó el panel con una serie de preguntas clave, casi un desafío lanzado al público e, indirectamente, a la corriente dominante continental: «¿Qué sería del mundo sin los conservadores? ¿Qué sería de Europa sin los conservadores? ¿Qué sería de tu país sin los conservadores?».
El significado político de esas preguntas está claro: los conservadores no se ven a sí mismos como una «corrección» testimonial del momento, ni como una «corrección» marginal del sistema. Reivindican, más bien, un papel constituyente: sin conservadurismo -en su lectura- no hay orden, ni continuidad, ni libertad concreta, porque falta el suelo cultural e institucional sobre el que pueden apoyarse las libertades.
Maréchal: contra la «colonización» cultural y económica
La línea más dura contra la actual configuración de la UE vino de Marion Maréchal, con un ataque frontal a la «Europa construida por la izquierda», descrita como un proyecto que ha renunciado a sus raíces históricas y se ha convertido en una «colonia cultural y económica».
La cuestión, sin embargo, no era meramente polémica: Maréchal situó la batalla conservadora directamente en el terreno institucional, afirmando que por primera vez en el Parlamento Europeo se habría configurado una «mayoría Giorgia» como alternativa a la «mayoría Úrsula». Sobre ese contraste construyó su mensaje central: cambiar de rumbo y desafiar una visión de Europa que -según ella- tiende a remodelar la antropología, el derecho y el mercado en nombre de un progresismo sin límites.
Su frase final, con una referencia a Camus y a la tarea de evitar que el mundo «se desmorone», se convirtió en el emblema de una postura que Atreju ha escenificado repetidamente: no destruir Europa, sino salvarla de su vaciamiento.
Simion: «El futuro pertenece a los patriotas»
George Simion adoptó un tono más movilizador: «El futuro nos pertenece, el futuro pertenece a los patriotas». Vinculó la trayectoria europea a la diáspora rumana en Italia, evocando una canción aprendida precisamente de los jóvenes rumanos que viven en nuestro país: «El mañana nos pertenece». En sus comentarios, Fratelli d’Italia fue presentado como un «auténtico modelo político»: una referencia que, más allá de la cortesía, señala una dinámica ya firmemente establecida en el campo conservador europeo. La Italia de Meloni es percibida -por más de una delegación- como un laboratorio de un gobierno identitario pero institucional, capaz de combinar la firmeza política con la gestión práctica.
Fidanza: Europa y la Unión Europea no son lo mismo
La intervención de Carlo Fidanza se centró en una distinción destinada a permanecer en el centro del argumento conservador: «Cuando hablamos de Europa, no hablamos de la Unión Europea». Para Fidanza la diferencia es «sustancial»: Europa es historia y civilización; la UE es una estructura política que requiere «un cambio profundo y radical».
Aquí toma forma la visión global que emerge del panel. La crítica no se dirige a la idea misma de cooperación entre Estados europeos, sino a una arquitectura que tiende a sustituir a los pueblos y las naciones por una gobernanza centralizada, a menudo incapaz de dar cuenta democráticamente de sus decisiones. Fidanza lo dijo claramente: la misión de los conservadores no es «uniformar» a los pueblos; no existe un modelo único «de Islandia a Sicilia». La tarea es la contraria: valorar las identidades, las especificidades territoriales y el «orgullo de los pueblos», defendiendo las diferencias frente al aplanamiento y la homogeneización global.
En este marco se inscribe su análisis de la política italiana de los últimos años: Fidanza sostiene que Atreju ha confirmado el papel del conservadurismo en un país gobernado «desde hace tres años», presentando la estabilidad italiana como el resultado de devolver la palabra al pueblo tras una temporada de «tecnócratas» sin mandato popular.
Bielan: fe, familia, soberanía, coraje
Por parte polaca, Adam Bielan insistió en la dimensión basada en los valores: «Una Europa sin conservadores sería una Europa sin valores», y por tanto -argumentó- incapaz de defender la familia. En su marco, los valores fundamentales del Occidente conservador pueden resumirse en cuatro palabras: fe, familia, soberanía, valentía. Y el eje Italia-Polonia se ofrece como prueba de que los conservadores no representan «el pasado», sino «los cimientos del futuro». Se trata de un pasaje significativo porque apunta a un intento de reconstruir un léxico compartido entre diferentes culturas políticas: mediterráneas y centroorientales, católicas y protestantes, comunitarias y extracomunitarias. El objetivo es mantener unidas la identidad y la modernidad, sin entregar la innovación exclusivamente a la narrativa progresista.
