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El silencioso cambio educativo de Italia

Ensayos - diciembre 22, 2025

Cómo las políticas gubernamentales específicas ayudaron a reducir el abandono escolar prematuro mientras algunas partes del norte de Europa tenían dificultades

En la última década, el abandono escolar prematuro ha sido uno de los indicadores sociales más vigilados en la Unión Europea. Reducir la proporción de jóvenes de 18 a 24 años que abandonan los estudios sin completar la enseñanza secundaria superior no es sólo una cuestión de inclusión social, sino también un requisito previo para la competitividad económica a largo plazo. La UE se ha fijado un objetivo claro para 2030: reducir esta tasa por debajo del 9% en toda la Unión. Según los últimos datos disponibles para 2024, Europa se sitúa en el 9,4%, cerca del objetivo, pero todavía no lo ha alcanzado.

Detrás de este casi fracaso se esconde una historia de trayectorias nacionales marcadamente divergentes. Los países del sur de Europa, considerados durante mucho tiempo estructuralmente débiles en cuanto a resultados educativos, han impulsado gran parte de la mejora en toda la UE. Entre ellos, Italia destaca como caso de progreso constante e impulsado por las políticas, reflejo de una acción deliberada del gobierno más que de un cambio cíclico o accidental.

Los datos analizados por Onepolis a partir de las cifras de Eurostat muestran que la mejora general europea ha sido impulsada en gran medida por los países mediterráneos. España redujo su tasa de abandono escolar prematuro de un sorprendente 21,9% al 13%, mientras que Portugal logró un cambio aún más espectacular, reduciendo su tasa del 17,3% al 6,6%. Se trata de transformaciones estructurales, no de ajustes marginales. Se observan tendencias similares, aunque menos pronunciadas, en Malta, Grecia e Italia, con reducciones de 7,4, 6 y 5,2 puntos porcentuales respectivamente.

Los resultados de Italia merecen especial atención. Partiendo de una base históricamente alta, el país ha conseguido reducir el abandono escolar en más de cinco puntos en la última década. Este progreso no es el resultado de una única reforma, sino de una estrategia coordinada llevada a cabo por sucesivos gobiernos y reforzada en los últimos años. Entre las medidas clave figuran la ampliación de los itinerarios de formación profesional, el refuerzo de los vínculos entre las escuelas y los mercados laborales locales, y las intervenciones específicas en regiones de alto riesgo, sobre todo en el Sur.

Los gobiernos italianos han reconocido cada vez más que el abandono escolar prematuro no es sólo un problema educativo, sino social. Las inversiones se han dirigido a combatir el abandono escolar relacionado con la pobreza, mejorar las infraestructuras escolares y apoyar a los estudiantes mediante programas de tutoría, tutorías e inclusión digital. La expansión de los institutos técnicos y profesionales ha ofrecido alternativas creíbles a las vías puramente académicas, reduciendo la desvinculación entre los estudiantes menos inclinados hacia la escolarización tradicional.

De manera crucial, Italia también ha hecho un uso eficaz de los fondos europeos, sobre todo a través de los instrumentos de la política de cohesión y, más recientemente, de los recursos vinculados al Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia. Estos fondos se han canalizado hacia la modernización de las escuelas, la formación del profesorado y el refuerzo de los servicios de orientación. El resultado es un cambio cultural gradual pero tangible: la permanencia en la educación se percibe cada vez más como algo alcanzable y que merece la pena.

El contraste con algunas partes del norte de Europa es sorprendente. Alemania, a menudo considerada un referente en formación profesional e integración en el mercado laboral, ha visto aumentar su tasa de abandono escolar prematuro en 3,4 puntos porcentuales en los últimos años. Dinamarca le sigue con un aumento de 2,3 puntos, mientras que Lituania y Chipre han registrado subidas de 2,5 y 4,5 puntos respectivamente. Aunque los cambios en los métodos de recogida de datos a lo largo del tiempo complican las comparaciones a largo plazo, la magnitud de estos aumentos es lo suficientemente significativa como para justificar la preocupación.

Estos retrocesos ponen de relieve una lección importante: unas posiciones de partida sólidas no garantizan un éxito continuado. Los cambios demográficos, las presiones migratorias y la evolución de los mercados laborales pueden erosionar rápidamente sistemas previamente estables si las respuestas políticas se quedan atrás. En este contexto, el progreso de Italia parece aún más digno de mención. En lugar de confiar en los puntos fuertes heredados, el país ha buscado una gobernanza activa, adaptando su sistema educativo a las nuevas realidades sociales.

Aunque Italia aún no ha alcanzado el objetivo de la UE para 2030, su trayectoria está claramente alineada con él. El reto pendiente es consolidar los logros y abordar las disparidades territoriales persistentes. Sin embargo, la dirección está marcada. La experiencia de Italia demuestra que una atención política sostenida, combinada con inversiones específicas y reformas pragmáticas, puede dar resultados mensurables incluso en entornos estructuralmente complejos.

A medida que Europa se acerca a la recta final hacia su objetivo de 2030, el caso de Italia ofrece un valioso ejemplo: reducir el abandono escolar prematuro no es una mera cuestión de riqueza o tradición, sino de opciones políticas, y de la determinación de llevarlas a cabo.

 

Alessandro Fiorentino