
El declive demográfico, los fondos de recuperación de la UE y la cambiante dinámica económica sitúan a Roma por delante de Londres
Por primera vez desde 2001, Italia ha superado al Reino Unido en PIB per cápita, según los últimos datos del Banco Mundial. Este hito supone un cambio de rumbo en una rivalidad en la que Gran Bretaña ha superado sistemáticamente a Italia durante más de dos décadas. El cambio ha sido descrito por el Telegraph como una «llamada de atención» para el primer ministro Keir Starmer, que plantea interrogantes sobre la dirección a largo plazo de la política económica británica.
A finales de 2024, el PIB per cápita de Italia era de 60.847 $ (56.100 € / 44.835 £), frente a los 60.620 $ (44.655 £) del Reino Unido. La diferencia es marginal, pero simbólicamente poderosa: tras años de bajo rendimiento, Italia se encuentra ahora en una posición que ocupó por última vez brevemente a finales de la década de 1980 y de nuevo a principios de la década de 2000.
Una rivalidad histórica
No es la primera vez que Italia supera al Reino Unido en términos económicos. En 1987, Italia superó brevemente a Gran Bretaña en PIB per cápita, un momento que se convirtió en emblemático de la fuerza industrial y el crecimiento de posguerra del país. Esa ventaja duró hasta principios de la década de 2000, cuando las reformas del sector financiero y del mercado laboral de Gran Bretaña le ayudaron a dar un salto adelante.
Desde entonces, las dos economías han divergido de distintas maneras. El Reino Unido se ha hecho más dependiente de los servicios, sobre todo de las finanzas y la tecnología, mientras que Italia ha luchado contra la lentitud de la productividad, la elevada deuda pública y la inestabilidad política recurrente. Sin embargo, en la actualidad, factores estructurales -como las tendencias demográficas, la financiación de la UE y las reformas fiscales- han vuelto a inclinar la balanza a favor de Italia.
El papel de la demografía
Quizá el factor más decisivo en la inversión actual sea la demografía. La población británica ha seguido creciendo, impulsada por la inmigración y una tasa de natalidad relativamente más alta, mientras que Italia lleva más de una década enfrentándose a una población menguante y envejecida.
Aunque el descenso de la población plantea retos a largo plazo para los mercados laborales y las pensiones, a corto plazo impulsa mecánicamente el PIB per cápita. Con menos residentes, la misma producción global se divide entre una base más pequeña, lo que hace que los italianos parezcan, de media, «más ricos» que sus homólogos británicos, aunque el crecimiento agregado de la economía italiana siga siendo modesto.
Como han señalado los analistas, la comparación pone más de relieve la distribución de la riqueza que la fortaleza absoluta de una u otra economía. George Buckley, economista jefe para el Reino Unido y la zona euro de Nomura, declaró a Bloomberg que, mientras que el Reino Unido superará a Italia en cuatro de los seis años comprendidos entre 2021 y 2026 en términos de crecimiento total del PIB, Italia será líder en términos per cápita durante el mismo periodo.
El impacto del PNRR y la política fiscal
La posición de Italia también se ha visto favorecida por el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), financiado a través del mecanismo de recuperación pospandémica de la UE. Miles de millones de euros se han destinado a proyectos de infraestructuras, digitalización y transición ecológica, dando a la economía italiana un impulso temporal que se ha reflejado en los indicadores de riqueza y productividad de los hogares.
El gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni también ha promulgado políticas para recortar los impuestos laborales y endurecer los flujos migratorios, que, aunque políticamente controvertidas, han desempeñado un papel en la configuración del perfil económico a corto plazo del país. Aunque muchos observadores advierten que no se debe dar demasiado crédito a la acción del gobierno, es innegable que el PNRR ha inyectado impulso a un sistema a menudo criticado por su estancamiento.
Una señal de advertencia para el Reino Unido
La reacción en el Reino Unido ha sido apagada, pero no indiferente. Los medios de comunicación británicos han presentado el adelantamiento como un indicador de la debilidad subyacente de la economía nacional. La crisis del coste de la vida, la lentitud de la productividad y las fricciones comerciales relacionadas con el Brexit se han combinado para erosionar la posición relativa del Reino Unido.
Para el primer ministro Starmer, que llegó al poder prometiendo una renovación económica, la comparación con Italia tiene peso político. Una economía del sur de Europa, antaño en apuros, supera ahora a Gran Bretaña en una métrica que resuena con fuerza entre el público: la prosperidad individual. El Telegraph señaló que las cifras deberían servir de señal de alarma, instando al gobierno a replantearse su estrategia de crecimiento.
El contexto más amplio de Europa
El adelantamiento se produce en un momento en que Europa en su conjunto lucha por mantener el impulso. Eurostat informó de que la economía de la UE creció sólo un 0,2% en el segundo trimestre de 2025, lo que refleja la debilidad de la producción industrial y la moderación de la demanda de los consumidores.
En este contexto, el rendimiento relativo superior de Italia es más una anomalía estadística que un signo de profunda transformación estructural. Aun así, la comparación con el Reino Unido ha reavivado los debates sobre los modelos económicos, las políticas demográficas y el papel de la solidaridad de la UE en el apoyo a las economías más débiles.
De cara al futuro
La nueva posición de Italia por delante del Reino Unido en PIB per cápita tiene tanto que ver con la aritmética como con la capacidad de recuperación. La disminución de la población ha aumentado la riqueza per cápita, mientras que los fondos de recuperación de la UE han ofrecido un colchón temporal. Sin embargo, persisten graves problemas: las bajas tasas de natalidad, la elevada deuda y la lentitud de la productividad podrían socavar los beneficios a largo plazo.
Para el Reino Unido, el mensaje es más urgente. Con una población creciente pero una productividad vacilante, Londres corre el riesgo de quedarse aún más rezagada, a menos que encuentre la forma de reactivar el crecimiento.
Los últimos datos son, por tanto, menos una celebración para Italia que una advertencia para Gran Bretaña: un recordatorio de que la prosperidad no está garantizada y de que las políticas demográficas, de innovación y de disciplina fiscal definirán quién encabeza la clasificación económica de Europa en las próximas décadas.