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Hacia una AEVM más fuerte: Europa avanza hacia la centralización de la supervisión de los mercados

Comercio y Economía - diciembre 2, 2025

La UE prepara un gran cambio en la supervisión financiera, con el objetivo de unificar los mercados fragmentados e impulsar la competitividad global

Hace poco más de una década, la Unión Europea emprendió una transferencia histórica de soberanía al confiar al Banco Central Europeo la supervisión bancaria centralizada. Hoy, el bloque está considerando un paso transformador similar, esta vez en el ámbito de la supervisión de los mercados financieros. En diciembre, se espera que la Comisión Europea presente una propuesta legislativa que reforzaría significativamente los poderes de la AEVM, la Autoridad Europea de Valores y Mercados, trasladando importantes funciones de supervisión de los reguladores nacionales al ámbito europeo.

La iniciativa marca una fase crítica en la vieja ambición de la UE de construir una auténtica Unión de Mercados de Capitales. A pesar de la moneda única y de décadas de esfuerzos de integración, el panorama financiero europeo sigue fragmentado. Se permiten las inversiones transfronterizas, pero los sistemas que apoyan la negociación -infraestructuras de mercado, mecanismos de liquidación y supervisión reguladora- siguen funcionando en gran medida dentro de las fronteras nacionales. La UE alberga actualmente 14 mercados de compensación y 32 depositarios de valores, la mayoría propiedad de bolsas nacionales y supervisados a nivel nacional. Este mosaico de normas y autoridades ha obstaculizado la aparición de un mercado financiero europeo único, profundo y líquido, capaz de canalizar eficazmente el capital hacia las empresas y la innovación.

A medida que se intensifica la competencia mundial, el coste de esta fragmentación se ha hecho cada vez más evidente. Un marco jurídico y de supervisión armonizado se considera ahora esencial para hacer más atractivos los mercados europeos, especialmente para los inversores internacionales. Centralizar la supervisión, sin embargo, es políticamente delicado, ya que implica transferir la soberanía de los organismos nacionales de vigilancia -como el Consob italiano- a una autoridad federal. Para muchos gobiernos, esto representa no sólo una reforma técnica, sino un cambio fundamental en el equilibrio de poder.

Según la información que circula en Bruselas, la próxima propuesta de la Comisión pretende reforzar la autoridad de la AEVM trasladando ciertas competencias de supervisión de manos nacionales a manos europeas. La reforma se centra en la creación de un consejo ejecutivo racionalizado responsable de la supervisión diaria, complementado por un consejo de supervisión compuesto por representantes de las agencias nacionales. El consejo mantendría la capacidad de impugnar las decisiones importantes de la AEVM, garantizando que los Estados miembros sigan participando en la supervisión estratégica.

Este modelo híbrido se parecería a las estructuras que ya funcionan en otros ámbitos de la gobernanza financiera de la UE, como la Junta Única de Resolución (JUR), el mecanismo de supervisión bancaria (MUS) y la recientemente creada autoridad contra el blanqueo de capitales (AMLA). «Queremos desplazar la supervisión de los mercados hacia el centro», explicó un alto funcionario de la UE. Sin embargo, la resistencia interna sigue siendo fuerte. Países como Irlanda y Luxemburgo -principales centros de fondos de inversión y servicios financieros- temen que una mayor centralización pueda erosionar su atractivo competitivo.

Los partidarios de la reforma sostienen que una supervisión más fuerte y unificada aumentaría la credibilidad de la UE en el extranjero. Los inversores internacionales, argumentan, son más proclives a invertir en un mercado regido por normas coherentes y respaldado por una autoridad supervisora sólida. «La existencia de una supervisión federal del mercado en Estados Unidos no impide que Delaware sea un centro financiero, ni obliga a todos los bancos estadounidenses a tener su sede en Nueva York», señaló el mismo funcionario.

El escepticismo no se limita a los centros financieros. Varios Estados miembros se han opuesto históricamente a las transferencias de autoridad en materia financiera. Alemania, por ejemplo, aceptó la supervisión bancaria centralizada en 2012 sólo cuando la crisis financiera mundial puso de manifiesto los puntos débiles de su propio sistema. Hoy, cuando Berlín se enfrenta a un replanteamiento más amplio de su modelo económico, parte de su clase dirigente reconoce que un cambio estructural en la supervisión financiera no sólo puede ser beneficioso, sino necesario.

Mientras tanto, la fragmentación del mercado europeo sigue beneficiando a los grandes bancos estadounidenses, que operan sin problemas al otro lado del Atlántico y pueden agrupar servicios que las instituciones financieras europeas deben adquirir poco a poco. La propuesta de la Comisión también prevé ampliar el presupuesto y la plantilla de la AEVM -actualmente inferior a 400 empleados- para reflejar sus mayores responsabilidades. Sin embargo, se prevé que las negociaciones con el Consejo y el Parlamento Europeo sean difíciles.

Lo que está en juego va mucho más allá de los detalles técnicos de la supervisión. El peso económico de Europa se está reduciendo en la escena mundial. En 2000, la economía de la UE representaba el 95% del tamaño de la economía estadounidense; hoy sólo representa el 65%. Sin medidas decisivas, las proyecciones indican que en diez años Europa podría representar apenas la mitad del tamaño de la economía estadounidense. Reforzar la AEVM y construir una verdadera Unión de Mercados de Capitales puede que no basten por sí solos para invertir esta tendencia, pero pueden ser pasos indispensables para evitar un mayor declive.

 

Alessandro Fiorentino