Gunnlaugsson: las raíces como requisito para el progreso
El islandés Sigmundur Gunnlaugsson desarrolló un argumento complementario: sin conservadores no habría «civilización», y sin conservadores ni siquiera habría «progreso». Una tesis deliberadamente contraintuitiva en comparación con el tópico común que asocia el conservadurismo con el inmovilismo. Aquí el conservadurismo se define como la condición para el cambio sostenible: construir un «mundo nuevo», sí, pero distinto del actual porque más sólido, y para ello «mantener las raíces» se convierte en fundamental.
Tormenta: un derecho que ya no acepta etiquetas
El danés Kristoffer Storm planteó en cambio la cuestión de la legitimidad política: «Deben dejar de llamarnos extrema derecha; somos la derecha, y somos conservadores europeos». Sus comentarios introdujeron un elemento que se ha vuelto crucial en los últimos meses: la relación con el PPE y con los conservadores «de centro», a los que se insta a reconocer que la cooperación con el área conservadora no es un tabú, sino una necesidad para evitar la deriva ideológica y la parálisis en la toma de decisiones.
Mellado y el puente hacia América Latina
El saludo en vídeo de Miguel Mellado desde Chile cumplió un propósito estratégico: recordar a todos que el desafío conservador no es sólo europeo, y que el horizonte político es ahora global. La referencia a las próximas elecciones en Chile añadió un detalle importante: la internacionalización del conservadurismo no es una conferencia permanente, sino una red que pretende influir en las citas electorales y en los ciclos de gobierno.
¿Qué idea de Europa se desprende del panel
En conjunto, las intervenciones ofrecen una imagen coherente -y políticamente ambiciosa- de lo que los conservadores entienden por Europa.
Europa como civilización, no como burocracia.
La distinción de Fidanza «Europa/Unión Europea» es el eje: Europa es un patrimonio histórico y cultural; la UE es una construcción política que puede mejorarse y, en muchos aspectos, debe reformarse radicalmente.
La soberanía nacional como piedra angular democrática.
Procaccini y Fidanza convergen: la identidad nacional no es nostalgia: es el nivel en el que el pueblo puede ejercer realmente la soberanía y pedir cuentas a los responsables políticos. El superestado, por el contrario, tiende a diluir la responsabilidad y la representación.
Valores no negociables y crítica del progresismo antropológico.
Maréchal y Bielan, en registros diferentes, insisten en un punto: Europa no puede sobrevivir si rompe el vínculo con sus raíces y convierte todo -incluso los fundamentos antropológicos- en material disponible para la ingeniería social ideológica.
Un derecho gobernante, no un recinto polémico.
Simion señala a la FdI como modelo; Fidanza reclama estabilidad y centralidad internacional; Storm pide el fin de las etiquetas. Es la misma trayectoria: la normalización del conservadurismo como fuerza de gobierno, no como excepción.
Construir mayorías alternativas en Europa.
La idea de una «mayoría Giorgia» opuesta a una «mayoría Ursula» señala el objetivo final: cambiar el equilibrio en el Parlamento Europeo, dar forma a los expedientes y cambiar la dirección política de la Unión desde dentro.
Atreju como plataforma política
En resumen, el panel «Los retos de los conservadores» sirvió para convertir un tema identitario en un proyecto. No nostalgia de fronteras cerradas, sino un llamamiento para que Europa vuelva a ser un continente de naciones libres, capaces de cooperar sin borrarse a sí mismas; una Europa que defienda su civilización sin vergüenza; una Europa que asuma el reto del futuro sin entregarlo a un monocultivo progresista.
Si Atreju, como ocurre a menudo, es también un laboratorio de lenguas y alianzas, la impresión es que la constelación conservadora intenta dar un salto más: de protestar contra el «piloto automático» de Bruselas a construir un rumbo alternativo. Con una idea precisa: no puede haber una Europa fuerte si, para llegar a ser «una», primero debe olvidar quién es.